Algo está pasando en Electronic Arts. La que en 2012 y 2013 fuera elegida por los usuarios de Consumerist como la peor empresa de Estados Unidos se ha quitado ya esa losa pero mantiene una trayectoria un tanto errática e imprevisible. La llegada de Andrew Wilson a la presidencia de la compañía parecía ser una apuesta por la renovación pero en sus primeros años al mando las cosas parecen haber cambiado muy poco.

De hecho, con un salto generacional de por medio, Electronic Arts lleva demasiado tiempo viviendo de rentas mientras que, por su parte, ese éxito comercial que es FIFA, sigue muy lejos del lavado de cara técnico y las evoluciones jugables que hubiera cabido esperar tras tantos años siguiendo una fórmula prácticamente idéntica a todos los niveles. Seguimos año tras año con el tan criticado handicap en los partidos online, un Ultimate Team en el que se sigue sin castigar la compra ilegal de monedas y un largo etcétera.

En estos primeros coletazos de la actual generación, Electronic Arts ha seguido una tónica un tanto irregular. En sus lanzamientos recientes encontramos un mediocre reboot de Need for Speed que ha funcionado mal a nivel de ventas, un Star Wars Battlefront duramente criticado por su política de DLC y por no aprovechar todo lo bien que debería una franquicia como la que representa o un Battlefield Hardline que intentó sin éxito establecer un cambio de rumbo en la marca. Y es que para dotar algo de contexto este tipo de lanzamientos, Battlefield 4, lanzado en 2013, sigue manteniendo una base de jugadores mayor que Hardline o Battlefront.

Electronic Arts 1

Curioso es el caso, por cierto, de Dragon Age: Inquisition. Galardonado por múltiples medios y eventos como el GOTY del pasado 2014, el sentir general entre los jugadores es el de estar ante una entrega muy alejada de las virtudes narrativas y jugables de la mejor Bioware. Que se incluyeran mecánicas más propias de un juego de Facebook tampoco ayudó a un proyecto que pareció alzarse con tal cantidad de méritos por la incomparecencia de rivales de peso (y por haber ignorado flagrantemente títulos como Bayonetta 2) y que difícilmente hubiera entrado en un top 10 en el pasado 2015.

Por varios motivos, Electronic Arts sigue sin un gran FPS esta generación

A los grandes pilares de la marca les siguen proyectos que podríamos ubicar en una segunda línea pero que dotan de variedad el catálogo de la compañía y, sobre todo, amplian el abanico de géneros y públicos: Plants vs Zombies Garden Warfare 2 es un más y mejor en toda regla, la producción de Unravel ha sido un gran primer paso en la dirección de potenciar las creaciones independientes y EA Sports UFC 2 está a la vuelta de la esquina, prometiendo solucionar los varios problemas que presentó su primera entrega.

¿Y ya? Uno de los grandes problemas de esta Electronic Arts es la falta de sorpresas, el echar mano de las franquicias de siempre, con las formas de siempre. Lejos quedan los tiempos en los que John Riccitello, ahora CEO de Unity Technologies, revitalizó una compañía estancada creativamente al impulsar la creación de nuevas IP como Dead Space, Mass Effect o Mirror’s Edge y la profunda renovación de otras como FIFA, comenzando entonces su reinado. No solo se apostó por sangre nueva si no que, aun hoy en día, hablamos de sagas realmente queridas por millones de jugadores que ayudaron sobremanera a una mejorar la visión de la marca por parte de los jugadores.

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No ha ocurrido así en los últimos años con sus grandes sagas orientadas a los jugadores de PC: tanto Simcity como Los Sims, dos de las franquicias más míticas de la historia del videojuego, se han visto torpedeadas por desarrollos centrados en el DRM y los DLC abusivos por encima de las mecánicas jugables. Y así, ambas IP, con un increíble potencial, son auténticos desiertos.

El pasado E3, por otro lado, también nos puso muy difícil emocionarnos con lo que se avecina. La cadena de presentaciones relativamente fallidas de EA durante los últimos años fue coronada por una de las conferencias más lentas, faltas de ritmo y ajenas al aficionado del videojuego que recuerdo en un E3 (el combo del juego para smartphone de los Minions y la aburrida charla con Pelé era insalvable). Ahora, además, ni siquiera harán acto de presencia en la feria angelina, contando con un evento y espacio propios en los días anteriores al E3. Esperemos, por el bien de todos, que esto solo quiera decir que ven potencian en su catálogo de novedades como para justificar tal movimiento.

En el horizonte está el nuevo Mirror’s Edge Catalyst, una precuela del juego de DICE que dará el salto al mundo abierto y que, al menos en lo visual, luce de escándalo. Bioware, pese a los últimos abandonos del estudio, sigue trabajando en un Mass Effect Andromeda que ha sido retrasado al primer cuatrimestre de 2017 y, en el terreno de los FPS, Battlefield 5 debería ser anunciado este verano (los rumores apuntan a un posible viaje a la Primera Guerra Mundial) y Respawn Entertainment está trabajando en un Titanfall 2 que, parece, esta vez sí incluirá una campaña para un solo jugador.

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Sería tremendamente exagerado hablar de un mal catálogo pero sí que es cierto que Electronic Arts lleva demasiado tiempo en una posición excesivamente cómoda, alejada de nuevas propuestas o profundos lavados de cara de las existententes. A su vez, lejos de la excelencia y anclada en la mediocridad en demasiadas IP, va siendo hora de que tal gigante de la industria dé un rotundo paso adelante y comience a demostrar con sus videojuegos que han pasado ya casi tres años desde que cambiamos de generación.

Aunque en etapas muy tempranas, EA cuenta con tres nuevos proyectos muy ambiciosos

Pero acabemos con un tono positivo y no nos olvidemos de los tres proyectos que la compañía guarda con más recelo ya que, todo parece apuntar, están todavía en fases muy tempranas de su desarrollo: Criterion Games anunció en 2014 un juego que parece llevar más allá, y a todos los niveles, su locura automovilística; un equipo encabezado por Jade Raymond está trabajando en “el primer gran sandbox de Electronic Arts” manejando sagas como Grand Theft Auto y Assassin’s Creed como referencias y, por último, Amy Hennig y el grueso de Visceral Games siguen avanzando en ese juego de aventuras sobre Star Wars que nos hace pensar en el cancelado Star Wars 1313 o en una suerte de Uncharted en el universo creado por George Lucas.

Es evidente que la planificación y los tiempos de Electronic Arts en estos primeros años de generación no han sido los mejores pero, por suerte, seguimos teniendo motivos para ser optimistas. Esperemos, por el bien de la industria, que la compañía fundada en 1982 por Trip Hawkins vuelva por sus fueros y nos ofrezcan grandes proyectos en los años venideros.