Las auroras de **Júpiter siempre han intrigado a los científicos. Con una intensidad de cientos a miles de veces más que las que ocurren en nuestro planeta, estas auroras boreales son las que presentan mayor potencia de todo el sistema solar. Las observaciones realizadas por el telescopio Hubble han permitido ahora fotografiar algunos de los eventos más activos e intensos desde que los investigadores comenzaron a estudiar este tipo de fenómenos.
Los astrónomos han usado el telescopio Hubble de la Agencia Espacial Europea y de la NASA para fotografiar las "maravillosas luces", según sus palabras, que pueden observarse en los polos del planeta. Este programa de observación complementa el trabajo de la misión Juno**, que llegará a Júpiter el próximo 4 de julio. Mientras Hubble monitoriza la actividad de las auroras, la sonda Juno se encarga de medir el viento solar relacionado con la aparición de estos fenómenos. Una actividad de investigación complementaria que, según los científicos, ha ayudado a descubrir la "aparente fiesta de fuegos artificiales" que Júpiter despliega ante la inminente llegada de Juno.
Las luces coloridas y brillantes que pueden verse en Júpiter son fruto de un proceso complejo, cuyo origen se desveló hace sólo unos meses. El viento solar es capaz de acelerar los iones de sulfuro y oxígeno a velocidades cercanas a las de la luz. Cuando esas partículas chocan contra la atmósfera del planeta, quedan atrapadas en el gran "imán" que rodea a Júpiter, provocando dichas auroras boreales. La rotación del propio planeta influye además en la aparición de estos eventos, especialmente en el espectro ultravioleta.
Las fotografías registradas ahora son fruto de un programa de monitorización diario que el Hubble está realizando sobre Júpiter. Así, el telescopio espacial está observando las auroras día a día durante un mes completo, con el fin de captar el movimiento de unos fenómenos que superan en dimensiones el tamaño del propio planeta Tierra. Además de estas características, las auroras de Júpiter presentan dos peculiaridades más: por un lado, son mucho más energéticas que los eventos terrestres y, por otro lado, su particular origen hace que nunca cesen. El trabajo de los astrónomos nos ayudará a comprender un poco mejor el fenómeno y la influencia que presenta sobre él la actividad solar.