Las enfermedades raras se llaman así no por resultar extrañas y extravagantes, sino porque afectan a un número reducidísimo de personas en el mundo. Esto hace que sea muy importante ser conscientes de su existencia. Especialmente si apenas hemos conocido un puñado de casos a lo largo de la historia. Pero, de todas ellas, ¿cuál es la enfermedad más rara conocida? Esta respuesta es verdaderamente difícil de contestar. Pero lo que sí sabemos es que hay al menos una enfermedad rara de la que sólo tenemos un caso documentado en toda la historia de la humanidad. Vamos a conocer a la enfermedad más rara del mundo.
Deficiencia en la ribosa-5-fosfato isomerasa
La deficiencia en la ribosa-5-fosfato isomerasa, también llamada deficiencia RPI, fue diagnosticada en un paciente en 1999. El joven, nacido en 1984, ya había sido diagnosticado de leucoencefalopatía. Esta enfermedad afecta a la conocida como sustancia blanca del cerebro. Dicha sustancia está formada por haces nerviosos, conocidos como axones, rodeados de unas capas de mielina. Básicamente, los largos axones se recubren de membrana celular, como si de cebollas se tratasen. Tras hacerle un escáner cerebral, los médicos observaron que el problema del chico que estaban analizando se debía, básicamente, a una degradación de esta sustancia blanca. Existen diversas enfermedades que provocan este problema. Sin embargo, no fue hasta mucho después cuando entendieron realmente la razón de la patología.
¿Y en qué consiste? La deficiencia RPI supone que no funcione bien una ruta esencial en nuestro metabolismo. La ribosa-5-fosfato es una sustancia, una pentosa, esencial en la formación de cosas tan críticas como nuestro ADN, el ARN o las moléculas que nos proporcionan energía. También es importantísimo para la construcción molecular de diversas partes de la célula. Ahora, la ribosa-5-fosfato isomerasa, es una isomerasa, una enzima, de la ribosa-5-fosfato. Y lo que hace es cambiar algunas partes de esta molécula para convertirla el algo parecido pero completamente distinto sin que tenga que reaccionar con otras sustancias (grosso modo). Decimos que la isomerasa cambia a la ribosa en su isómero y viceversa.
La deficiencia RPI impide que esta enzima funcione adecuadamente. Por ello, la ruta metabólica no puede continuar. En realidad, lo que falla es un paso minúsculo, sencillísimo. Pero desencadena una serie de catastróficas consecuencias. Al no poder continuar dicha ruta, se acumulaban ciertas sustancias que eran empleadas por el cuerpo debido a su exceso. Tampoco se podían producir las necesarias para mantener el tejido sano. Así, en los análisis se encontraron picos de sustancias conocidas como polioles varios. Estas fueron las pistas que indicaron a los médicos que algo iba muy mal. Que se encontraban ante la enfermedad más rara de su vida.
Raras, únicas e importantes
En 1999 se describió el caso de un chico de catorce años, hijo de padres sanos, que presentaba una leucoencefalopatía. Como consecuencia, el paciente tenía problemas motores y había desarrollado epilepsia a los cuatro años. Desde los siete, su cerebro comenzó a sufrir una regresión neurológica, es decir, la muerte progresiva de su tejido cerebral. Esto le llevó a sufrir de ataxia (imposibilidad de coordinar el movimiento), espasmos involuntarios y otros efectos como la atrofia visual. A pesar de las pruebas realizadas, los médicos sólo pudieron cerciorarse de que el chico sufría de un problema con su "sustancia blanca" cerebral. Sin embargo, algunos datos apuntaban a algo más extraños. La presencia puntual de picos de polioles despertó una idea: en un extraño caso anterior, un hombre con cirrosis había sufrido del fallo de un enzima, un transaldolasa, que presentaba los mismos restos de sustancias.
¿Y si se encontraban ante la misma enfermedad? Pero no, su sorpresa fue mayúscula al detectar que la enfermedad era aún más rara que la anterior. Efectivamente, había una enzima que no funcionaba correctamente, pero era la RPI, una enzima esencial. Aunque a día de hoy todavía no se entiende bien la razón para que esto ocurriera, los estudios realizados con líneas celulares procedentes de este chico mostraron algunos resultados: el problema, por supuesto, era genético. El paciente tenía dos copias estropeadas de los genes encargados de producir esta enzima. La primera no funcionaba y la segunda sólo de manera parcial. Esto explica por qué los efectos no fueron letales, ya que hablamos de una enzima crucial para la vida. Es más, la encima también se expresa de forma dependiente en la célula. Esto quiere decir que dependiendo de qué tipo de célula y en qué circunstancias se encuentre, se expresa de una manera o de otra.
Hasta la fecha sólo hemos conocido un caso en la historia de la humanidad. Esto se debe a que es una afectación verdaderamente extraña comparada, incluso, con otras enfermedades raras. Y probablemente no sea la única. Existen enfermedades extrañísimas en número. Eso sin contar con las que nunca llegamos a diagnosticar. Pero eso no le resta ni un ápice de importancia. Las enfermedades raras están ahí, conviviendo con nosotros día a día, afecte a una persona, a cientos o a millones. Debemos ser conscientes y alzar la voz para que pase lo que pase, sea cuestión de la ribosa-5-fosfato isomerasa o de cualquiera de los infinitos mecanismos de nuestro cuerpo, la investigación y el esfuerzo de la ciencia los considere como iguales en importancia. Aunque se enfrente a la enfermedad más rara del mundo.