"¡Guapa!", "Me caso, eh", "¡Cachetonas!". Este tipo de comentarios dirigidos a mujeres son comunes en las calles de muchas capitales de América Latina. Para muchas mujeres es normal caminar por la calle y escuchar la opinión de los hombres que pasan por su lado sobre su físico. Para algunas son piropos, para otras es acoso callejero.
El metro en algunas ciudades de América Latina se asemeja a ciertas horas del día a una lata de sardinas. Cientos de personas intentan subirse un vagón ya de por sí abarrotado, y en ese momento todo tipo de empujones son permitidos. Todo con tal de entrar en el metro y llegar al destino.
En capitales como Ciudad de México, hay un vagón dedicado a mujeres y niños. La separación de sexos tiene como objetivo evitar los posibles manoseos que pueden sufrir las mujeres durante el trayecto. La saturación en el vagón es aprovechada por muchos hombres para intentar tocar alguna parte del cuerpo de la mujer que se encuentra a su lado.
Otras ciudades como Buenos Aires, en Argentina, ha decidido poner freno al acoso de una manera legal, no solamente en el transporte público, también en la vía pública.
El Gobierno de Buenos Aires ha prohibido este tipo de violencia en la capital, y quienes infrinjan la ley serán castigados con multas de hasta 1.000 pesos (unos 60 dólares), según el diario El País.
Según un estudio realizado por la organización MuMaLá, las mujeres argentinas pueden empezar a sufrir acoso a los 9 años. El 97% de argentinas han sufrido alguna vez acoso callejero, informa el Primer Índice Nacional de Violencia Machista.
La iniciativa fue propuesta por el legislador Pablo Ferreyra, quien aclaró que el acoso verbal o físico "es toda conducta unidireccional, física o verbal, producida por una o más personas en contra de personas, basado en su condición de género, identidad y orientación sexual que no desean o rechazan estas conductas por considerar que afecta sus derechos a la dignidad y a la integridad".
Las Morras en México
México es uno de los países de América Latina con mayor acoso sexual. El 47 % de las mexicanas mayores de 15 años ha sufrido algún tipo de violencia, sea física, sexual, emocional o económica en 2014, según informó el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).
En el país está prácticamente naturalizado la violencia verbal o física, una manera con la cual los hombres parecen demostrar su dominio de la vía pública mexicana. Muchas mexicanas son víctimas diariamente de tocamientos en el abarrotado transporte público (razón por la cual se instaló un área exclusiva para mujeres) o de comentarios sexistas en la calle.
Como protesta, en el mes de mayo surgió un movimiento encabezado por cuatro chicas de Ciudad de México, llamadas Las Morras.
Las capitalinas grabaron un vídeo que se hizo viral en el que enfrentaban a los acosadores callejeros: "¿Qué paso? ¿Me hablabas? Si no tienes nada que decirme, no me hables, ¿va?". Así respondió una de Las Morras a un hombre que le habló mientras caminaba por la calle con otra de sus compañeras.
Los hombres se quedan sorprendidos ante la respuestas de las chicas y suelen quedarse callados cuando se les pregunta qué les estaban diciendo sobre su físico.
La naturalización del acoso callejero en México es solamente el principio de un fenómeno mucho peor en la República, donde ocurre una violación sexual cada 4.6 minutos.
La mayoría de mexicanos, un 62%, creen que su país es machista, según una encuesta de Parametría. Los actos machistas y sexistas pueden ser la antesala de un escenario mucho más peligroso en México, que ya se encuentra en alerta por los altos índices de violencia sexual a las mujeres.
Actualmente, la legalidad mexicana solamente responde ante un acoso sexual (ya sea de manera física o verbal) en el ámbito laboral. En cambio, lo ocurrido en las calles no se contempla legalmente, y mucho menos el castigo al acosador.
Mientras tanto, las mujeres siguen caminando por las calles de México esperando un nuevo comentario que les haga sentirse débiles y violentadas.