En los dos últimos años hemos vivido lo que probablemente son los últimos pasos de los smartphones hacia su consolidación definitiva. Tras 8 años de mejoras continuas y muy intensivos en innovación tremendamente útil, llega esa era en la que la diferencia la marcan otros aspectos y en la que año a año se cambia cada vez menos. Sin embargo, aún existen campos muy mejorables, como la autonomía. Y es que lo que hizo al smartphone tan útil, una pantalla táctil grande, también fue, en gran parte, lo que mató a la gran autonomía de los teléfonos tradicionales.

Y puede ser ella, la pantalla, la que recargue y devuelva el estatus de la autonomía de los smartphones donde corresponde, gracias a un material transparente que puede ser acoplado al smartphone y que está siendo desarrollado en la Lanzhou University de China. La lógica básica es que los cientos de pulsaciones que hacemos a lo largo del día sobre la pantalla de nuestros terminales generan energía mecánica que puede ser convertida en electricidad y retroalimentar la batería, es decir, que puede haber recarga por toques.

La mejor noticia para el futuro de la electrónica sería aprovechar nuestro movimiento o constantes para generar energía

El material está basado en goma de silicona conocida como polidimetilsiloxano (PDMS). En ella se han integrado cables hechos de titanato zirconato de plomo de tan sólo 700 nanómetros. Cuando la goma se solidifica, se usan campos eléctricos para alinear los cables en columnas, lo que ayuda a establecer las propiedades eléctricas y visuales. Cuando los nanocables se doblan por el efecto del movimiento (toques), generan electricidad gracias a la piezoelectricidad.

Lo mejor de todo es que al ser transparente el material se podría integrar en la pantalla, ya que además, según los investigadores, no altera el comportamiento capacitivo de las pantallas, que puede ser el mayor reto al que se enfrenten. Visto desde el frontal no se aprecia la composición, pero desde ángulos laterales sí que produce que la imagen se perciba de manera borrosa.

De momento la cantidad de energía que consiguen es muy baja (0.8 nanoamperios), pero es una gran paso para lo que puede ser el futuro, como el movimiento o el sudor en wearables.