Los Nexus de Google nunca ofrecieron más diferenciación que la que les llegó prácticamente por casualidad: convertirse en los únicos terminales de gama media/alta en contar con una experiencia prácticamente pura de Android, con los servicios de la compañía de Mountain View. Con la llegada del Google Pixel, Google necesitaba dar valor a su nueva propuesta premium con funciones extra, y el elegido fue el sucesor de Google Now, Google Assistant, que sería exclusivo. Ahora esa exclusividad ha acabado, y el caso ha evidenciado que los asistentes personales siguen sin importar a nivel de usuario.
Google hizo exclusivo algo que presumía que podía atraer a usuarios al Pixel desde el amplio panorama Android, donde Google Now está totalmente instalado desde Jelly Beam. Pero incluso así, el Google Pixel nació muerto, porque ni por hardware ni por software (ni por precio) ha tenido hueco en un mercado que no sólo no valora de momento los asistentes personales en comparación a lo que lo hace la prensa o a lo que lo hacen las compañías en sus lanzamientos, sino que ni siquiera ha echado de menos Assistant.
El hecho que mejor ejemplifica este detalle es que Google integró Google Assistant en Google Allo, aplicación en la que si bien no se daba soporte a nivel de sistema como en el Pixel, sí se ofrecía la misma funcionalidad. Y pese a ello, ha importado tan poco al público que a principios de mes salió del ránking de las 500 aplicaciones más descargadas del Play Store. Aunque sólo fuera por su función de inteligencia conversacional, Allo podía tener sentido y atractivo, pero los usuarios no piensan igual.
Y el problema para Alexa, Siri, Assistant, Cortana y compañía es precisamente ese: todavía no han logrado hacerse imprescindibles ni siquiera necesarios. Desde 2011 lleva siendo un tema que se trata como tendencia, y no termina de despegar probablemente porque fuera de opciones convenientes y prácticas como pedir a Siri que ponga una alarma o un temporizador, siguen aportando muy poco al usuario en los casos en los que este no demanda o hace nada, incluso cuando la cantidad de datos que cada asistente maneja en un terminal y en la nube es monumental.
El día que un asistente se haga imprescindible como se hizo Google Maps o el propio smartphone, hecho que puede ocurrir si las pantallas se hacen menos relevantes en el día a día en favor de la conversación, se echará mucho de menos un asistente en el caso de que el mejor sea exclusivo de esa plataforma. En este caso, la operación de la exclusividad ha sido un error para Google salvo que el planteamiento fuera pulir más el producto hasta extenderlo, pues Assistant podría haber mejorado mucho este tiempo con el feedback de millones y millones de usuarios en en lugar de solamente los propietarios de Google Pixel.
Aunque lo intente y lance grandes productos de hardware, el conocimiento de datos del usuario y su comercialización para publicidad seguirán siendo su núcleo, y limitar su mercado artificialmente es pegarse un tiro en el pie.