Los rumores de que Apple iba a empezar a producir su propio contenido, el nuevo grial de la diferenciación de los streaming, se llegaban a confirmar hace algunos meses; aprovechando la coyuntura de la presentación de los nuevos iPhone de la compañía. Con prudencia y muy medido, tal como suele entrar Apple en la mayoría de los mercados, sin grandes ínfulas y con productos muy depurados, la compañía empezaba su andadura en esto de los contenidos con la presentación de Carpool Karaoke y, más recientemente, Planet of the Apps.

Hay dos características principales que hacen que este tipo de contenido, igual que sucedía con Beats 1, encaje muy bien dentro del ecosistema de Apple: el primero, Carpool Karaoke, entra directamente al núcleo del contenido musical de Apple que ya inauguró en su día con el iPod, iTunes Store y más recientemente con Apple Music, y que enlaza directamente con su audiencia y, sobre todo, permite estrechar relaciones con algunas de las estrellas vitales para el futuro del streaming de la compañía.

La segunda, Planet of the Apps, va de lleno al epicentro que inauguró Apple con las apps móviles a través del iPhone y la App Store, algo que nutre parte de su línea de negocio principal del iPhone, además de dar visibilidad a desarrolladores de aplicaciones y servir de inspiración y reto para todo aquel que está en el mundillo de las apps. Dos contenidos dispares, dos contenidos propios, pero que de una forma u otra encajan muy bien dentro de Apple, mucho más que si la compañía nos sorprendiese ahora con su propia versión de Lost o Stranger Things.

Sin embargo, lo que sorprende, de verdad, es que la apuesta de Apple por este contenido tan medido se haya puesto en marcha de una forma tan extraña para una compañía que sabe medir los tiempos de forma tan acertada. Apple Music, pese a que mejorado enormemente respecto a su lanzamiento, todavía es, siendo francos, un caos en términos de descubrir contenidos. El servicio está por delante de su competencia en muchas cosas, pero desde luego no en este apartado, por lo que termina no de encajar la forma en la que Apple quiere meter ese tipo de contenido con calzador dentro de un servicio, exclusivo, de música.

Esta vez no estamos hablando de contenido exclusivo de un álbum. O del nuevo vídeo exclusivo de Where is the Love de The Black Eyed Peas. Es el primer intento de Apple de producir contenido propio de muchísima calidad que, o bien se pierde entre la locura de Apple Music, o acaba metido con calzador de forma permanente en la sección Explorar. Sea como sea, es un pequeño caos como el de Amazon Prime Video en España, que parece más un añadido (excelente) con calzador que un servicio independiente. No es tanto el contenido, es más bien cómo te vendes y el valor que le das a tu plataforma (eso que sabe hacer tan bien Netflix).

Al final, la percepción sobre este contenido para el usuario no informado es como el del caso de U2 de regalo, el de 12 días 12 regalos o en definitiva todas las buenas intenciones de Apple que han terminado ocupando titulares negativos por una cuestión de hacer, que no ejercer. Mientras tanto, en el falso paradigma de que el mundo es (solo) móvil, seguimos sin poder acceder a Apple Music desde la web, e iTunes sigue siendo la peor carta de presentación la Apple del pasado.

Este new age de contenido propio es una oportunidad perfecta para airear la casa. Para devolver a iTunes el esplendor que un día tuvo y, en definitiva, de amueblar todo este lío. La sensación, de lo contrario, es ir a la carrera. Una carrera donde la improvisación no cabe para una compañía que lleva 10 años colocando en el mercado el móvil más exitoso de la historia, uno tras otro.