Ha sido uno de los temas más importantes en la agenda fiscal de la Unión Europea y, sobre todo, uno de los más relevantes del año respecto a las relaciones entre empresas norteamericanas y sus sedes fiscales en la Unión Europea, la tasa impositiva media del impuesto de sociedad y las diferentes presiones fiscales entre los países miembros: la relación fiscal entre Apple, Irlanda y la UE.

El debate, aunque ocupado por unos titulares que destacaban los 14.000 millones de euros que la UE reclamaba al fisco irlandés por, supuestamente, conceder una serie de privilegios fiscales, iban más allá de la baja presión fiscal que Irlanda tenía sobre las empresas que operan en dicho país, abriendo el debate sobre la autonomía fiscal de los Estados y, sobre todo, de las discrepancias fiscales que generaba dicha autonomía. En un momento además en el que la armonización tributaria de la UE ocupaba parte de las conversaciones.

Sea como fuere, tanto el Gobierno irlandés como Apple decidieron que, efectivamente, las obligaciones tributarias entre la compañía de Cupertino y el fisco irlandés estaban al corriente, y que en todo momento se había cumplido con la más estricta legalidad en lo que se refiere al pago de impuestos. Tim Cook escribió una carta a sus clientes en la que ponía especial relevancia el hecho de que la Comisión Europea no se estaba pronunciando sobre si Apple pagaba pocos o muchos impuestos, sino sobre qué Gobierno recaudaba ese dinero y sobre la autonomía fiscal de este último.

Desde fuera, el asunto parecía más una llamada de atención mediática y política a Apple que una cuestión de armonía y recaudación fiscal. Una forma de hacer que Apple pagase el pato de 15 años de desarmonización fiscal en la Unión Europea y incentivación de inversiones extranjeras promovida por la baja presión fiscal de unos países frente al resto.

"La Comisión nunca ha explicado claramente su teoría sobre ayudas de Estado que sustenta la investigación" - Michael Noonan, ministro irlandés de Finanzas.

El episodio entre el Gobierno irlandés y la UE no se ha detenido desde entonces, y acusaciones y alegatos cruzados, los irlandeses siguen apuntando en que el asunto tiene especial gravedad porque considera que la Comisión ha aplicado incorrectamente la Ley de ayudas estatales que Irlanda tiene con sus empresas, y sobre todo, que la injerencia de la Comisión supone una aplicación incorrecta del principio de plena competencia que Irlanda tiene con sus empresas.

"Irlanda no ha dado un trato fiscal favorable a Apple. Los impuestos fueron pagados en su totalidad y no se suministró ayuda estatal. Irlanda no llega a acuerdos con los contribuyentes"

El fondo del asunto es que, según el Gobierno irlandés, la Comisión se ha excedido sus facultades y ha interferido con la soberanía fiscal nacional de Irlanda, poniendo por tanto de manifiesto de nuevo, que el caso no está tanto en Apple y en la forma en la que esta compañía cumple con las obligaciones tributarias, sino en la forma en la que la Comisión no está de acuerdo con estas normas tributarias. Y sobre el mismo asunto se ha pronunciado uno de los consejeros de la compañía:

"Apple es un objetivo fácil porque genera un montón de titulares" - Bruce Sewel, Senior Vice President y General Counsel de Apple.

Sea como sea, tanto Apple como el Gobierno Irlandés apelarán la decisión de la Comisión, en vista del asunto más político que fiscal que está tomando el caso.

En este sentido, Apple ha comunicado su decisión sobre la situación actual entre la compañía, Irlanda y la Unión Europea sobre el tema de impuesto, confirmado además que tanto Irlanda como Apple apelarán la decisión de la CE:

"Apple es el mayor contribuyente del mundo, en los Estados Unidos y en Irlanda, con una tasa del impuesto de sociedades mundial entorno al 26%. Entendemos que los impuestos tienen un papel necesario e importante en nuestra sociedad, y pagamos impuestos sobre todos nuestros ingresos. Dado que nuestros productos y servicios han sido creados, diseñados y concebidos en EEUU, allí es donde pagamos la mayor parte de los impuestos. Desde hace mucho tiempo venimos abogando por una reforma fiscal que incluya un sistema simple y claro; si bien, este caso no ha estado nunca relacionado con cuántos impuestos paga Apple, sino dónde los paga.

Desde el inicio de este caso parece evidente que había un desenlace predeterminado. La Comisión tomó acciones de manera unilateral y cambió las reglas con carácter retroactivo, haciendo caso omiso tanto a décadas de legislación fiscal irlandesa como estadounidense, y también al consenso global en cuestiones de política fiscal. Si su opinión prevalece, Apple pagaría el 40% de la totalidad del impuesto de sociedades en Irlanda, lo cual es un hecho sin precedentes y, lejos de establecer condiciones de igualdad, es una decisión que apunta selectivamente a Apple. Esta decisión no tiene fundamento de hecho ni de derecho, y estamos convencidos de que será revocada.

Apple ha pagado miles de millones de dólares en impuestos y ha creado 1,5 millones de puestos de trabajo en la UE. Más allá de las cifras, respetamos profundamente a las personas y a la cultura europea. Mantenemos fuertes vínculos con la UE y esperamos trabajar con la Comisión en asuntos que marquen la diferencia para los ciudadanos de todos los Estados miembro.

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