La revista Nature, una de las publicaciones científicas más prestigiosas, ha elegido a los diez investigadores más destacados del año. Su selección incluye, entre otros, al español Guillem Anglada-Escudé, que descubrió el exoplaneta Proxima b, el mundo potencialmente habitable más cercano a la Tierra, y a la argentina Gabriela González, portavoz de Advanced LIGO. "Me alegra muchísimo el reconocimiento, que entiendo no es sólo a mí, sino al trabajo común de todo el equipo de la colaboración científica", explica a Hipertextual.
La investigadora, que se licenció en la Universidad de Córdoba y obtuvo su doctorado en la Universidad de Siracusa, trabaja actualmente como profesora de Física y Astronomía en la Universidad Estatal de Louisiana, en Estados Unidos. Su departamento se encuentra a menos de cincuenta kilómetros del observatorio Livingston, uno de los dos detectores de ondas gravitacionales de EEUU. El consorcio Advanced LIGO, en el que trabajan más de mil científicos y cuya portavoz es la propia González, logró uno de los hitos más importantes de la investigación en 2016. La detección de dos ondas gravitacionales permitió confirmar, más de un siglo después, una de las predicciones de Albert Einstein.
"¡Tenemos mucho para festejar!"
"Los últimos dos años han sido excepcionales", comenta Gabriela González. En 2015, cuando Advanced LIGO se puso en marcha, el observatorio superó todas las expectativas de sensibilidad. En menos de tres meses, los detectores lograron "escuchar" dos ondas gravitacionales que procedían aparentemente de sendas colisiones de agujeros negros. Sin embargo, los científicos tuvieron que esperar algo más para analizar los datos que confirmasen que las señales percibidas el 14 de septiembre y el 26 de septiembre de 2015 eran realmente lo que parecían. González agradece el reconocimiento tan positivo de la comunidad investigadora y del público general ante el anuncio que realizaron el pasado 11 de febrero, fecha en la que anunciaron la primera detección de ondas gravitacionales de la historia. "¡Tenemos mucho para festejar!", proclama.
"Lo más importante es que contamos con una nueva manera de hacer astronomía", explica Gabriela González a Hipertextual. Desde la antigüedad, los seres humanos han mirado al cielo preguntándose cómo es el universo. Con Galileo comenzó la astronomía con ondas electromagnéticas, primero utilizando la luz visible -los colores- y luego usando rayos X, rayos gamma, radio y microondas. A juicio de la investigadora argentina, "ahora podemos aprender de objetos que no emiten luz de ningún tipo, porque podemos ver el efecto viajero en la tela del espacio-tiempo". Las ondas gravitacionales, que pueden transformarse en ondas de sonido, nos permiten no solo observar el cosmos, sino también escucharlo. Gracias a potentes detectores como LIGO, es posible escuchar los tenues susurros provocados por algunos de los fenómenos más violentos y exóticos del universo, como la colisión de dos agujeros negros, la explosión de supernovas o el mismísimo Big Bang.
Durante el último año, los científicos han alternado su trabajo de toma de datos con la mejora de la sensibilidad de Advanced LIGO. El pasado 30 de noviembre, el consorcio comenzó a recopilar información de nuevo, un trabajo que se extenderá durante los próximos seis meses. "No sólo esperamos ver algunas [ondas gravitacionales] más, señales de colisiones de agujeros negros, y seguir aprendiendo, sino también poder localizarlos con más precisión cuando empecemos a tomar datos con el detector Virgo en Europa. Esperamos tener más buenas noticias que contar el año que viene, y cada vez mejor por varias décadas", dice a Hipertextual.
La física argentina opina que "Latinoamérica ha producido y produce muy buenos investigadores, reconocidos mundialmente, tanto viviendo allí como en el exterior". Lamentablemente, los eventos políticos o las crisis financieras han hecho que muchos de ellos emigren o abandonen la carrera investigadora. "Las respuestas a corto plazo a crisis, que a veces sólo duran unos años o menos, afectan sin embargo a generaciones enteras de científicos, y es muy difícil para los países afectados recuperar el potencial perdido. Aunque esto pasa en todo el mundo, las respuestas políticas con medidas drásticas parecen ser más comunes en Latinoamérica que en otros lados", apunta.
González, por el contrario, sostiene que "es difícil tener una opinión" sobre la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. "No ha nombrado todavía un asesor de ciencia, y tuvo pocos detalles en su campaña dedicadas a política científica", sostiene. Más allá de este tipo de cuestiones, lo que sí tiene claro la investigadora es que "las próximas décadas van a tener muchas detecciones de ondas gravitacionales". Gracias a los observatorios de Estados Unidos y de Europa, junto a los que se instalarán en Japón e India y el proyecto espacial de LISA Pathfinder, será factible escuchar señales procedentes de agujeros negros no tan grandes, de estrella de neutrones colisionando o de supernovas. "Probablemente tengamos algunas otras sorpresas también", adelanta Gabriela González, una de las mejores científicas del año según la revista Nature.