Bioingenieros del MIT han logrado desarrollar un método con el que registrar sucesos pasados complejos en el ADN de células humanas. Con él, estas ganan la posibilidad de tener memoria e informar sobre eventos como la inflamación mediante la secuenciación del propio ADN. Anteriormente ya existían sistemas similares al que han creado, pero se realizaron sobre bacterias y no células, y no ofrecían datos sobre la intensidad, exposición o duración del evento que se registraba.
Para el nuevo método, los investigadores se han basado en CRISPR, que si bien está siendo ampliamente usado para modificaciones genéticas, en esta ocasión decidieron emplearlo y adaptarlo para su uso con almacenamiento. Para codificar las memorias, el equipo diseñó hebras para el ARN como guías con las que indicar qué parte de ADN codifica la misma guía.
Así, la enzima Cas9, tras cortar el ADN y codificar la guía, genera una mutación que se convierte en una grabación completa del evento. Dicha secuencia, tras la mutación, genera una nueva hebra de ARN como guía que enlaza Cas9 con el ADN mutado, lo que permite que nuevas mutaciones se acumulen el tiempo que Cas9 esté activo. El sistema posibilita mutaciones progresivas que se acumulan como una función de los sucesos biológicos, lo que, en consecuencia produce memoria codificada genéticamente.
Las aplicaciones prácticas ofrecen muchas esperanzas de cara al futuro, en células humanas, órganos creados artificialmente o tejidos. Si se programasen las células para registrar múltiples fuentes, el sistema podría emplearse para monitorizar inflamaciones, infecciones o la progresión de cáncer, o incluso para diferenciar cómo las células se van especializando en distintos tejidos a medida que los animales se desarrollan desde embriones a adultos.
En definitiva, un método esperanzador con el que conocer más los procesos que conducen a enfermedades, como pueden ser, por ejemplo, condiciones medioambientales, alimentación o transmisión.