En materia de cambio climático existen todavía numerosas dudas y cuestiones sin resolver. El ciclo terrestre, las cuestiones que afectan al planeta y la manera en que lo hacen es algo demasiado complejo. A estas alturas, casi todos los países tratan de reducir el nivel de CO2, dióxido de carbono, de la atmósfera. En eso consisten los esfuerzos de las naciones comprometidas con la cumbre del COP21 (y COP22). Sin embargo, existe un segundo jugador importante en todo este asunto. Un coprotagonista cuya importancia probablemente se esté pasando por alto. Lo que es un error. Hablamos del metano, que es un gas del que algunos expertos llevan advirtiendo desde hace décadas. ¿Ha llegado la hora de tomarlo más en serio?

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Un reciente informe realizado por un grupo independiente de científicos reunidos bajo el proyecto Global Carbon apunta con el dedo al metano y su producción como una fuente importante capaz de aumentar el calentamiento global. Sin embargo, esta cifra no ha hecho más que crecer. Según explica el informe, desde 2000, cuando comenzó a recogerse la información con respecto al metano, se ha incrementado la concentración detectada en el aire unas veinte veces. El pico de mayor crecimiento viene dándose desde el pasado 2007. Los investigadores no tienen clara la fuente de este incremento aunque no dudan en señalar los posibles culpables: las granjas y explotaciones agrarias.

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Durante 2014 produjimos unos 308 millones de toneladas de carne. Hace 50 años, la producción de carne era mucho menor, de apenas setenta y ocho millones. El incremento en el número de granjas y cabezas de ganado ha sido casi exponencial. ¿Esto qué implica? El ganado, por su proceso de digestión y debido a su hábito rumiante, emite una gran cantidad de metano a la atmósfera. Pero no solo la carne está en el punto de mira. Los procesos asociados a la plantación de algunos cereales, como el arroz, también son responsables de una grandísima producción de metano. El gas es producido por diversas reacciones químicas debidas a los microorganismos que habitan el suelo de los campos de arroz, que al ser inundados producen la fermentación y degradación de la materia orgánica.

En concreto, en el estudio se arroja la escalofriante cifra de 188 millones de toneladas de metano al año producidas por las granjas y las producciones agrícolas. Más que cualquier otra fuente, aunque seguida por las emisiones industriales, que ascienden a 105 millones de toneladas. La otra gran fuente de producción es la combustión de materia orgánica, bien natural o bien por actividad humana. En conjunto, la producción alcanza los 558 millones de toneladas. Según los datos recogidos por la investigación, tan solo 548 millones de toneladas son "recicladas" de forma natural, lo que implica un remanente de 10 millones de toneladas vertidas a la atmósfera.

Más peligroso que el CO2

El metano, aunque más desconocido por parte de la opinión pública, es un gas capaz de retener veintiocho veces más calor que el dióxido de carbono. Por suerte, en comparación con este, su prevalencia en la atmósfera es mucho menor. Pero esto podría dejar de ser así en un futuro si continuamos con el aumento que llevamos viviendo durante las últimas décadas. Es decir, si no tuviéramos en cuenta el metano y este siguiera incrementando su concentración en la atmósfera, todos los medios propuestos para reducir el CO2 (y así evitar la subida de dos grados de temperatura) servirían para más bien poco.

bienestar animal

Al contrario que el dióxido de carbono, cuya concentración parece haberse estabilizado, el aumento de metano parece haber crecido. Pero no sabemos por qué. Como explicábamos, existen diversos picos de crecimiento que por el momento carecen de una explicación satisfactoria. No obstante, como comentan los investigadores, gran parte de ello se deba a que medir la responsabilidad de las fuentes de metano es una cuestión muy compleja.

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Al contrario de lo que ocurre con las fuentes de CO2, la producción de metano no ha sido nunca tan investigada. Nunca se han puesto sobre la mesa tantos datos sobre la emisión y los efectos de los mismos, así como los sumideros por los que se asimila de nuevo. Y sin embargo, como vemos, el metano es un gas que tanto por su capacidad de retener calor como por su aumento inusitado en la atmósfera, es un factor muy a tener en cuenta si queremos combatir eficientemente un cambio climático y un calentamiento global incipiente.