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Tim RT (Flickr)

El consumo de bebidas energéticas se ha disparado en los últimos años. Lejos de dar alas, este tipo de productos puede perjudicar seriamente la salud. Así lo demuestra un estudio publicado en BMJ Case Reports, en el que se difunde el segundo caso de hepatitis provocado por la ingesta excesiva de bebidas energéticas. Pero no es el único efecto secundario asociado con el consumo diario de productos tan conocidos como Red Bull, Burn o Monster.

Un hombre de 50 años ingresó aquejado de malestar, dolor abdominal, náuseas y vómitos. Aunque inicialmente el paciente sospechó de una gripe, su orina presentaba un preocupante color oscuro que le llevó al hospital. Los primeros análisis indicaron que padecía hepatitis y transaminitis, un incremento de las transaminasas que se relaciona con una lesión hepatocelular. Tras descartar que la enfermedad fuera causada por una infección viral o por la ingesta de alcohol, el equipo de Maryam Sattari señaló un posible sospechoso: el excesivo consumo de bebidas energéticas.

El paciente tomó entre 4 y 5 bebidas energéticas a diario durante tres semanas, lo que según los médicos podría explicar la hepatitis. El primer caso de daño hepático asociado con la ingesta excesiva de productos como el Red Bull, el Monster o el Burn fue documentado en un artículo publicado en Journal of Medical Case Reports en 2011. Una mujer de origen caucásico ingresó en el hospital tras tomar durante quince días una media de diez latas diarias.

Mientras el mercado de las bebidas energéticas continúa expandiéndose rápidamente, los consumidores deberían conocer los riesgos potenciales que tienen algunos de sus ingredientes. Las vitaminas y los nutrientes, como la niacina, están presentes en cantidades que exceden por mucho el consumo diario recomendado, dando pie a un incremento del riesgo por su acumulación dañina y toxicidad.

La hipótesis de los médicos es que la niacina (vitamina B3) podría estar detrás de los dos casos de hepatitis conocidos hasta la fecha. La toxicidad hepática de este compuesto depende de la dosis, superando el segundo paciente todas las recomendaciones. Según el artículo, cada botella de su bebida energética contenía 40 miligramos de niacina, un 200% más del valor diario aconsejado, y él tomó entre 4-5 latas diarias durante más de tres semanas. Una auténtica bomba de relojería para su hígado, que explotó cuando menos lo esperaba.

Los daños colaterales de las bebidas energéticas

Las bebidas energéticas, introducidas por primera vez en Japón en 1960, en Europa en 1987 y en EEUU en 1997, han utilizado campañas publicitarias muy agresivas para promocionar su consumo, particularmente entre los más jóvenes. Según los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, los hombres entre 18 y 34 años representan el grupo que más productos de este tipo ingieren, aunque la moda también ha llegado a los adolescentes con edades entre los 12 y los 17 años, que beben latas de Red Bull, Burn o Monster de forma habitual.

La mezcla de bebidas energéticas con alcohol preocupa mucho a la comunidad científica, que ha reconocido el grave problema de salud pública ante el que nos encontramos, favoreciendo, por ejemplo, la ingesta y dependencia al alcohol. Ninguna campaña de marketing ha podido tumbar la evidencia científica sobre los nulos beneficios de sus ingredientes y sus potenciales riesgos. Muchos ciudadanos consumen habitualmente bebidas energéticas para mejorar su rendimiento físico y deportivo, de acuerdo con un informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Sin embargo, la EFSA ha reconocido que el popular ginseng, supuestamente utilizado para combatir el cansancio o mejorar la atención y la concentración, no tiene tales efectos positivos.

Tampoco lo hace el guaraná, la taurina o la L-carnitina, según recordaba el bioquímico José Manuel López Nicolás en su blog Scientia. La molécula que sí funciona, de acuerdo con la propia EFSA, es la cafeína, que también podemos encontrar en el café, un producto mucho más saludable que este tipo de bebidas energéticas, siempre que se consuma con moderación. Y es que además del posible daño hepático, la ingesta excesiva de bebidas energéticas se ha relacionado con problemas cardíacos, insomnio y nerviosismo, depresión, estrés o ansiedad.

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Nattu (Flickr)

Red Bull, Monster o Burn no son bebidas energéticas, a pesar de la agresiva publicidad que acompaña su comercialización. Aunque muchos de sus efectos secundarios se han asociado tradicionalmente con la cafeína que presentan, conviene recordar que no se deben exceder los 300 mg de esta molécula. Su mezcla con otros compuestos e incluso la combinación de algunos ingredientes, tales como la taurina con el alcohol, sí puede afectar al sistema nervioso central, por ejemplo.

En ese sentido, la agencia regulatoria en Francia (ANSES señala que no existe evidencia probada sobre la seguridad de la taurina o de la D-glucuronolactona en relación a sus perjudiciales daños neurológicos o renales, respectivamente. Aunque los estudios son limitados, comienza a haber una evidencia creciente sobre una relación de causa-efecto entre el consumo de bebidas energéticas y ciertos problemas de salud. Por ello los científicos recomiendan **moderar la ingesta de productos que contengan cafeína, así como de estas bebidas estimulantes, especialmente en el caso de deportistas, en grupos de edad determinados (adolescentes) y sobre todo no mezclarlas con alcohol. El nuevo caso de daño hepático causado presuntamente por el consumo excesivo de bebidas energéticas debería provocar una reflexión acerca de su ingesta y la falta de regulación gubernamental sobre este tipo de productos.