El Ford Focus eléctrico era uno de esos modelos que parecían haber sido creados para poder decir que se tiene un coche eléctrico, un modelo que no ofrecía nada diferente a la competencia y que la propia marca no parecía hacer demasiada campaña comercial. Una empresa que se centra en la movilidad y en el vehículo autónomo debe acompañar al movimiento 100% eléctrico y por fin se han subido a la ola, eso sí, aún tiene algún matiz de coche adaptado.
Los responsables, gracias a la nueva batería proporcionada por LG, han logrado ofrecer 63 kilómetros extras de autonomía en un modelo que ahora, bajo ciclo EPA (el norteamericano) te permitirá recorrer 185 kilómetros, una cifra que está entorno a lo que ofrece su competencia más directa. Para diferenciar al primer modelo de esta revisión tendrás que hacer un ejercicio de confianza ciega ya que en el exterior no notarás ningún cambio pero en el interior hay una novedad muy importante: la carga rápida se ofrece de serie gracias a un conector de carga combinada (CCS) relativamente estándar ya que lo usan todos los fabricantes excepto Tesla.
El mayor inconveniente se centra en la capacidad del maletero, que sigue siendo tremendamente reducida, fruto de la transformación de un coche que no fue pensado para albergar unas baterías y por ello tiene que usar casi todo el maletero. En la nueva versión el usuario tendrá que sacrificar este aspecto si quiere disponer del modelo 100% eléctrico, no hay otra opción ahora mismo.
Las ventas del Focus eléctrico han sido muy bajas: 7.000 unidades frente a los 100.000 modelos del Leaf vendidos. Ford quiere con esta nueva versión ofrecer una opción más a los usuarios que no necesiten un modelo con mucho maletero y que además no quieran llamar la atención con diseños diferentes que le dicen a todo el mundo que eres un conductor de un vehículo eléctrico.