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El movimiento, comunicado esta semana en Barcelona, parece el primer consenso firme para la adopción del protocolo que llevaba años para ser implementado debido al conflicto de intereses entre los partícipes.

RCS trata de evolucionar los SMS con un nuevo estándar que permita una funcionalidad más rica: mensajería instantánea, grupos o la posibilidad de compartir ficheros. Esa clase de características que adoptaron los servicios over-the-top como WhatsApp, Line o Facebook Messenger mientras las operadoras perdían el control del timón.

La GSMA y las operadoras no han dudado ni un ápice en anunciar la iniciativa como salvadora de los usuarios frente a las empresas de servicios que, al parecer, nos han encadenado. Año 2016 y las operadoras se congratulan de poder ofrecer chat de grupos, envío de imágenes y un "check" para mensajes leídos; asegurando mejorar la experiencia de los 4.000 millones de usuarios de SMS en el mundo. Lo harán con la tecnología y el soporte de Google, esa empresa de servicios que tan poco gustaba, hasta ahora, a las operadoras.

El discurso cambia cuando es Google el que ofrece la infraestructura y la operadora puede hacer suya la experiencia de ese estándar bajo su propia aplicación e infraestructura o emplear la Plataforma Jibe que hospedará Google bajo el perfil universal que la GSMA ha perfilado. Choca, eso sí, que tras los discursos sobre la no-neutralidad de los dispositivos que han narrado varias operadoras, este sucesor del SMS vaya a estar sólo disponible para Android por el momento, aunque tiene sus puertas abiertas a Apple, Windows Phone o resto de sistemas operativos. Además llega tarde, casi una década tarde. El protocolo se intentó promover y estandarizar desde hace años, destacando la iniciativa de Telefónica, Vodafone y Orange en 2012 con Joyn sin mucho éxito.

Alex Sinclair de la GSMA asegura que “es un desarrollo muy positivo para la industria, y la contribución de Google proporcionará a los operadores una nueva oportunidad de ofrecer una mejor experiencia de la mensajería para los consumidores de todo el mundo”. El problema es que WhatsApp lleva operando desde 2009, con más de 1.000 millones de usuarios, aplicaciones universales y no fragmentadas. Porque Android es un sistema operativo fragmentado, y las operadoras no lo van a cambiar.

Tal vez necesitemos un estándar de comunicación no controlado por nadie, como lo es el email, bajo las demandas actuales, por y para el móvil; pero esta iniciativa promovida por las operadoras para intentar recuperar el control que, desde hace años, perdieron por el camino no lo va a ser. Google quiere su propio servicio de mensajería y las operadoras ceden felices si esto les permite modificar "la experiencia" en pos de recuperar el control perdido.

Medidas desesperadas en tiempos desesperados.

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