Imaginemos un tranquilo paseo bajo el sol, con las chicharras de fondo. A nuestro lado, un inmenso campo de girasoles, amarillos y verdes mira hacia el sol de media tarde. Al otro lado del camino, un campo de las mismas flores, pero con el tallo bastante más grande, mira hacia levante. "Qué curioso", pensamos mientras seguimos caminando en el dorado de una tarde de verano. Los girasoles son famosos por el curioso "comportamiento" de seguir al sol. Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿De qué manera funciona? Vamos a verlo.
Así crecen los girasoles
El girasol, Helianthus annuus, es una planta de la familia de las asteráceas procedente de América Central. Sus propiedades oleaginosas y su belleza la han extendido por todo el mundo. Pero estas son solo algunas de sus increíbles propiedades. Todas las plantas tienen diversos juegos de hormonas destinados al correcto crecimiento celular. Gracias a las mismas sus tejidos crecen, se engrosan o se endurecen según estas señales de origen fisiológico. Muchas de estas hormonas son muy conocidas e incluso utilizadas en la industria agroalimentaria. Una de esas hormonas es la auxina. Conocida como hormona del crecimiento, la auxina se encarga señalar a la célula que debe multiplicarse de forma que la planta puede ir creciendo. La auxina aparece en los tejidos de la planta en crecimiento de forma natural. Pero es inhibida por la luz. Por tanto, cuando la luz da en una parte del tejido de la planta, esta deja de producir auxina, acumulándose en las partes a oscuras.
El fototropismo hace que la planta crezca hacia la luz gracias a una hormona llamada auxina
Esto produce un crecimiento en estas otras partes, de manera que la planta va creciendo hacia la luz. A este fenómeno se le denomina fototropismo y es precisamente lo que ocurre con los girasoles en crecimiento. Al darle la luz en cierta parte del tallo, crece más el tejido a oscuras por la acumulación de estas hormonas. Así, la flor va girando "mirando" hacia el sol. Esto ocurre de la siguiente manera: por la mañana la parte que mira al este, iluminada por el sol, crece menos que la parte que mira al oeste, provocando el giro de la flor. Por la noche, ocurre al revés, devolviendo la planta a su posición. Para que esto ocurra existen varios genes implicados en el proceso. Pero claro, un detalle importante: esto solo ocurre cuando los girasoles están en crecimiento. Cuando los girasoles han alcanzado la "madurez", se quedan mirando hacia levante hasta el fin de sus días.
El reloj circadiano de los girasoles
Pero este no es el único secreto de los girasoles. Un reciente estudio sobre estas plantas muestran un hecho fascinante: presentan un reloj circadiano, como los animales, con el que reaccionan a las distintas fases del día. La evidencia la han encontrado en el hecho de que los girasoles "anticipan" la dirección del sol, de manera que comienzan a producir hormonas estimulando el crecimiento para que la flor comience "mirando al este" siga el curso del sol y termine encarando al oeste para volver a comenzar. Así, los girasoles emplean dos mecanismos de crecimiento: el propio de la luz que comentábamos; y otro también controlado por la dirección de la luz, pero regulado por el reloj circadiano de la planta. Mientras que unos genes se expresan más durante el día, otros lo hacen por la noche, controlando el crecimiento.
Mientras que nuestro reloj circadiano se sitúa en nuestro cerebro, controlado por el sistema nervioso central y según los estímulos (como la luz), las plantas poseen su reloj "en todo el cuerpo de la planta". Son estos genes los que marcan los ritmos, además de los mecanismos clásicos de las plantas para crecer. Solo de esta manera el girasol puede controlar perfectamente el movimiento coordinado con el sol. Pero, a todo esto, ¿por qué le interesa a un girasol estar siempre de cara al astro que nos ilumina cada día? Aunque la pregunta peca de ser un poco... "lamarckista", y la naturaleza no hace las cosas por razones concretas, existe un fundamento.
¿Por qué los girasoles miran al sol?
La respuesta es... la polinización. Vamos por partes. Cuando llegan a su madurez los girasoles se quedan mirando hacia el este. Esto asegura que se calienten más por las mañanas. Especialmente su flor. ¿Y para que les sirve? Para que sean polinizados más fácilmente. Las abejas y otros insectos prefieren las plantas más calientes. Su visión e infrarrojo detecta más fácilmente las plantas que despiden más calor de manera que los girasoles que miran hacia el este son más "atractivos" para los insectos que los que miran al oeste.
Como el resto de seres vivos en la superficie de la Tierra, los ritmos están marcados por el día y la noche. La manifestación de los girasoles es tan solo una más, interiorizada por un complejo reloj hormonal que, en conjunto, termina dándole una ventaja a la planta. Un conjunto de pequeños cambios que van desde lo más pequeño hasta un gran campo lleno de hermosos girasoles girando, como en una danza, a lo largo del día bajo el sonido de las chicharras.