Carl Gustav Jung, psiquiatra suizo, dijo una vez que lo peor que le puede ocurrir a cualquiera es que se le comprenda por completo. Una empresa española lleva tiempo dando entrevistas y promocionando su producto en base a varias mentiras. Y para su infortunio, ahora la comprendemos del todo. Apareció en marzo de 2016. Un protector de pantalla líquido para nuestro smartphone basado en nanotecnología, llamado Toro Nanotec Aura. Con una aplicación simple, protege su pantalla de marcas de huellas dactilares, arañazos, e incluso pequeños impactos. Todo, nuevamente, gracias a la nanotecnología. Y lo más sorprendente, lo que la empresa creadora presume en su caja y su web:
“Tecnología I+D Desarrollado [sic] en ESPAÑA”
La empresa presume de españolidad desde su propio nombre, Toro Nanotec, incluso hay varias banderas de España en la caja, y el logo es un toro que recuerda al de Osborne, pero en otra postura y pintado de azul. Todo con un diseño bastante pobre, tanto en su empaquetado como en la web de la empresa. El branding lo dejamos a gusto de cada uno. Ya se vende en Amazon, eBay, Carrefour Online y Fnac.
El funcionamiento es simple: en la caja nos llegan dos botellas cuentagotas de cinco mililitros cada una. La número 1 es un "limpiador pulidor de precisión", y la número 2 es el protector líquido en sí. Se aplican gotas de cada una sobre la pantalla y se pasa un paño hasta que desaparezcan los restos del producto. Una vez realizado, se crea una "capa nanotecnológica súper fuerte" que protege al panel de arañazos, suciedad, huellas, etc. Dura "hasta un año".
Un producto que se presenta así y ha sido desarrollado en España es sorprendente. Demasiado. Más todavía si queremos concretar su procedencia: viene de Crevillent, un pueblo alicantino de 28.000 habitantes. Alicante es una tierra llena de bondades, pero entre ellas no está el contar con una malla empresarial sobre I+D químico que permita un avance así, al menos no sin que suponga una sorpresa. Supuestamente, allí, en un domicilio particular, se ha desarrollado un producto que bien podría considerarse un logro de la industria química si atendemos a todas sus virtudes. Pero no tan deprisa.
Celedonio, dígame
Antes de comenzar a investigar, queremos hablar con un responsable de la empresa, alguien que además de detallarnos su origen pueda ponernos en contacto con un empleado de perfil técnico que haya trabajado de primera mano en el desarrollo del producto. Más sorpresas: Toro Nanotec lo forma un empleado, su fundador. Nadie más. Es Celedonio Rocamora, quien atiende a nuestra llamada y nos explica esta situación:
”Tenemos algunos colaboradores externos, sí, pero como equipo, soy yo solo. De momento”.
Ante esta sorprendente respuesta, quiero cerciorarme de que realmente la versión oficial dice que es un producto desarrollado en España, a lo que Celedonio responde que sí, que por supuesto. “Desde abajo, además, desde cero”. Nada nuevo bajo el Sol, es lo mismo que lleva defendiendo desde marzo. Como en el vídeo promocional de su canal de YouTube, en una entrevista de septiembre de este año, o en otra entrevista de esRadio Elche. Celedonio siempre mantiene que su producto es un desarrollo químico propio, en solitario y con capital privado. Lo adereza con frases como “soy un emprendedor” o “son muchos años de esfuerzo y sacrificio”.
Parece lógico pensar que para crear un producto de base nanotecnológica hace falta contar con preparación académica en química. A nuestra pregunta sobre si cuenta con ella, Celedonio responde que no, que no ha estudiado nada sobre eso, y que todo lo que ha aprendido para crear un compuesto nanotecnológico propio ha sido de forma autodidacta durante dos años. Las fechas, más o menos, cuadran: el dominio de su web fue registrado en marzo de 2015.
”He aprendido todo esto leyendo muchas cosas de Internet, como libros y tesis. Y cuando ya había desarrollado el producto al 90%, prueba y error, prueba y error, una y otra vez”.
Le insisto preguntándole si realmente todo lo ha conseguido él solo, sin ayuda de nadie cualificado, así como si no ha tenido problemas para acceder a cierta maquinaria industrial pesada, y cara. No es lógico, que diría Mr. Spock.
”En la Universidad de Alicante me ayudaron, sí, pero digamos que como con un acabado, cuando ya estaba casi casi terminado. Es que nos faltaba una maquinaria que era bastante cara, y me la prestaron”.
Desde Hipertextual nos pusimos en contacto con Javier García, Director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante, que afirmó no saber nada de Celedonio ni de Toro Nanotec. Esa fue, de haber sido real, la única ayuda a nivel técnico que reconoce haber obtenido Celedonio. Sí reconoce varias ayudas más por parte de algunas instituciones, pero siempre a nivel de formación empresarial, como emprendedor, y nunca como inventor.
”Hace un par de años me presenté a un concurso de ideas para crear empresas en la Universidad Miguel Hernández de Elche, para crear startups, algo nuevo. Me presenté con mi idea, y no me quisieron. Es porque ellos sí tienen gente estudiando temas de nanotecnología, el tema este, y teniendo estudios no han conseguido lo que yo sí he conseguido sin estudios pero a fuerza de golpe y de mucho fallar, de muchas noches, a fuerza de bolsillo. Esto es la realidad, amigo”.
Mientras me cuenta esto, busco en Google a qué concurso exacto puede referirse, y encuentro la Maratón de Creación de Empresas de la Nau de la Innovació, dependiente de la UMH. Celedonio me confirmó que hablaba de este mismo concurso en una de sus ediciones anteriores.
Con ella localizada, me pongo en contacto con Javier Sancho, Director del Área de Emprendimiento en la Nau de la Innovació del Parque Científico de la UMH, quien me confirma que sí conoce a Celedonio, y que recuerda su participación en dicha maratón. Aquella fue una maratón abierta a todo el mundo, en la que el único requisito para entrar era tener una idea innovadora, sin que se hiciese siquiera una criba previa de candidatos. La criba llegaba después, de la mano del jurado, quien lo mandó de vuelta a casa en la primera ronda, versión corroborada por el propio Celedonio. Según Sancho, y siempre en forma de opinión personal, le pareció extraña una idea como la que este hombre traía, y más todavía viniendo de alguien sin formación académica en dicho campo (en ningún campo, de hecho). “Luego me enteré de que era transportista, y tras quedarse en paro, comenzó con la idea esta”.
Sancho subraya que el poco apoyo que se le pudo dar a Celedonio fue el mismo que se le da a cualquier otro emprendedor interesado, y siempre en aspectos puramente empresariales, relacionados con el desarrollo de un modelo de negocio. Pero no a nivel técnico, donde nunca se le ofreció ningún tipo de colaboración por parte del Parque Científico. “Recuerdo que algún emprendedor estuvo con él, y tras enseñarle su idea, decía que era puro humo”. Tras aquel episodio, Celedonio continuó dejándose caer esporádicamente por la UMH para asistir a jornadas de puertas abiertas.
También contactamos con Ángela Sastre, Directora del Máster Universitario en Nanociencia y Nanotecnología Molecular de la UMH, quien también nos confirma que no sabe nada de Toro Nanotec ni de su creador.
“Es puro arte, es secreto, son productos mezclados”
Durante mi primera entrevista con él, pido a Celedonio que nos hable del producto y del proceso de fabricación de su protector de pantalla. Imaginando que se escudaría -muy legítimamente- en el secreto que rodea a la fórmula exacta, le pido al menos conocer los componentes, ya que no vienen especificados en la caja del producto.
”¿El compuesto del producto? Hay partes que son secretas, es puro arte, son varios productos mezclados, con base nanotecnológica. Nosotros trabajamos con micropolvos que son más pequeños que las células humanas. ¡Mucho más pequeños! Este líquido crea, como si dijéramos, una red transparente y súper fuerte. Es un líquido oscuro, pero luego se hace transparente al echarlo en la pantalla. Es una capa de 0,0002 mm”.
Naturalmente, le insisto para conocer los compuestos.
”¿Los compuestos químicos? Bueno, son básicos: un adhesivo, que actúa de adhesivo... en el líquido actúa de adhesivo para que se quede en la pantalla, que eso sí va puesto en la caja, es una solución con agua y alcohol. Es un nombre muy largo, pero va puesto en la caja”.
El componente de “nombre muy largo” al que se refiere, que viene en la caja, es el 3-aminopropiltrietoxisilano. Le insisto nuevamente para que cuente algo más sobre la composición del protector.
”El componente que evita… Es secreto. Son dos o tres años trabajando en ello. Hay ciertas cosas que no las puedo decir. O sí que puedo, pero no debo. ¡No es por nada! ¿Eh? Es que los competidores se nos echarían encima”.
No hay forma.
Caja made in Alicante, producto made in Aliexpress
Celedonio repite hasta la saciedad que su producto es un invento español, suyo, de nadie más, fruto de años de esfuerzo y dedicación. También afirma que “hay algunas empresas en el mundo en estos temas de nanotecnología, pero sólo somos dos las que nos lo tomamos en serio y estamos sacando cosas. Una es Crystallusion y luego estamos nosotros”.
Bueno, un vistazo rápido sirve para comprobar que en AliExpress llevan años vendiendo este mismo producto, con un sistema idéntico al de Toro Nanotec: dos botellas de 5 ml (el limpiador y el protector) junto a un paño de microfibras. Pero con una diferencia sustancial: cada unidad cuesta unos 7 euros, un pack de 150 rebaja el precio hasta los 3 euros por unidad. Toro Nanotec vende las suyas por 30 euros. Un buen negocio.
De hecho, es posible ver productos muy similares, por no decir idénticos, promocionados en 2013. Pero lo inquietante de verdad es que la descripción del producto de AliExpress es exactamente la misma que la de Toro Nanotec. En ambas alude a los mismos conceptos, las mismas propiedades, los mismos beneficios. Incluso se hace uso de la escala de Mohs para hablar de la dureza del producto, 9H, la cual le deja a la altura del corindón, por debajo únicamente del diamante y por encima del topacio o el cuarzo. No hay más que comparar la descripción de AliExpress con la descripción de Toro Nanotec. Cualquiera diría que es una mera traducción. Incluso algunos conceptos parecen fruto de un traductor automático chino-español más que de una redacción natural de quien ha desarrollado el producto, como “claridad de óptica” o “cómoda aplicación (líquido)”.
Aquí, un matiz: aunque Celedonio habla de la nanotecnología como una capa que permite proteger al terminal de varios tipos de inclemencias y daños, sin saber (aunque hace como si no quisiese) especificar nada más a fondo, encontramos que Kristall, una empresa que se dedica también a la protección de cristales mediante soluciones líquidas, tampoco especifica gran cosa, pero un grupo danés especializado en nanotecnología analizó el producto. Este, junto a otras investigaciones y reportes, dejan entrever que sí es viable a nivel químico un producto así mediante el uso de dióxido de silicio (SiO2). Que sea viable no significa, naturalmente, que todo producto que se anuncie como "basado en nanotecnología" utilice esta composición.
Una de las últimas preguntas a Celedonio en la primera entrevista fue para pedirle fotografías del proceso de desarrollo, a lo que respondió con lo siguiente:
”Fotos, sí… Tendría que verlo, porque tampoco… Sí. Tendría que verlo. Mira, llámame la semana que viene y a ver qué podemos hacer”.
La patente de Schrödinger
Dicho y hecho, le llamo unos días después.
”Nos falta el tema de las fotos, sí. Las tengo que conseguir esta semana, y os las envío, y cogéis la que más os guste para ponerla en portada [risas]”.
Aprovecho para que la llamada no sea en balde y le hago algunas preguntas más. Por ejemplo, si su producto está patentado, y su logo, registrado. Responde que sí a ambas, y más tarde se reafirma. Esta respuesta choca con la realidad: en la Oficina de Patentes y Marcas no tienen constancia ni de Toro Nanotec ni de Celedonio Rocamora. De hecho, tampoco se encuentra nada que recuerde a ninguno de los dos en el listado de empresas que tienen alguna patente con la palabra “nanotecnología” en ella. Tampoco en las marcas comerciales. Ni en ningún Boletín Oficial de la Propiedad Industrial (BOPI). Tampoco existen patentes internacionales centradas en protección de conocimiento, sí que encontramos solicitudes de modelos de utilidad en China (una por aquí, otra por allá), y de varios años antes de que comenzase la actividad de Toro Nanotec. Fueron concedidos en 2011 y en 2014.
Seguimos con esta segunda llamada con Celedonio, quien de repente recuerda algo que olvidó mencionar en la primera entrevista, la ayuda que le prestó el CEEI de Elche, una institución pública con programas de apoyo a los emprendedores. A dicho centro le gustaría dar su agradecimiento público por la ayuda prestada en asuntos de formación y asesoría empresarial. Menciona que la innovación en química la aprendió leyendo por Internet, mientras que una vez ya tenía su producto tuvo que aprender gracias a instituciones como este centro la forma de distribuirlo y venderlo.
En la web del CEEI hay una página específica sobre Celedonio en la que se menciona brevemente la actividad a la que se dedica su empresa: "TORO NANOTEC aura, empresa privada con tecnología I+D, fabricante y distribuidor en protecciones Nano Tecnológicas. Protector de pantallas líquido, móviles, tablets, etc. Protector líquido para lentes de gafas. Protector líquido para cristal de automoción e industrial".
En esta segunda llamada también aprovecho para preguntarle de nuevo por el compuesto de su producto, y nuevamente se cierra en banda para dar cualquier explicación mínimamente técnica. O al menos, que no parezca que infantiliza a su interlocutor con conceptos como “puro arte”, “es como hacer perfumes”, “mezclar muchos productos” y similares. “Nos ha costado mucho tiempo y esfuerzo llegar hasta aquí, no debo hablar de ciertas cosas”.
Me pregunta mi opinión sobre su producto, a lo que le respondo que supongo que el que es “suyo” (“suyo”) es el de la botella número 2, la del protector líquido, ya que la número 1 es un “limpiador pulidor de precisión” que huele a agua con alcohol y parece un limpiador al uso, de los que se pueden encontrar a patadas en el mercado. Respuesta literal:
”No no, lo de la botella 1 no es sólo alcohol, pusimos también nanotecnología, sí, sí, sí, sí. No lleva alcohol ni lleva nada, es nanotecnología pura. Es una forma de pulir, un limpiador que enseguida se nota limpieza y huellas”.
Repetición de la jugada: “[…] no es sólo alcohol, pusimos también nanotecnología. […] No lleva alcohol ni lleva nada, es nanotecnología pura […]”. Se contradice en cuatro segundos. Tras la patente de Schrödinger, llegó el alcohol de Schrödinger. Está, pero no está.
El discurso es el mismo que el que mantiene desde que su producto comenzó a comercializarse. Podemos verlo en algunas entrevistas que ha concedido a diversos medios, donde se recrea en el proceso creador.
También ha sido bastante proactivo a la hora de promocionar su producto en medios, blogs tecnológicos, canales de YouTube, etc. A ellos, como hacen tantas empresas de toda índole, les ha enviado una muestra gratuita de su producto para que hablasen de su funcionamiento. Y le ha salido bien.
Tercera y cuarta llamada
La tercera llamada a Celedonio tiene lugar once días después de la primera. Once días pasaron, pero la respuesta a la petición de fotografías del proceso de creación fue la misma: "vuelva usted mañana". Dos días después, volvemos a llamarle. En esta cuarta llamada, por videoconferencia, las cosas empiezan a ponerse interesantes. Comenzamos a enumerarle todas nuestras pesquisas, búsquedas infructuosas y contactos que respondieron con una negativa.
Cuando le contamos que el Director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante no conoce ni a la empresa ni a él mismo, responde que no fue ese departamento quien le ayudó con la maquinaria, sino "otro, de algo de química". No fue capaz de recordar el nombre de la persona de contacto. "Ay, no me acuerdo del nombre ahora mismo, debería de buscárselo".
Luego le explicamos que, pese a que él nos aseguró varias veces que su producto está patentado, no pudimos hallar patente alguna a su nombre, ni a nivel nacional ni internacional, pero sí las de origen chino que comentábamos antes. Su respuesta alude a su asesoría: "no lo tengo aquí ahora en la mano, pero se lo buscaré, porque está".
A continuación le expongo mi inquietud por el hecho de que pese a que le hemos pedido en varias ocasiones un esquema de funcionamiento de su producto y algunas claves de su creación, lo más cercano a ello que hemos obtenido han sido explicaciones infantiles. "Es pura magia", "es como hacer perfumes" o "se mezclan tres o cuatro líquidos durante tres o cuatro días y sale" son las frases más destacadas. A ello replica que "lo hace un poco más sencillo para que lo pueda entender cualquiera", y a ello le respondo que no se preocupe, que a mi lado en la oficina está mi compañera Ángela Bernardo, biotecnóloga de formación, quien seguro podrá comprender cualquier esquema. Y en ese momento, Ángela se une a la videollamada.
La conversación, tras tres minutos de "ay, Javier, es que no te oigo bien, creo que se entrecorta", sigue por derroteros similares: símiles y eufemismos, explicaciones tremendamente básicas. Ángela le pregunta por la composición de la capa: "¿por qué está formada? Son materiales que tenemos nosotros en... en nuestra base. Ya le dije a su compañero que no puedo dar detalles a mi competencia. Puedo decir hasta cierto punto". Tras esta respuesta, Ángela interviene de nuevo para preguntar por los compuestos que utiliza como disolvente. "¿Como disolvente? No no, simplemente lleva agua y alcohol. [...] Es que el cliente no quiere estar media hora esperando a que se seque, quiere algo rápido, por eso lo tenemos así". La conversación no avanza mucho más: le pedimos una imagen de microscopia electrónica del producto y un esquema de funcionamiento. O no lo tiene, o ya nos lo enviará.
Llegados a este punto le cuento que tenemos sospechas de que lo que hace es comprar el producto en AliExpress y revenderlo diez veces más caro. Para ello quizás, no lo sabemos, se podría beneficiar de la empresa de films y embalajes que tiene su hermano en un polígono de Cox, un pueblo de Alicante a quince kilómetros del domicilio de Celedonio. Lo niega todo: "¿no me estarás comparando con los extremeños de la bellota, no? No, no, no, no, Javier, no te precipites, no publiques nada de eso porque luego te puedes llevar una sorpresa". Luego nos insta nuevamente a no publicar nada y darle un par de días para que pueda reunir la documentación y remitírnosla, lo cual, por supuesto, aceptamos.
Antes de colgar, le preguntamos por los proveedores químicos de los que nos habla. Le cuesta mucho hablar de ellos, y finalmente acepta darnos el nombre de uno, sólo uno, siempre y cuando no lo publiquemos. Nos lo dice, y nos cuesta treinta segundos entrar en su web y leer en portada que únicamente suministran sus productos a instituciones académicas dedicadas a la investigación, no a empresas con fines comerciales. Celedonio insiste: ellos son sus proveedores. Uno de ellos, porque aparte de ese (americano) también tiene "uno de Burgos, otro de Navarra, otro de Japón...".
48 horas después...
Han pasado 48 horas desde aquella llamada y no tenemos señales de vida de Celedonio, así que le llamamos. Cuelga. Nos llama cinco minutos después y nos dice que está reunido con unos proveedores, así que por favor llamemos a la persona que se encarga de la comunicación de Toro Nanotec, Daniel. Le llamamos y simplemente toma nota de nuestras peticiones, las mismas que hicimos a Celedonio anteriormente, y nos asegura que su versión es real. "Yo lo he visto todo, en un día o dos a más tardar, si me mandáis un mail con todas las peticiones por escrito, os hago llegar todo".
Dicho y hecho, se lo enviamos todo por correo, y nos responde en unas pocas horas de forma sorprendente. O bien se olvida de algunas peticiones, como el contacto de la Universidad de Alicante, o bien contesta de forma inverosímil, como cuando dice que el grosor que anuncian de la capa (0,0002 o 0,02 milímetros, según dónde lo escriban) se calcula "a través del conocimiento de los químicos que lleva la mezcla, pero no se ha realizado una fotografía final del resultado debido a su alto coste". A ojo de buen cubero.
Y otros dos aspectos llamativos: el registro de la marca, que no encontramos por ningún lado, sí se hizo... pero a nombre de "Toro Manotec" por un error en la solicitud. "El cambio está solicitado desde que se conoce el problema y estamos pendientes de que sea subsanado". Comprobamos el Boletín Oficial de la Propiedad Industrial del fichero al que hace referencia, y en efecto, existe.
Por otro lado, nos remite a ALMABE, un laboratorio murciano que según él "acompañó a Cele en el diseño del producto". Hablamos con ellos a través de su portavoz, Miguel Martínez, quien niega esta versión: en ningún momento el laboratorio tuvo nada que ver en el diseño o desarrollo del producto, sino que Celedonio les hizo llegar pequeñas muestras del mismo, completamente finalizado, y su único papel fue remitir su informe de toxicidad al Instituto de Toxicología. Tampoco conoce su composición ni pudo certificar la presencia de nanopartículas. Se limitó a la tutela de producto y a certificar la compatibilidad con el envase.
Por último, sobre la patente de Schrödinger, argumenta que "para este último protector, a pesar de que yo creía que sí, no existe patente. Hay registradas patentes anteriores del año 2014, referentes al primer modelo de producto, pero la fórmula que se trabaja actualmente es sin patente". Vaya. Se despide asegurándonos que en tres días nos podría enviar el esquema de funcionamiento.
Surrealismo sublime
Un día antes de la publicación de este artículo, nos llegan las fotos prometidas. El resultado es inenarrable. Celedonio aparece en un laboratorio sosteniendo probetas y botellas vacías (o directamente, sosteniendo nada), o junto a una columna de destilación. El para qué podría usar una columna de destilación con un producto basado en nanopartículas es otro misterio.
Tenemos la hipótesis de que Celedonio ha pedido como favor a algún laboratorio que le dejen entrar con un cameraman a hacerle unas fotos. ¿Se acuerdan del laboratorio ALMABE, a quien nos remitió Cele pero contradijeron su versión? Nosotros sí. Una búsqueda rápida en Google Imágenes y... sorpresa, la estética del mobiliario y la arquitectura coinciden.
Llamamos de nuevo a Miguel, de ALMABE, y nos confirma nuestra sospecha. Celedonio estuvo allí pocos días antes de la publicación de este artículo, y pidió hacerse unas fotos con instrumental de laboratorio. Una vez más, Miguel nos confirma que en ese laboratorio nunca tuvo lugar ningún desarrollo de producto, ni ese día ni anteriormente, y repite la versión de la primera llamada.
Celedonio Rocamora está dado de alta como autónomo, y de esta forma ejerce su actividad, sin registro como empresa. Pese a que afirma constantemente que Toro Nanotec está dada de alta como empresa, lo cierto es que no, no aparece en el registro mercantil en ningún formato, ni consta ninguna empresa a nombre de Celedonio. Él, desde su domicilio familiar, revende con su propio logo el producto que compra en masa a AliExpress.
Incluso dentro de su actividad como autónomo, Celedonio tiene un problema: está registrado en el CNAE (Clasificación Nacional de Actividad Empresarial) dentro del epígrafe 4754, únicamente válido para el comercio minorista de electrodomésticos. Igual que en el SIC (Standard Industrial Classification), epígrafe 5722. Su producto ("su producto") no entra tampoco en este registro.
Los paralelismos con Zetta son inevitables: supuesto emprendedor de éxito que desarrolla un producto tecnológico complejo en suelo nacional, pero que en realidad lo único que hace es comprar un producto chino finalizado al 100%, ponerle sus pegatinas y su propia caja, y revenderlo como un desarrollo químico propio. Y multiplicando su precio no por dos, sino por diez. La jugada maestra de Celedonio.
También nos hemos puesto en contacto con Rubén Sánchez, de FACUA, quien nos ha dado algunas claves sobre potenciales consecuencias. En primer lugar, Celedonio, como responsable de Toro Nanotec, debería aclarar de forma precisa su invento y la supuesta investigación que lo respalda a petición de cualquier consumidor. En segundo lugar, de ser un fraude al no haber desarrollo propio alguno como publicita sin parar, la autoridad autonómica en materia de consumo podría y debería abrir un expediente informativo para ver si existe fraude y requerir a la empresa la documentación que acredite todo lo que dice sobre su producto. De no conseguir la acreditación, se consideraría fraude por publicidad engañosa y se abriría un expediente sancionador. Esta sanción variaría en función del alcance estimado en la publicidad llevada a cabo por Toro Nanotec, de su número de ventas, etc. Aquí juega en su contra el hecho de que vende en grandes superficies como Amazon, eBay, Carrefour Online y Fnac. Y en su propia caja destaca el "I+D desarrollado en España".
Al menos también tenemos la certeza de que no ha obtenido ningún tipo de subvención, pese a que el tipo de empresa y producto del que hablamos (innovación, tecnología, etc), de ser ciertas todas sus premisas, tendría un acceso prácticamente directo a ayudas públicas. No figura como beneficiario de ninguna en boletín oficial alguno. El problema es que para ello tendría que acreditar no sólo sus cuentas, sino también la documentación técnica del desarrollo de su producto. El problema es que es inexistente. En lugar de eso trata de convencernos a medios y consumidores con argumentos del tipo "es secreto, no puedo decir nada porque la competencia se me echa encima, es puro arte, es como hacer perfumes". Antes o después, se descubriría la treta.