Alguien, un día, andando junto a una playa se topó con un espectáculo precioso: un lago de un profundo color de rosa. Tanto, que el propio cielo parecía acompañarlo. "¿Qué es esto?", se preguntaría. "¿Cómo puede el agua volverse de este color? Y eso, ¿es nieve?". No, no sería nieve, sino sal. Los lagos rosa son famosos en todo el mundo por su belleza. Los podemos encontrar en Australia, África, Asia y, por supuesto Europa. Uno de los más bonitos, por cierto, se encuentra en Torrevieja, en sus increíbles salinas y parque natural. ¿Qué son y a qué le deben estas lagunas su magnífico color?
¿Cómo se vuelve rosa un lago?
Prácticamente todos los lagos de color rosa tienen una característica común: la alta salinidad. Entonces, ¿es la sal lo que les confiere ese color? No, la cosa no es tan sencilla. En realidad, lo que hace que un lago se vuelva rosa son los habitantes del lago: algas, bacterias y pequeños crustáceos. Pero la sal es un componente muy importante. No todos los seres vivos son capaces de vivir con tamaña concentración de sal. Esto crea un espacio especialmente acondicionado para ciertas especies, exclusivamente. Por eso, los lagos rosas son como una especie de club "VIP" para ciertas algas, animales y plantas. Al final, en un ambiente tan específico, estos seres vivos se reproducen sin mesura ni control, lo que provoca una explosión de color debido a la cantidad de ellos.
Pero, ¿qué seres vivos son capaces de crear un lago de color de rosa? Bueno, *la principal responsable es un alga llamada Dunaliella salina***. Esta microalga (y planta) produce de forma natural una cantidad enorme de sustancias carotenoides, las cuales son de color rojizo y anaranjado. Los carotenoides son los responsables de que las zanahorias sean naranjas, por ejemplo, o los pimientos rojos. Estas sustancias, además, son antioxidantes naturales muy potentes, aunque eso no viene al caso. Esta alga es halófila, lo que quiere decir que le gusta vivir en ambientes salinos. Además, puede resultar muy prolífica y es la base alimenticia de varios pequeños crustáceos. Entre todos le confieren a los lagos rosa su color. Un color que aumenta a medida que se evapora el agua y precipita la sal, concentrando la cantidad de algas rosas y reflejando el color sobre el cristal de sal blanco y rosado.
Lagos rosas por todo el mundo
Entre los lagos más famosos del mundo se encuentran el lago Hillier, en Australia, cuya belleza es increíble debido a que está rodeado de un bosque verde y frondoso, junto a un precioso mar turquesa. El Hillier no es el único de los lagos rosa de Australia, pues existen al menos tres más, aunque no tan famosos.
Si viajamos a África nos toparemos con el turístico lago Retba, de Cabo Verde, Senegal. Este lago, con sus 3km cuadrados es una fuente explotada de sal y turismo. De aquí se extrae en barcas, con una pala, la sal precipitada. De nuevo, Retba no es el único lago rosa del continente, aunque puede que sí el más grande.
En Azerbaiyán podemos visitar el lago Masazir, también salinero y de un intenso color rosa. Es la base del comercio de sal de la zona, aunque no es tan conocido turísticamente como los anteriores.
El lago Dusty Rose, en Canadá, a diferencia de otros lagos rosa, le debe su color a la concentración de metales y óxidos de sus aguas. Aunque tampoco es tan espectacular.
Por supuesto, no podemos dejar de reseñar las salinas de Torrevieja y el parque natural de la Mata, Alicante, España. Con sus 37,43 kilómetros cuadrados, es tan enorme que hay días que tinta el cielo de color de rosa. La concentración de sal permite que se extraiga de una manera milenaria, tal y como se hacía en tiempos de Roma: cortando bloques de sal que se apilan para ser triturados y refinados luego.
De lagos rosa y flamencos
¿Alguna vez te has preguntado cómo consiguen los flamencos su característico color rosa? En realidad, estas aves nacen de un color gris, pardo o blanco. ¿Cómo puede ser que se vuelvan rosas con el tiempo? El secreto está en su dieta. Los flamencos se alimentan de los pequeños crustáceos que, a su vez, se comen las algas rojas. Los carotenoides acumulados y procedentes de las algas (y que pasan por los crustáceos) son los responsables de que, al final, los flamencos tengan ese llamativo color. Por eso, en los zoos, ha de incluirse en la dieta de los flamencos, basada en piensos, suplementos con carotenos para que no pierdan su color ni sufran de posibles enfermedades.