Puede que prefieras el libro a la película o que Matt Damon no te caiga bien; pero lo que no podrás decir es que *The Martian* es una película mala. Al menos desde el punto de vista de la ciencia. Aunque como toda obra de ciencia ficción puede tener errores y fallos en el desarrollo, The Martian, que a partir del 26 de agosto estará disponible en Movistar+, es una excelente obra de divulgación científica. En ella podemos meternos en el papel de un auténtico explorador de Marte. Y probablemente la experiencia real no sea tan distinta a como la describió Andy Weir en su obra (y Ridley Scott plasmó en pantalla). ¿Cuáles son esos conceptos de los que hablamos?
Botánica marciana
Mark Watney es un botánico incluido en la Ares III como parte de la tripulación para investigar algunas propiedades biofísicas de Marte. De hecho, es el accidentado que se queda atrás a la espera de que lo saquen de allí. Y son sus conocimientos en botánica los que le permiten sobrevivir a casi dos años terrestres en un desierto congelado y alienígena. ¿Le habrían servido de algo? Sí, desde luego. A pesar de lo que pueda parecer, la composición del suelo marciano es bastante similar a la de la tierra, existiendo una gran cantidad de sílice, calcio, hierro y otros componentes. ¿Y los nutrientes? Tal y como nos muestran en la película, el truco está en los deshechos humanos.
Sí, se podría utilizar el fertilizante "humano", muy rico en sustancias y los organismos adecuados para que las plantas pudieran crecer. Eso sí, todavía faltan dos cosas: el dióxido de carbono con el que las plantas hacen la síntesis de elementos esenciales y el agua. Lo primero es sencillo, pues la atmósfera marciana, aunque tenue, tiene dióxido de carbono de sobra procedente, creemos, de su inusual geología. La segunda, en vez de obtenerla del combustible, como en la película, probablemente fuese más fácil sacarla del permafrost existente en numerosos puntos de la superficie del planeta. Y voilà, ya tenemos un jardín en Marte.
Paciencia espacial
Uno de los aspectos mejor representados en The Martian es la dinámica orbital. A pesar de que todas las películas de ciencia ficción (incluyendo pesos pesados como Interstellar) se saltan esta parte, lo cierto es que una nave no despega así como así y sale de la órbita en cuestión de horas para ponerse rumbo a las estrellas. Los satélites, las sondas o las naves necesitan complejos cálculos, asistencia gravitatoria y otras operaciones que requieren mucho tiempo. No sólo por las distancias, sino para poder escapar de la gravedad y dirigir los artilugios de la manera adecuada. Esta es una de las razones por las cuales las misiones espaciales duran tanto tiempo.
Y esta brutal realidad es la que se muestra en The Martian. Watney es dejado atrás y dado por muerto. Una vez que la misión del Ares continúa con su viaje, el botánico es capaz de contactar con la Tierra de nuevo. Pero cualquier operación para reunirse con él tardará meses o años en producirse. De hecho, confirmó Rudi Schmidt, manager de la Mars Express, los cálculos son reales, computados por el propio Weir y no simples especulaciones de ciencia ficción. Unos cálculos que muestran que los tiempos a los que estamos acostumbrados poco tienen que ver con el espacio.
Comunicaciones lejanas
Una cuestión que suele pasar desapercibida en casi cualquier película de ciencia ficción es la comunicación. La comunicación es una necesidad y un hecho en nuestro día a día. Pero mandar y recibir mensajes en nuestro pequeño planeta es relativamente sencillo. Nada parecido a lo que supone comunicarse a grandes distancias. Y Marte tampoco es que esté a una gran distancia, en comparación, pero sí lo suficiente como para que no podamos hablar en "tiempo real". Este hecho resulta "antinatural" en la época de las comunicaciones.
Lo cierto es que sólo hay que recordar las complicadas maniobras y las "ventanas de comunicación" disponibles sólo ciertas horas y en ciertos momentos concretos. Para que podamos recibir las señales, enviadas por radio, el emisor y el receptor deben estar en la posición adecuada, cosa complicada en una danza estelar tan sofisticada. Además, hay que tener en cuenta que a semejantes distancias, hasta la luz puede parecer lenta.Y por si fuera poco, necesitas una herramienta que permita enviar la señal. Y sí, la Pathfinder y la Sojourner, como muestran en la película, podrían ser opciones perfectas para hacerlo.
Gravedad ingrávida
Otro aspecto divulgativo interesante ha sido usado una y otra vez en las películas de ciencia ficción. Hablamos del toro central, ese anillo situado en el centro de una nave que permite simular la gravedad en un ambiente ingrávido. Y lo cierto es que esta estructura es bastante realista. Sí, un anillo girando a la velocidad correspondiente sería capaz de generar una composición de fuerzas adecuadas para mantener un ambiente sucedáneo a otro afectado por la gravedad.
De hecho, esta disposición ya fue propuesta en 1975 durante un campamento de verano en la NASA. El toro de Stanford es una estructura de 1.8 kilómetros de diámetro que rota sobre su eje terminando una vuelta completa cada minuto y simulando una fuerza gravitatoria de entre 0,9 y 1 "g". El toro de Stanford (en su concepción) sería capaz de albergar hasta 10.000 personas en un ambiente cercano y agradable para los seres humanos.
The Martian representa de manera increíble uno de los mayores retos de la humanidad
Estos son sólo algunos de los aspectos divulgativos de la película. Se pueden identificar muchos más conceptos y hechos científicos con sólo pararse a pensar. Incluso los que han sido reflejados erróneamente. Por todo ello, ya lo decíamos al principio, más allá de la crítica cinematográfica, The Martian representa de una manera increíble la realidad científica de uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad: la conquista de Marte.
Si eres un apasionado de la ciencia, el espacio y por supuesto Matt Damon, tienes una cita a partir del 26 de agosto con Movistar+ para el estreno de The Martian.