Más de 100 millones de personas viajan el metro todos los días. En ciudades como Barcelona, este medio de transporte supone el 50% del transporte utilizado por sus habitantes diariamente. Hablamos de un millón veinticinco mil habitantes en un día laboral normal. De hecho, los seres humanos pasamos el 90% de nuestro tiempo en lugares cerrados. De este tiempo, una cantidad muy significativa transcurre en el metro. Estando tanto tiempo encerrados bajo el suelo de la ciudad es natural que a algunos científicos les haya surgido una duda importante: ¿cuál es la calidad del aire que respiramos? En espacios cerrados, donde máquinas, animales y plantas conviven, el aire se carga rápidamente. Los filtros y respiraderos se hacen necesarios para mantener la salubridad. Un reciente estudio se centra por primera vez en conocer qué microorganismos flotan en el aire de las estaciones catalanas.

Las bacterias y virus que respiras: los bioaerosoles

Bioaerosol es un término que describe a aquellos microorganismos y partículas de origen biológico que flotan en el aire. El estudio, realizado por el Centre d’Estudis Avançats de Blanes (CEAB-CSIC) y del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), supone el primer catálogo de "microbios" realizado en el metro de Barcelona. ¿Y cuáles son esto organismos? De las 10.000 bacterias por metro cúbico de aire encontradas, la gran mayoría son inocuas para las personas. Muchas de las mismas, como cabe esperarse, son de origen humano. Algunas, incluso, son patógenos potenciales, capaces de provocar enfermedades. Pero estas presentan una proporción por debajo del 2%. Entre los microorganismos se encontraron virus como el de la gripe (Influenza A y B), rinovirus y el hongo Aspergillus fumigatus, que es capaz de provocar diversos problemas respiratorios y aspergilosis.

Placa petri
Placa petri

Pero más allá de ello, confirman los investigadores, el metro de Barcelona no supone un punto especialmente excepcional en cuanto a sus bacterias. “La Red de Metro de Barcelona no es un punto de exposición de riesgo biológico importante", comenta en la nota de prensa Xavier Triadó, investigador del CEAB-CSIC y autor principal del estudio, "los viajeros no son la fuente principal de microorganismos del aire [...]. La presencia de virus era notablemente más baja que la detectada en otros estudios realizados en centros de salud o aeropuertos”. Aunque este dato, comenta, podría deberse a la afluencia media-baja de usuarios que había en el momento de los muestreos.

El estudio se ha realizado obteniendo muestras del aire en diversos puntos. Normalmente, cuando se hace una prueba microbiológica se "cultivan" los microorganismos en placas y con técnicas especiales para comprobar qué hay en una muestra. Sin embargo, esto supone una serie de problemas. Hablamos de muchos microorganismos distintos y no todos pueden cultivarse en una placa de petri. Solo el 1% de ellos puede detectarse en muestras tan complejas. Para evitar este problema, el equipo de investigadores ha utilizado sofisticadas técnicas que les permiten detectar perfiles genéticos, recopilados en grandes bases de datos, para comprobar qué había en la muestra. No es la primera vez que se realiza algo así y, vistos los resultados, puede suponer un gran avance para comprender qué flota en el aire que respiramos.

Predecir epidemias y otras utilidades

Además de conocer mejor con que microorganismos convivimos, este estudio tiene varios puntos útiles. Uno de ellos, tal y como afirman los investigadores, es que podría ayudar a prever epidemias de enfermedades como la gripe. Según los datos obtenidos, la concentración de virus, por ejemplo, se incrementó enormemente días antes de los episodios gripales sufridos en la ciudad. Esta relación podría ser muy útil a la hora de tratar de prevenir o prever consecuencias aunque su relación no es inmediatamente directa (al menos hasta donde sabemos).

calidad del aire metro de barcelona

Pero no solo con la gripe, estos análisis podrían ayudar a conocer muchísimo mejor cómo actúan las corrientes de aire que arrastran a los organismos patógenos, aprendiendo a ver patrones que podrían definir futuros problemas. “Se necesitan más estudios de episodios de gripe sucesivos para confirmar esta dinámica y constatar que realmente puede ser un instrumento de prevención y vigilancia epidemiológica en un futuro próximo”, advierte el investigador a la prensa. Sin embargo, el potencial está ahí. Por otro lado, la investigación también ayudará a comprender cómo evoluciona la microbiota en las redes de metro, ayudando a prevenir cosas tan improbables, pero peligrosas, como un ataque bioterrorista o, sencillamente, ayudando a conocer mejor los seres con los que compartimos el aire.