Anton Watman: Shutterstock

John Anderton deambulaba por algunas de las calles de Washington D.C. mientras cientos de cámaras estratégicamente colocadas analizaban su estado de ánimo, sus posibles necesidades y, por supuesto, su identidad a través de dispositivos biométricos. ¿Realidad o ficción? Lo que cuenta Minority Report, más allá de la trama futurista y de índole criminal, no es nada descabellado. Y es que, poco a poco, nos estamos acercando a esa dimensión en la que lo que solo era una idea, lanzada por algunos imaginativos guionistas, está tornándose realidad.

Las pequeñas inversiones que están haciendo las empresas ahora se revertirán en millones en unos añosEn este momento, el número de empresas dedicadas a la generación de tecnología para el millón de futuras aplicaciones de reconocimiento facial crecen como la espuma. Sus aplicaciones, infinitas y muy rentables, le hacen situarse como uno de los sectores más prometedores de aquí a unos años. Y de esto, se están dando cuenta las grandes empresas, tecnológicas en su mayoría. Facebook y Google emplean esta tecnología para ayudarnos a etiquetar las fotos, misma ciencia que muchas cámaras ya están usando para mejorar nuestras fotos. Y Apple, más inclinada a comprar pequeñas empresas pioneras del sector, se hizo con Emotient y, unos meses antes, con Faceshift. Las razones, como siempre, quedan en el imaginario público pero, todo apunta a que tendría una utilidad en la futura implementación de estos sistemas en sus dispositivos y en la creación de videojuegos más realistas.

En cualquier caso, hasta el momento solo se ha tenido un contacto superficial con esta tecnología. Y sobre todo, un uso muy inocente en el que el usuario ha visto los resultados finales del reconocimiento facial. Pero las fronteras aún están por llegar. Marketing, política, salud, seguridad, audiencias... cualquier sector vale para adaptarse a la "lectura de datos" faciales. Es en ese punto donde nos preguntamos cuál es el límite, dónde entra en conflicto la propiedad privada y, hasta que punto es bueno que las grandes empresas, y partidos políticos, estén invirtiendo millones en tener los primeros desarrollos. Millones, que por otro lado, serán pocos cuando se vean revertidos en beneficios por los millones de datos personalizados que tendrán en su disposición.

 Anton Watman:Shutterstock

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De la teoría al algoritmo

Los amantes de la tecnología, y los dedicados a ella, deben reconocer que el reconocimiento facial no nació en ningún laboratorio tecnológico. Fue más bien bajo las manos de un psicólogo especializado en las investigaciones dentro de este campo, lo que le ha valido a esta persona el situarse como una de las cien personas más influyentes del mundo según la revista Time. Paul Ekman empezó en la década de los 50 estudiando los movimientos de las manos y los gestos, para evolucionar en 1965 al terreno de las expresiones faciales y las emociones.

Ekman determinó que las expresiones faciales son universales y, por lo tanto, convertibles en algoritmosViajes varios por el mundo, incluyendo tribus indígenas, le dieron la clave para llegar a la conclusión de que, como ya había había teorizado Darwin, las expresiones faciales son universales. Tanto que pudo crear la primera herramienta viable para medir objetivamente el movimiento facial. Pensó que, en algún momento, las redes neuronales podrían ser utilizadas para tener medidas faciales basadas ​​en algoritmos y con estos generar información útil. Esos mismos que emplean en Emotient, la empresa que ha comprado Apple, y de la que él forma parte desde su inicio.

Lo importante en este caso es unas de las últimas investigaciones de Ekman: las expresiones faciales micro. Estas son las que confirman que una persona u otra está mintiendo: lo que dice en palabras puede ser mentira, mientras que su cara es un libro abierto dispuesto a revelar cualquier emoción importante. El arte del engaño pierde toda su razón de ser cuando, incluso antes de decir palabra, ya saben lo que estás pensando y sintiendo. Es aquí donde la tecnología, y las empresas de reconocimiento facial, han hecho especial hincapié y de lo que las grandes corporaciones quieren sacar provecho.

Filipe Frazao: Shutterstock
Filipe Frazao: Shutterstock

La compleja situación de las utilidades

Que los sistemas de reconocimiento facial tienen grandes aplicaciones positivas es algo que nadie duda. Su implantación como medidas de seguridad a través de los millones de cámaras instaladas en los recintos urbanos, no exentas de polémica, ayudan a las fuerzas de seguridad a identificar rostros a través de millones de datos generados en apenas segundos. Se acabó el patrullar las calles de las ciudades en busca de los "malos". En el sistema sanitario, imaginemos el caso de un niño asustado por la magnitud del gremio médico, a través de la lectura facial de los pacientes ahorraría horas de deducción intensiva, y sobre todo, posibles fallos humanos. Poniendo el caso de Emotions Research Lab que como nos explica María Pocoví, que podría incluso "ayudar a niños autistas a comunicarse".

La lectura facial no solo cambiará la forma en que la política ve a los ciudadanos, también en cómo tendrá que presentarse estaEl sistema financiero, a la hora de emplear los rasgos faciales para acceder a cuentas personales o datos sensibles, dejando de lado la molesta necesidad de tener que llevar tarjetas de crédito y recordar passwords. O incluso, algún caso anecdótico en que el varias comunidades religiosas han empleado Churchix, empresa de reconocimiento facial, para vigilar quién asiste a misa de los domingos o quién decide saltarse la cita; lógicamente sirve para cualquier evento, pero la Iglesia ha sido la más avezada.

En el lado contrario de la balanza tenemos el campo de la política como otro los potenciales sectores. Las encuestas vía teléfono o mail terminarán pasando a mejor vida, y en su lugar seremos estudiados minuciosamente para saber mucho tiempo antes de los comicios qué vamos a votar. Quizá incluso serán capaces de saber qué vamos a elegir antes de nosotros saberlo lo cual será una ventaja para todos aquellos indecisos. María Pocoví apunta incluso a un cambio de tendencias:

>"Se abre una nueva etapa donde los liderazgos políticos tendrán que construirse teniendo en cuenta las emociones de los ciudadanos."

El marketing y la publicidad también serán los más beneficiados, donde no solo se medirán nuestras emociones de una forma mucho más rápida, también será analizado el grado de atención, o distracción, que tenemos en nuestros objetivos.

visión

El poder ilimitado en manos de las grandes empresas

Todas estas aplicaciones, además de positivas para el ahorro del trabajo manual, tienen algo en común: pérdida de la propiedad de la imagen de forma indirecta. Si bien, desde Emotions Research Lab se apunta a que "todo se realiza con el consentimiento de los participantes", aunque hay que recordar que son estudios de laboratorio que lejos quedan de los futuros usos. Refiriéndose al global del mercado mencionan que hay que ser positivos y confiar en el buen uso de estas tecnologías.

El reconocimiento facial está controlado por la Ley de Protección de DatosSin embargo, es aquí donde entra el conflicto de intereses: ¿privacidad o seguridad? El manejo de todo este volumen de datos resulta altamente atractivo para la publicidad dirigida, que al final revierte en el negocio de estas grandes tecnológicas con un manejo desproporcionado de datos que, aunque bien intencionadamente usados, buscan subir beneficios e incitar a nuestro consumo masivo siendo muy sencillo hacer lecturas sin consentimiento. Seríamos víctimas de nuestros propios gustos y sentimientos. Y después de todo, el big data, aunque controlado por los grandes, no tiene por qué estar generado por ellos.

En este caso, son los propios sistemas de leyes los que ponen las reglas del juego, que según nos comenta Sergio Carrasco, "vienen regulados por la protección de datos. Aunque no se hable de una tecnología concreta, la ventaja que tenemos es que al final todo va hacia el tratamiento de datos personales". Además, de forma preliminar, la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos) ha argumentado que, de momento, no hay nada ilegal en el uso de estos sistemas.

Pero, no es algo físico o material que se pueda controlar, por tanto, ¿quién puede enterarse de una lectura de datos faciales que van a para a una gran base de datos creando algoritmos?