La piel humana originada en impresoras 3D es algo que lleva tiempo gestándose en los laboratorios de medio mundo. Con aplicaciones infinitas en lo que a la medicina se refiere en casos de regeneración estética o enfermedades vinculadas a la piel, el sueño de poder reproducir el órgano más grande del cuerpo con una máquina y con células del propio paciente está mucho más cerca.

Varios proyectos, en proceso de patente y aprobación, han visto la luz durante los últimos meses. 2014 y 2015 fueron los años cumbre de la impresión en tres dimensiones de todo tipo de productos; una situación que supuso un boom empresarial sobre una técnica, hasta entonces, propia de la ciencia ficción, de la que surgieron infinitas dudas sobre qué iba a traspasar el tiempo y qué no. Ya lo explicaba Nieves Cubo a Hipertextual, especialista en el campo de la bioimpresión 3D: el problema de esta técnica no era el aparato vinculado a la impresión sino el material para fabricar. Según sus suposiciones, lo más lógico es que la piel, un órgano con menos capas y "más simple" sería el primer candidato a ser fabricado por una impresora, puesto que órganos más complejos aún necesitaban una evolución de la tecnología mucho más radical.

En este proceso, en el que intervienen tanto investigaciones universitarias como startups del sector biotecnológico, uno de los más activos a nivel nacional, se ha realizado uno de los mayores avances en lo que a impresión de piel humana se refiere. Bio Dan Group ha colaborado con el CIEMAT y la Universidad Carlos III de Madrid en la creación de una impresora capaz de crear piel humana 100% viable y lista para ser trasplantada en pacientes, o para la aplicación en procesos de investigación cosmética, química o farmacéutica. Es, por tanto, el primer órgano susceptible de ser fabricado y vendido a través de biotintas patentadas por las empresas participantes a partir de procesos mucho más económicos y cortos.

Por fin, el boom de las impresoras 3D está dando sus frutos.