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Aunque en España la penetración de WhatsApp y las redes sociales es enorme, en muchos otros países desarrollados como Estados Unidos, los mensajes SMS continúan siendo uno de los medios de comunicación más usados día a día. La clave para entender esto es que aquí los SMS eran y son insultantemente caros, pero las tarifas planas de otros países, que los hacían prácticamente gratuitos, provocaron que la transición hacia la comunicación por datos no fuese necesaria.

Sin embargo, pese a todo, los SMS no dejan de ser parte de una tecnología que, aunque funciona bien, se quedó muy estancada y ha perdido mucho contra la mensajería instantánea, hecho que produjo que las operadoras y Google presentaran RCS, que llegaba tarde y mal.

Pese a que no representa ventajas reales sobre los sistemas sobre datos como WhatsApp o Messenger, son muchos los actores que se están uniendo a la carrera por popularizar este nuevo estándar, a la vez que se incorpora a los terminales. El último en llegar ha sido Samsung tras la adquisición de NewNet Communication Technologies, una pequeña compañía suministradora de telecomunicaciones que se encuentra implicada en el desarrollo y de RCS y que puede ayudar a los surcoreanos a integrar mejor el sistema.

El temor en la industria es que RCS acabe como un protocolo cerrado que cada operador y fabricante adapte a su gusto y que, finalmente, no favorezca la universalidad del sucesor del SMS. En NewNet Communication Technologies ofrecen un paquete de servicios bajo el que pueden usarse y ejecutarse acciones como llamadas VoIP, videoconferencias, envío y recepción de archivos, mensajes de notificaciones sobre pagos o conocer el estado del envío de un mensaje, o si el interlocutor está escribiendo antes de enviar, y pretenden que estas funciones estén disponibles para los usuarios.

WhatsApp, que ya cuenta con más de 1.000 millones de usuarios, ofrece ahora un innumerable mejores funciones y mayor conveniencia, pero acabar con el SMS y llevarlo hacia un camino adaptado al S.XXI parece el camino correcto. Otra cosa muy distinta es que efectivamente funcione tal y cómo se anuncia y no genere grandes problemas de compatibilidad con los SMS. Y por supuesto, no es momento ya de pretender derribar el muro como se quiso hacer con Joyn.

Se trata de un mercado que se mueve muy lento, y que por lo tanto siempre acaba alejado de las necesidades específicas que se requieren en cada momento, que en 2010 fueron las que WhatsApp ofrecía. Perseguir tan tarde el beneficio más allá de suministrar un mejor servicio no puede ser el principio clave del sucesor del SMS. No en 2016. Sin duda, debe serlo el llegar a todas las personas que o bien tienen un teléfono sin datos o bien sienten que los SMS ya no son lo más cómodo.

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