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Mucho, mucho tiempo atrás, cuando nuestra estrella era joven, un pedazo de roca y hielo comenzó a acumular gas de la nebulosa que le rodeaba. A día de hoy, lo que en su momento fue la sombra de un planeta se ha convertido en el mayor titán dentro de nuestro sistema solar. Tan grande y denso que en su interior pasan cosas insólitas. Y a su alrededor también. Por ello, hoy mismo llegará una sonda procedente de nuestro pequeño planeta a visitarlo; a observarlo y descubrir algunos de sus secretos. Pero, probablemente, muchos de sus misterios quedarán sin resolver. Esta es la historia de Júpiter, el gigante de nuestro cielo.

Hasta el corazón de Júpiter

Si sumamos todas las masas de todos los planetas del Sistema, Júpiter seguiría siendo unas 2,48 veces mayorImaginemos que vamos sobre Juno. La sonda lleva cinco años viajando para llegar a las inmediaciones de este gigante. Tan grande que su volumen es igual a 1.317 "Tierras". Sí, cientos y cientos de planetas como el nuestro "cabrían" dentro de nuestro vecino. También es el planeta "más gordo" de todos los del Sistema Solar. Su masa es unas 318 veces mayor que la de la Tierra; si sumamos todas las masas de todos los planetas del Sistema, Júpiter seguiría siendo unas 2,48 veces más masivo. Júpiter se ha ganado con creces el título del planeta más grande. Y eso que no es tan grande como lo fue hace tiempo. Debido a un complejo fenómeno propio de su atmósfera gaseosa, el diámetro del planeta se ha reducido a la mitad de lo que fue hace miles de millones de años. Pero, aunque es enorme, Júpiter está unas ochenta veces por debajo, hablando de masas, para convertirse en una estrella (lo que no parece mucho, pero hablamos de más de 100.000 "Tierras" por encima).

Pero, volviendo a los lomos de Juno, como sabréis, Júpiter es un planeta principalmente gaseoso. Aunque la sonda no bajará tanto, se acercará lo suficiente como para observar mejor lo que esconden sus nubes. Miles de kilómetros por debajo de sus primeras capas, Júpiter esconde una superficie que creemos sólida. Pero antes de eso, pasaríamos por una enorme capa de líquido. Líquido que no es otra cosa que hidrógeno. Si pudiéramos seguir bajando, de pronto, ocurriría un fenómeno muy curioso: un lugar donde llueve bajo el mar de hidrógeno. En este lugar, la lluvia es de helio y neón, ambos gases nobles; y la presión ya sería, con total seguridad, insoportable para cualquier instrumento que pudiéramos construir.

Júpiter

Pero si siguiéramos bajando, de pronto nos toparíamos con una superficie cristalina, como nunca hemos visto. Esta superficie es nada menos que hidrógeno metálico. Cuando el hidrógeno es sometido a la presión suficiente, los átomos se ordenan de una forma particular, condensándose en un líquido metálico muy particular. A estas alturas no tenemos del todo clara cuál es la situación de esta superficie. Todavía hay mucho por descubrir. Pero sigamos bajando. Tras cientos de miles de kilómetros bajo este hidrógeno metálico terminaríamos topándonos con el hueso duro de Júpiter, su núcleo de roca y hielo. Aunque esto también es materia de discusión, otro misterio más de nuestro gigantesco vecino.

Volando entre nubes

Volvamos a la superficie, una de las partes más interesantes del planeta. ¿De qué está hecha? Se sospecha que el principal componente de las primeras capas de Júpiter es amoníaco congelado. A este se añade hidrógeno, probablemente azufre o fósforo. Casi con seguridad, explican los expertos, un poco más abajo exista una gran cantidad de hidrosulfuro de amonio. Puede, incluso, que más abajo existan nubes muy densas de agua. Toda esta amalgama de gases crea la sinuosa superficie por la que Júpiter es famoso. Sus volutas y corrientes son una imagen de referencia. La superficie gaseosa se divide en enormes bandas que giran al son del planeta. Júpiter se mueve rapidísimo sobre sí mismo, girando sobre su eje en apenas diez horas. Esto ayuda a explicar los increíbles movimientos y danzas que realizan las bandas de gas.

La fuerza de Coriolis a la que se somete su superficie es muy intensa. así, los vientos pueden alcanzar hasta los 500 Km/hLa fuerza de Coriolis a la que se somete su superficie es muy intensa. así, los vientos pueden alcanzar hasta los 500 kilómetros por hora, separando bandas y zonas en su superficie de una forma muy vistosa. Otros elementos importantes entre las nubes de hidrógeno de Júpiter son sus manchas. La gran mancha roja es un fenómeno meteorológico increíble. Es un anticiclón muy estable a lo largo del tiempo en cuyos bordes se dan vientos de hasta 400 kilómetros por hora. De hecho, el propio anticiclón tiene dos veces el tamaño de la Tierra y lleva siglos, si no milenios, en la superficie de Júpiter. A su vez, hace unos años apareció otra mancha en la superficie del planeta. Del mismo tamaño que la anterior, esta nueva mancha es también fruto de un fenómeno meteorológico y parece indicar que los vientos y las tormentas arrecian bajo su enorme superficie.

Júpiter
Imágenes tomadas con el telescopio Hubble. Fuente: NASA y ESA.

Otro de los maravillosos aspectos de Júpiter son sus enormes auroras. "Alimentadas" por los intensos vientos solares, las partículas cercanas a la velocidad de la luz quedan atrapadas por la enorme magnetosfera del gigante. La magnetosfera se refiere a un extenso y muy intenso campo magnético alrededor del planeta. Si pudiéramos verla, la magnetosfera de Júpiter sería igual de grande que nuestra luna llena, a pesar de la enorme distancia que nos separa de ella. Este campo magnético atrae las partículas aceleradas hasta los polos, donde se provocan estas espectaculares auroras boreales. Dichas auroras son prácticamente eternas y mucho más grandes que nuestro propio planeta. Dichas auroras constituyen uno de los mayores espectáculos que podemos observar entre las nubes de Júpiter. Pero no el único, ni probablemente el más misterioso. Todavía nos queda mucho por entender de nuestro vecino, un enorme titán que espera silencioso a la llegada de Juno, la sonda que desvelará muchos de sus misterios. O eso esperamos.