Home Alone fue una de las películas clásicas de los noventa. El filme, protagonizado por un jovencísimo Macaulay Culkin, se estrenó en España con el título Solo en casa, mientras que en Latinoamérica optaron por el sorprendente Mi pobre angelito. Quince años más tarde, Walt Disney Pictures produjo la cinta Ice Princess, una obra que llegó a América Latina bajo la denominación de Sueños sobre hielo, algo más coherente que la que recibió en nuestro país, donde se estrenó como Soñando, soñando... triunfé patinando. Viendo estas diferencias, es natural preguntarse cómo se seleccionan los títulos de películas extranjeras y por qué se realizan estas elecciones tan llamativas.

El doblaje nació con la invención del cine sonoro en los años treinta. En aquella época, existía la necesidad acuciante de facilitar el acceso al séptimo arte a una ciudadanía analfabeta en la mayoría de los casos. Con el paso del tiempo, muchos gobiernos decidieron promover el doblaje en lugar de la versión original por cuestiones puramente ideológicas. La propaganda nacionalista de muchas dictaduras, incluida la franquista en España, insistía en la identidad lingüística y en el control de la censura como razones para traducir y doblar todas las películas extranjeras.

En busca de un título con gancho

Actualmente, el doblaje en países como España y México se realiza de forma sistemática y masiva. Sin entrar en los problemas de acceso al cine en versión original que existen en estos países, cabe preguntarse por qué los títulos de las películas extranjeras varían tanto.

Carlos Jiménez, director de Marketing de de Paramount Pictures, explicaba en una entrevista en Excelsior que muchas distribuidoras de cine se enfrentaban a un problema cuando el título original de un filme se refería a una palabra o a una frase hecha con un significado único en el lenguaje en el que se había grabado. "Ahí es cuando la oficina de México se reúne y barajea los títulos que se pueden usar para la película con base en la historia y los personajes para luego mandarlo a la oficina regional y así obtener de ellos su aprobación", comentó.

Las llamativas diferencias en los títulos de películas extranjeras con respecto a su versión original tenían una explicación clara para otro directivo de la industria. Según Juan Carlos Lazo, director general de 20th Century Fox México, en ocasiones las elecciones no son afortunadas, pero se trata de un tema más complejo de lo que parece en un primer momento. Las razones que llevan a una productora a elegir una denominación u otra responden a factores principalmente comerciales: los títulos de películas extranjeras deben ser atractivos, comprensibles y sencillos para el público general.

títulos de películas extranjeras

Ese fue el caso del nombre que la cinta Ice Princess recibió en España, según aseguró el director de Marketing de Buena Vista Internacional a Cinemanía. "El caso de Soñando, soñando… se debe a que ya habíamos estrenado las dos entregas de Princesa por sorpresa: era una sobredosis de princesas", dijo Álvaro Curiel. Una explicación que muchas veces pasa desapercibida para el público general, que convierte estas decisiones en una oportunidad para el chiste fácil.

Un estudio realizado en la Universidad Complutense de Madrid ha comparado las traducciones de títulos de películas extranjeras al castellano y al francés. Además de los motivos puramente comerciales, la investigadora Isabel Negro ha determinado factores culturales que diferencian una elección de otra. En España, la técnica más utilizada por la industria es el potenciamiento, un mecanismo que eleva un concepto del título original hasta un punto superior de la escala. Este sería el caso de películas como Malditos bastardos, que procedía de Inglorious basterds, o Mentiras arriesgadas, la versión de True lies. Ambos títulos, según el trabajo, se conservaron en Francia, donde optaron por una traducción literal.

Otro de los mecanismos empleados en el séptimo arte es la parametrización. En este caso, los títulos de películas extranjeras –más genéricos– se sustituyen por denominaciones más específicas, como sucedió en El diario de Noa (The notebook) o Dos policías rebeldes (Bad boys). La expansión metonímica es una estrategia de traducción aplicada en películas como Jaws, que se dio a conocer en España y Latinoamérica como Tiburón. La propia Negro abordó en una investigación anterior las diferentes técnicas para versionar los títulos de películas extranjeras.

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Además de los ya mencionados, la traducción cero, la creación o la adaptación son mecanismos muy empleados por la industria, como explicaban en Magnet. En el primer caso, la denominación de la película se mantiene aunque se añade un pequeño texto explicativo para dar contexto a dicho título. Así, la famosa cinta Ghost, protagonizada por Patrick Swayze y Demi Moore, llegó a Argentina, Colombia, Chile, Costa Rica, México, Perú, Uruguay y Venezuela con el título Ghost, la sombra del amor, mientras que en España se comercializó como Ghost, más allá del amor y en Paraguay como Ghost, el fantasma del amor.

Por aberrantes que parezcan algunas elecciones, las traducciones de los títulos de películas extranjeras siguen siendo un "mal necesario". Al menos eso opina Isabel Negro, quien defiende que estas técnicas ayudan a que las películas y series cuenten con un "mayor impacto comunicativo". La responsabilidad de estas traducciones, en cualquier caso, depende de los departamentos de Marketing de las distribuidoras, que deciden cómo y por qué se cambian los nombres originales de las obras. Esta práctica, común en España y Latinoamérica y no tanto en otros países como Francia, continuará a pesar de los defensores del cine en versión original. ¿El motivo? "La traducción seguirá siendo necesaria ya que en muchos casos aclara el original aportando información adicional", concluye Negro.