En 2011, el nombre de Óscar Sánchez saltó a los medios de comunicación. *El Periódico* publicaba en exclusiva el caso de un empleado de un túnel de lavado de Montgat (Barcelona), detenido en Italia por tráfico internacional de drogas. La policía le acusaba de ser un potente narco que colaboraba con los clanes Bianco y Iadonisi, de la Camorra (la mafia napolitana).
El periodista que destapó aquella incógnita judicial fue Michele Catanzaro, junto con Antonio Baquero y Ángela Biesot. Así fue como desvelaron el "caso Óscar", demostrando los numerosos errores de la acusación que pesaba contra el barcelonés, que pasó 626 días en la cárcel tras ser confundido con un narcotraficante. El trabajo fue galardonado con el Premio Internacional de Periodismo Rey de España en 2013, aunque también sería el comienzo de un nuevo proyecto de investigación, según nos explica Catanzaro:
Un detalle de esa historia me llamó la atención: entre los mucho errores sufridos por Sánchez hubo un peritaje de voz que identificaba su habla (un típico español peninsular) con las grabaciones de un narco (que por el contrario hablaba un español latinoamericano, probablemente uruguayo). Ese peritaje justificó una condena a 16 años, e hicieron falta seis peritajes sucesivos para desmentirlo. Al investigar este asunto, me enteré que muchos expertos estaban preocupados por la calidad de los peritajes, y recordaban anécdotas de charlatanismo, entonces decidí investigar más.
Así fue como nació **Hearing Voices*, una investigación periodística realizada por el propio Catanzaro junto con Philipp Hummel (Alemania), Elisabetta Tola (Italia) y Astrid Viciano (Francia). El proyecto, apoyado por Journalism Fund*, ha identificado por ahora más de veinte procesos judiciales controvertidos en los que la voz ha sido utilizada como prueba en los tribunales. Son casos como el de Óscar Sánchez, en los que las disciplinas de la fonética y la lingüística forense han sido aplicadas sin que exista ningún tipo de regulación.
"El juez tiene el poder de aceptar como perito a cualquiera en que confíe", comenta Catanzaro a Hipertextual, lo que ha abierto la puerta a que se cuelen charlatanes en los tribunales. La privatización y los recortes en la justicia también han servido como caldo de cultivo para que la pseudociencia se extienda en este tipo de peritajes judiciales.
La mayor parte de casos denunciados en Hearing Voices se concentra en Europa. Además de Óscar Sánchez, los periodistas han identificado sucesos como el de Anabel Segura (Madrid), Jerome Prieto (País Vasco francés) o el caso de la farmacéutica de Olot (Girona), en el que el uso de la voz ha formado parte de la resolución de asesinatos, atentados o secuestros. Catanzaro sostiene que "el relato estándar sobre las ciencias forenses acaba por hacerle un flaco favor". En otras palabras, es lo que llaman el efecto CSI, según nos describe el periodista:
Pintar los peritos como unos magos capaces de detectar lo indetectable, y que cualquier prueba que se envuelva de un aspecto científico tiene un valor superior a las otras. Este efecto genera una expectativa en jueces, fiscales y abogados que acaba facilitando los excesos de confianza y los errores. A esto hay que añadir que tampoco hay consenso entre los expertos. La ciencia forense del habla presenta aún divisiones nacionales o disciplinarias que suelen disolverse cuando una ciencia se consolida. Es increíble que disciplinas que pueden llevarte a la cárcel tengan menos solidez que la física cuántica o la genética de poblaciones. Por suerte hay muchos buenos científicos empeñados en dar lo mejor.
Durante la realización de Hearing Voices, la respuesta de la comunidad científica a la investigación de Catanzaro, Hummel, Tola y Viciano ha sido muy diferente. "Muchos están sencillamente sorprendidos", nos comenta. "Están acostumbrados a un periodismo científico de anécdota y aplauso, que se acerca a los científicos en actitud adorante, no con la actitud crítica que se espera en otros sectores", según denunció el periodista también en el Foro 100xCiencia.
Con este trabajo de periodismo contra la pseudociencia judicial, los investigadores no solo denuncian los casos más controvertidos, sino que también plantean la falta de regulación del sector. Como nos explica Catanzaro, "desde 2009, hay una muy ligera reglamentación de dos ámbitos de la forénsica a nivel europeo: el DNA y las huellas dactilares". Dos años más tarde, la Comisión intentó extender garantías como la acreditación ISO a otras ramas de las ciencias forenses, incluyendo la voz. ¿Pero se ha logrado algo? En palabras del propio Catanzaro, no:
Se habló de un Área Europea de las Ciencias Forenses, que debía ponerse en función en 2020. Nunca más se supo. Una portavoz de la comisión nos dijo que se está revisando y no se prevén novedades próximamente. Europa fue rauda en unificarse en términos de persecución del crimen tras el 11 de septiembre, sin embargo ha sido sumamente lenta en unificarse en términos de garantías. Algunos países han intentado poner orden en el asunto: tras privatizar el sector, el Reino Unido creó una autoridad; los Países Bajos tienen un registro de expertos acreditados; en Alemania o España, la mayoría de los peritajes los hacen fuerzas de policía... Sin embargo, ninguna de estas medidas es obligatoria.
Hearing Voices trata de identificar los casos judiciales más controvertidos en Europa, aunque también ha denunciado problemas en Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Estados Unidos o Canadá. La investigación realizada hasta la fecha, según Catanzaro, podría desvelar "la punta de un iceberg más grande". Durante los próximos meses, los periodistas seguirán dando a conocer nuevos casos donde la pseudociencia ha logrado colarse en los tribunales ante la falta de regulación del sector. Un problema que ha facilitado que "algún desaprensivo consiga presentarse como experto", concluye Michele Catanzaro.