En el, para nada pequeño, mundo de las startups, las noticias suelen venir de mano de nuevas rondas de financiación o proyectos llamativos que tienen la intención de comerse el mundo, o al menos intentarlo. Pero son los bailes empresariales o, dicho de otro modo, grandes empresas adquiriendo pequeños proyectos, que complementan los vacíos que no cubren de forma interna, los que más llaman la atención. Normalmente, es el pez más grande el que se lleva a los pequeños ejemplares; grandes multinacionales que acuden al gran mercado de Silicon Valley para seleccionar el producto que mejor viene a la estrategia del año, pero ¿qué pasa cuándo ese pez también es una startup, nuestro vecino en el Valle californiano?
Está previsto que 2015 bata todo los récords de adquisiciones
¿Las razones para estas compras? Pues prácticamente las mismas que una empresa "normal", solo que en este caso, la meta es la de **convertirse en el preciado unicornio de la manada. En este grupo se incluyen las empresas que quieren seguir creciendo, pero no son capaces, no quieren, o no saben hacerlo por sí mismas. Selecta agrupación en la que alguna vez se han visto Twitter o Facebook, porque si algo está claro es que si estas se han hecho con el título de las más fuertes de la manada no ha sido de forma unitaria, y han necesitado apoyarse en otros, o deshacerse de otros tantos... Pero la mayor parte de ellas quieren acceder a nuevos segmentos de clientes, quedarse con esos codiciados talentos y nuevos recursos tecnológicos.
Desde 2010, con 147 startups adquiridas por otras de su mismo rango, la progresión ha ido en aumento continúo**. Se podría decir que la moda de hacerse con los más pequeñitos está a la orden del día. Ya en 2014, la proporción aumentaba a las 534 y para este 2015 se espera batir todos los récords y llegar a las 695 antes de cerrar diciembre.
Pero, tan importante es saber cuánto se compra, como quiénes son los que optan por el mercado startup para hacer su cábalas. Dentro de este grupo, habríamos de diferenciar a los que han decidido poner en manos del mercado parte de sus acciones, es decir, que cotizan en bolsa, y los que siguen siendo empresas privadas. Los reyes, por tanto, son Twitter y Facebook, con sus 31 adquisiciones totales (que corresponden a las realizadas antes de su salida a Bolsa). La startup de los 140 caracteres ha tenido especial predilección por las empresas dedicadas a la gestión de publicidad móvil, buscando en este caso obtener algún ingreso por el uso de sus servicios, como Namo Media o MoPub, o la compra de Values of n para atraer el talento de Rael Dornfest.
El imperio Zuckerberg se queda la medalla de haber hecho las compras más caras de compañías tecnológicas. Con el ejemplo de la compra para eliminar a alguien molesto tenemos a Gowalla, que cerró tres meses después de ser adquirida; FriendFeed por $15 millones, la primera gran adquisición de Facebook que fue Parakey o la joya de la corona: Instagram por $1.000 millones. Y todo esto sin tener en cuenta que WhatsApp y Oculus quedaron para después de su salida a bolsa.
Si nos metemos en el universo de los unicornios que no juegan en la Bolsa, no solo encontramos empresas estadounidenses. La tendencia de los últimos años ha ido pasando el testigo a representantes internacionales que no han vivido sus primeros años en el afamado Silicon Valley, como Zomato, o Snapdeal!. Pero, el ganador indiscutible es Dropbox. A golpe de talonario se ha hecho con 23 compañías tecnológicas, desde 2010. En lo que llevamos de año, ya van tres: incluyendo el software de audio Clementine, la app de noticias locutadas Umano y la gestora de documentos office CloudOn.
En definitiva, todo un mundo de diversidad que tiene toda la pinta de que va a convertirse en el baile de unos pocos en el que la mayoría espera la invitación para unirse.