Cedida por Casa Tochan

En el albergue Casa Tochan tienen capacidad para catorce camas y cinco colchones que pueden colocarse en la sala. En los cinco años que lleva funcionando el albergue para migrantes de la Ciudad de México, nunca habían tenido que utilizar las cinco camas extras. Esta semana tuvieron que decirle a cuatro personas que no podían recibirles porque las catorce camas y los cinco colchones ya estaban ocupados.

Las polémicas políticas migratorias del presidente Donald Trump tienen en el punto de mira a los inmigrantes ilegales, quienes normalmente cruzan la frontera terrestre entre México y Estados Unidos. El magnate firmó el miércoles 25 de enero el decreto que permite la construcción del muro fronterizo, que permitiría llevar a cabo su plan para frenar la entrada de migrantes al país.

En este contexto, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, declaró su intención de que la capital mexicana se convierta en un refugio para los migrantes que sean devueltos de los Estados Unidos.

Antes de que Mancera anunciara sus planes para que la metrópoli se convirtiera en un oasis para los inmigrantes, el destino ya era recurrente para los indocumentados, quienes cambiaron la ruta directa desde el sur hasta el norte de México para pasar por la Ciudad de México.

"Caminar por la ciudad es mucho mas fácil porque no van policías tras de ellos. Aquí no se ve eso. Tienen más libertad para perderse aunque no tengan documentos", explica para Hipertextual Gabriela Hernández, fundadora y directora del albergue Casa Tochan.

Desde la implementación del plan del presidente mexicano Enrique Peña Nieto Programa Frontera Sur, muchos migrantes cambiaron de ruta por la persecución de los policías quienes, lejos de ayudarlos, "los arrestaban para llevarlos a migración", sostiene Hernández.

Ciudad de México se convirtió, a partir de ese momento, en un ciudad de paso para los migrantes.

Casa Tochan fue el primer albergue en la capital mexicana dedicado a los migrantes centroamericanos que iban en la ruta hacia el norte de la República para cruzar hacia los Estados Unidos. Las personas que se hospeden en el lugar ubicado en la delegación Álvaro Obregón pueden quedarse de quince días a tres meses, el tiempo calculado para refugiarse o resolver el visado humanitario.

Durante su estancia, los voluntarios ofrecen cama, techo, comida y aseo a los migrantes. La financiación para conseguir los productos y alimentos necesarios se consiguen a través de una convocatoria presentada por la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (SEDEREC) del Gobierno capitalino, la cual ofrecía 250.000 pesos (unos 12.000 euros) a proyectos como el de Casa Tochan.

Gabriela Hernández lleva beneficiándose de la convocatoria desde hace cuatro años y, aunque reconoce que la ayuda les ha facilitado la compra de alimentos y productos de aseo para los migrantes, también resalta que la suma no es suficiente para afrontar todos los gastos.

Desde el año pasado, la cantidad de dinero destinado a los proyectos ha bajado a 150.000 pesos (unos 7.000 euros). "Además de la disminución de los recursos, nosotros presentamos el proyecto en marzo pero no nos llega el dinero hasta noviembre".

La convocatoria de SEDEREC es la única ayuda que proporciona el Gobierno de la Ciudad de México a la fundadora y directora de Casa Tochan.

Los migrantes aumentan, y los recursos escasean

Cedida por Casa Tochan

Si Mancera quiere tiene la buena voluntad de aceptar a migrantes, tiene que crear albergues dignos para ellos.

Las declaraciones de la directora de Casa Tochan ponen de relieve la escasez de centros destinados al hospedaje y cuidado de los migrantes. En la Ciudad de México, existen cuatro albergues destinados a los indocumentados. Sin embargo, Tochan es el único que recibe a todo tipo de personas. Cafemin, en la delegación Gustavo A. Madero, está especializado en mujeres y familias y el llamado Proyecto Casa Mambré, también albergue, acoge a personas que hayan sido víctimas del delito durante su viaje a la frontera.

Las organizaciones y albergues llevan meses coordinándose. Desde que Trump planeó la deportación de miles de inmigrantes y la construcción del muro fronterizo, los centros de atención al migrante han visto una multiplicación de las llegadas de indocumentados.

“Estamos pensando qué va a pasar y qué podemos hacer. Lo que sabemos es que nos va a rebasar y en la Ciudad de México sentimos especialmente ese temor”.

En Casa Tochan han dado albergue en los últimos meses a turcos, iraníes, colombianos y un eritreo. Actualmente, las personas que llegan del norte son la minoría, aunque el número podría incrementarse en los próximos meses si Trump inicia las deportaciones y la construcción de la valla fronteriza.

Gabriela Hernández destaca:

Los que llegan del norte son casos especiales porque fueron secuestrados en la frontera, en lugares como Tamaulipas. La policía está tan coludida con quien los secuestra que si se lleva a cabo la investigación sí es necesario sacar a la persona para que no corra peligro.

Para la directora del albergue el primer paso a seguir para llevar a cabo el plan de Gabriel Mancera es sensibilizar a las secretarías del Gobierno de la ciudad sobre la situación de los migrantes, sobre todo a la Secretaría de Salud y la de Educación.

Tochan advierte que si llega una persona enferma y que necesita atención urgente, muchos médicos no la quieren tratar o dicen que van a llamar a migración.

Si una familia migrante llega a la Ciudad de México, se queda en promedio entre uno y tres meses. Los que se quedan más tiempo intentan llevar a sus hijos a una escuela para que no pierda formación, pero algunos centros educativos no los aceptan en las aulas.

La iniciativa del jefe de Gobierno de la capital mexicana es muy significativa tras las declaraciones y planes políticos de Trump contra la inmigración. Sin embargo, para llevarlo a cabo se necesitan las medidas necesarias que consigan mejorar las condiciones de los indocumentados. “Lo primero que hace falta es la creación de nuevos albergues, más grandes y dignos para las personas que llegan”, concluye la fundadora del albergue Casa Tochan.

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