El sector del transporte ha vivido una de las revoluciones, de mano de la tecnología, más radicales en los últimos años. Empezó con Uber en 2009 y ha seguido con otras réplicas similares en años posteriores y geografías diferentes. En España fue Cabify en 2011, una startup que comenzó en nuestro país y pronto migró a Latinoamérica.
A día de hoy, Latinoamérica, y más concretamente México, es la mayor fuente de ingresos para la startup. Ricardo Weder, CEO de la compañía en Latinoamérica, quita hierro al asunto y apunta a una cuestión de tamaño. Con tantas ciudades de más de 20 millones de personas -España sólo tiene 46 millones de habitantes-, lógicamente el volumen de negocio será mayor. Pero lo cierto es que, en más de alguna ocasión, los portavoces de la startup en España han reconocido que su éxito allí es masivo; y sus últimos movimientos se han dirigido a crecer allí, más que en España.
Para Cabify, por cultura e idioma, la conquista de Latinoamérica era un paso lógico
Al contrario que su rival de actividad Uber, que apuntó sus primeros esfuerzos en Europa y Asia, Cabify pronto supo ver los réditos que podrían granjearse una pronta expansión al otro lado del charco. Para Ricardo, en Latinoamérica "en seguida se detectaron las deficiencias"; y con el objetivo perpetuo de querer mejorar la movilidad de las ciudades, lo cierto es que aún era terreno inexplorado por la competencia y la necesidad de encontrar un medio de transporte seguro, y similar al taxi, era creciente.
A propósito de la seguridad, al igual que BlaBlaCar en su momento, ha tenido que hacer un ejercicio intensivo por profundizar en las tareas de control. Tanto de usuarios, como de conductores. Tras exámenes psicotécnicos y entrevistas, los conductores de Cabify en cualquier país de Lationamérica son monitorizados en su jornada laboral de forma continua. Los viajes, como explica Ricardo, "son seguidos desde las oficinas durante las 24 horas del día".
Sin cambios sustanciales en materia legislativa a nivel mundial, pese a un mayor aperturismo desde las instancias locales, una de las máximas de Cabify es la de que "siempre buscan encuadrarse en las normativas vigentes de cada región en la que operan". Sin perder el foco de querer buscar el cambio en éstas. Es por esto que, en palabras de Ricardo, "es complicado hacer una valoración conjunta de todo lo que acontece en Latinoamérica". Todo es "muy local" para Cabify.
Los pioneros: México, Perú y Chile
Perú, en octubre de 2012, fue el primer país en el que Cabify puso sus intenciones. Es, de hecho, uno de los lugares más curiosos en los que opera la empresa. Ricardo explica que, debido a los bajos niveles de gente con tarjetas de crédito a su disposición, "se han visto obligados a aceptar pagos en efectivo". Algo que en España, por ejemplo, sería impensable.
México esperó hasta noviembre de ese mismo año pero, curiosamente, ha sido el primero en regular todo aquello que se saliese del tradicional negocio del taxi. Es la región en la que más negocio han registrado hasta la fecha, operando en ocho ciudades diferentes. Su recién estrenada Ley de Movilidad ha acogido con los brazos abiertos las nuevas formas de movilidad privadas que, prácticamente, tienen "manga ancha" para operar en el país.
Los taxistas de todo el continente se quejan de los diferentes pagos de impuestos que se les imputan respecto a Cabify
Al igual que en Lima, miles de taxistas se han manifestado en contra de la actividad de la compañía, pero en ambos se ha buscado maximizar la seguridad de los servicios de transporte.
El último de ese año fue Chile. Mucho más reacio a la llegada de Cabify y, por tanto, de Uber. Para poder ejercer en esta región es necesario estar inscrito en el Registro Nacional de Transporte. Sin embargo, los encajes legales en los que se ha ubicado Cabify, les permite no ser sancionados por ningún grupo de presión. Aun así, casi 100 vehículos -en conjunto con Uber- han sido retirados de la circulación por no cumplir los requisitos de afiliación. El problema es que uno de los objetivos de las instituciones ha sido congelar el número de vehículos de transporte público (aunque sean de carácter privado); pues en su opinión, estas empresas solo aumentan las cifras y, por tanto, van en contra de sus deseos.
Las quejas, replicadas allá por donde pisan, se repiten. Los taxistas alegan que estos nuevos inquilinos no pagan impuestos y no disponen de licencia. Todo en esta vida, se resume en dinero.
2015, el año de Colombia
Colombia ha sido uno de los lugares más complejos para la actividad de Cabify en Latinoamérica
Y del país con el canal más grande del mundo a Colombia, que recibió a la empresa de transportes ese mismo año. Recibidos por la puerta grande como "otro competidor para los taxistas", la empresa española se enfrentó a uno de sus mayores retos. Para entrar en el país, Cabify compró una empresa de taxis con más de 500 coches- a través del servicio público gestiona una de sus flotas más grandes, pero totalmente regladas-. Colombia, la más restrictiva de la serie, no ha permitido hasta poco ningún encaje legal para ofrecer el servicio de la empresa a los usuarios, dejando únicamente la actividad para las empresas que quieran prescindir de flotas propias. Allí, por tanto, el servicio más destacado hasta el momento ha sido el Corporate.
Y ahora... Ecuador, Panamá y alguno más
Reunidos en varias ocasiones con los legisladores de Panamá, los directivos de Cabify encontraron en Panamá su próximo objetivo para operar y lo hicieron realidad en junio de este mismo año. De nuevo, las movilizaciones de los taxistas se han sucedido una tras otra por lo mismo de siempre. Pese a que Cabify encuentra su encaje legal, los taxistas creen que Cabify no paga los impuestos reglados. De momento, en Panamá, el mayor debate reside en las tarifas no regladas.
Estos días, Ecuador da la bienvenida a Cabify, y el gremio más tradicional ya se ha levantado contra lo que piensan que es una actividad ilegal. De momento, su ejercicio lleva operando sólo unos días, pero es de esperar que la cuestión de las licencias vuelva a salir a la luz. Algunos patronales ya lo están definiendo como "competencia desleal" por los bajos precios que no están regulados por instancias públicas.
Al igual que ocurrirá en Argentina, Bolivia y República Dominicana, lugares en los que, seguro, habrá quejas de nuevo.
La polémica recorre todo un continente de norte a sur.