El estado actual de los videojuegos de conducción es un tanto extraño. Metidos de lleno en la generación de Xbox One y PlayStation 4, con casi tres años a sus espaldas, seguimos sin un referente inamovible en el género. La conducción en mundo abierto tiene esa joya que es Forza Horizon 2, el toque más arcade y el derroche técnico lo aporta Driveclub, Project Cars apuesta por la simulación y Forza Motorsport sigue a lo suyo, ofreciendo calidad y cantidad.
Cada uno, dependiendo de sus preferencias, puede pasarlo terriblemente bien con cualquier de los mencionados pero, cierto es, seguimos sin ese juego de “conducción total” que quizá a día de hoy es algo utópico. Para seguir añadiendo variedad a esa plétina de interesantísimas y diferenciadas propuestas llega Dirt Rally.
Dirt Rally es realmente severo con cada error cometido
Lo hace de la mano de Codemasters, una de las veteranas en esto de ponerse al volante y es que son más de veinte los videojuegos de conducción que han desarrollado durante la última década. Lo primero que leemos, ese ‘Dirt’ nos puede llevar a pensar en Ken Block, las gymkhanas y el pop que encontrábamos en Dirt 1, Dirt 2 y Dirt 3 pero nada más lejos de la realidad.
El estudio británico dejó muy claro, cuando anunció y lanzó el título en Early Access al mismo tiempo, que querían volver a las raíces y tomar el testigo de clásicos del género como Richard Burns Rally, Sega Rally Championship o los propios Colin McRae de antaño.
Han sido muchos meses de desarrollo, de añadir contenido y de pulir el existente en PC para, después, adaptarlo a Xbox One y PlayStation 4. Pero el trabajo ha valido la pena y Dirt Rally es, desde ya, un auténtico imprescindible para todos los aficionados a las carreras por etapas y sobre tierra. Eso sí, la curva de dificultad y la barrera de entrada podrá alejar a más de uno.
Un servidor, después de decenas de horas jugadas a Forza Horizon 2 y Driveclub, se vio sumido en una vorágine de carreras reiniciadas al ser prácticamente incapaz de enlazar dos curvas tomadas con precisión sin salirme de la carretera, averiar el coche o, directamente, volcarlo. Dirt Rally no hace concesiones y sabe ser un juego exigente que, en repetidas ocasiones, hará que pienses en dejarlo. ¿Lo bueno? Puede llegar a ser tremendamente difícil pero nunca injusto.
De hecho, cuando una inmensa mayoría de las propuestas del género ya han hecho suya la opción de rebobinar en medio de una carrera, Dirt Rally no solo no incluye dicha opción si no que limita hasta el número de veces que podemos reiniciar una carrera. En ciertos campeonatos, solo tendremos cinco posibilidades y cada uno de los reinicios nos costará 1.000$, lo que añade una capa más de estrategia al conjunto.
La sensación con cada coche y cada reglaje es totalmente única y diferente al resto
Esa gestión de recursos dentro de un campeonato es un punto vital de cara a nuestro posible éxito puesto que una avería, por leve que sea, nos penaliza gravemente a nivel económico y de tiempo. Será, pues, más recomendable interpretar las primeras etapas de forma más comedida con tal de llegar a la recta final del campeonato con el coche en condiciones y arriesgar e intentar arañar décimas en dicho tramo.
El principal inconveniente que tuvo Dirt Rally en su llegada a PC fue el del contenido. Ahora, sin llegar a las desorbitadas cifras de otros títulos, no hay de qué preocuparse: son casi medio centenar los coches que se pueden conducir en hasta 70 etapas distintas de ocho rallies, yendo desde la grava (y dificultad añadida) de Grecia a Monte Carlo o la nieve de Suecia, pasando por las etapas de los modos (mucho más complicados) Rallycross y Hillclimb. Además, dejando a un lado los modos más clásicos como la Trayectoria Profesional o los Campeonatos, el juego incluye desafios diarios, semanales y mensuales que nos harán volver con asiduidad y que nos pondrán retos aún mayores si cabe.
Por último, el plano más cambiado con la conversión y la llegada a consolas es el técnico. El juego sigue luciendo más que bien pero, evidentemente, los ligeros recortes en estabilidad y fluidez se notan en uno de los géneros donde más se agradece la suavidad en la imagen. Es un paso atrás sensible pero el conjunto sigue luciendo y funcionando en condiciones.
La propuesta para Codemasters es arriesgada desde el momento en el que ni quiere ni busca ser un juego para todos los públicos. Será fácil verse tentado a desistir después del primer contacto pero si lo que se busca es simulación, reto al volante y un retorno a los juegos de rallies de corte clásico, no hay mejor opción en el panorama actual.