En la escena final de Annie Hall, su director y protagonista, Woody Allen, recordaba un chiste:
Un hombre va al psiquiatra y le dice "mi hermano está loco, se cree una gallina". El psiquiatra le responde: "¿por qué no lo lleva al manicomio?". Y el hombre le replica: "Lo haría, pero me hacen falta los huevos".
El consumidor tecnológico avezado lleva años con este mismo problema: sabe que "Nexus" no significa "barato", y que tarde o temprano tendría que asumir que lo que ocurrió en 2012 y 2013 fue algo puntual, no la regla a seguir. Pero necesitaba los huevos.
Traducido: era demasiado bonita la idea de tener smartphones más que decentes a precios menos que irrisorios (Nexus 4 y sobre todo Nexus 5), actualizados por Google de forma casi inmediata a la liberación de cada nuevo Android, como para admitirse a uno mismo que ese escenario tenía más tintes de fallo en Matrix que de patrón para la industria.
Otro hecho ha estado jugando en contra de la memoria colectiva del consumidor tecnológico. Puntualizamos: "consumidores tecnológicos", felizmente, ya somos todos, así que distinguiremos entre "con devoción por el cacharreo" (los que nos ocupan) y "con devaneos a la hora de cambiar de móvil". Para los primeros, es altamente probable que su pasión por el gadget les llegase cuando el smartphone ya estaba empezando a asentarse, razón por la que el Nexus 4 y posteriores tengan un hueco reservado en la memoria, mientras que los Nexus anteriores (y fueron tres) sean recuerdos difuminados.
El Nexus 5 no fue un teléfono móvil, fue la consolidación de una idea. La cámara seguía sin igualar a los gama alta de entonces, igual que la autonomía, pero por todo lo demás se hacía justicia a la frase "hace lo mismo a mitad de precio". Y el consumidor, feliz. La colleja llegó con el Nexus 6, que acabó empadronado donde habita el olvido: por su precio parecía sugerir que ahora sí, que ahora estábamos frente a un gama alta con todas las letras, que por lo tanto el precio tenía que ir acorde, y que había que asumir que los terminales de nulo beneficio comercial eran cosa del pasado.
Los hechos, que suelen ser letales con los charlatanes, dejaron una impresión unánime: pese a su mejor autonomía (a costa de crecer hasta las 6 pulgadas) y un buen rendimiento, el Nexus 6 era un terminal pésimo en relación calidad-precio, siendo su pantalla y su cámara los principales responsables. Trucha vendida a precio de marisco la víspera de Nochebuena.
De vuelta a los orígenes
En 2015, Google se dio cuenta de que el Nexus 6 fue demasiado decepcionante, en lo cualitativo y en lo comercial, y apostó por volver a un modelo algo más parecido al que tenía hasta entonces: una opción ligeramente más asequible pero de calidad, el Nexus 5X, y otra opción mayor en todo: tamaño, especificaciones y precio.
Con el paso de los meses, al 5X le empezaron a llegar suculentos descuentos hasta lograr ser algo parecido a lo que fue el Nexus 5 en su momento. Pero por un motivo u otro, la marca Nexus, quizá víctima de su propia inconsistencia y bandazos en búsqueda de su propio ADN, ha perdido el peso que otrora tuvo.
Tras muchos rumores desde hace años, parece que esta vez es la buena: Google sacrificará la marca Nexus en favor de Pixel. Y el próximo 4 de octubre debutarán los primeros smartphones Pixel.
Nexus se ha fugado de la indiferencia en la que estaba recluido. Hoy, rebautizado como Pixel para poder engalanarse con precios premium sin sonrojarse por un pasado comprometedor, sobrevive como soldado de fortuna. Si usted tiene algún problema y se lo encuentra, quizá pueda contratarlo. Pero avisamos: se antoja difícil que Google le dé facilidades de pago.