Durante los últimos años, muchos nos habremos familiarizado con los términos Cloud Computing o Internet de las Cosas, los profesionales que trabajan con estas dos revoluciones tecnológicas conocen perfectamente de qué tratan cada una, a otras personas más distanciados de la mismas simplemente les suena, han escuchado u oído hablar de ello. Para todos aquellos vamos a realizar una explicación sencilla de qué son estos dos conceptos.

Empecemos por saber qué es cada tendencia tecnológica:

- Internet de las Cosas. Proviene de la palabra inglesa Internet of Thing, cuyas siglas IoT podemos ver en multitud de sitios por la red. Es el nombre con el que se conoce a la tendencia de muchas compañías de intercomunicar casi cualquier dispositivo de la vida real con los que le rodean. Hasta ahora, el Internet ha sido exclusivo de smartphones, ordenadores y, en menor medida, tablets. Pero, ¿por qué no llevarlo a tu frigorífico o a tu coche? Eso es, esencialmente, el Internet of Things: dotar de inteligente "smart" e Internet a objetos cotidianos.

- Cloud Computing. Esta idea cobró más repercusión antes que el Internet de las Cosas. En castellano se conoce como Computación en la nube, y, muy resumidamente, es una tendencia que consiste en llevar a un servidor externo, que podríamos identificar como la nube, todo lo que podamos, desde nuestros archivos y fotografías hasta la capacidad de procesamiento eliminando las barreras que nos aporta el hardware. Según los niveles de seguridad, protección de datos y manipulación hay tres variantes de nubes: pública, privada e híbrida. Podemos resumir toda esta información de forma gráfica en infografías como la realizada por BBVA.

Servidores localizados en Oslo que controlan buena parte del Cloud Computing global
Servidores localizados en Oslo que controlan buena parte del Cloud Computing global

Ahora que conocemos la base de ambas tendencias, nos preguntamos si realmente van a afectar la forma en la que interactuamos con nuestro alrededor. Y, sí, lo harán de una forma incalculable.

Gracias al Internet de las Cosas, algún día podremos olvidarnos de hacer la compra. Nuestro frigorífico medirá constantemente los alimentos restantes en su interior y cuando detecte la ausencia de alguno de ellos, los encargará automáticamente al proveedor seleccionado. Y lo mismo ocurrirá con el resto de elementos del hogar: televisiones, luces, persianas, cortinas, calefacción... Las principales compañías tecnológicas lo saben y han invertido miles de millones de dólares en este futuro modelo de negocio. Recordemos la compra de Google a Nest a principios del pasado año por 3.200 millones de dólares. Se está gestando una batalla en la que nuestra casa será el escenario principal.

Con el potencial del Internet de las Cosas nuestras ciudades también serán mucho más inteligentes, lo que se conoce como Smart Cities. Nuestro automóvil, por ejemplo, se comunicará con las señales de tráfico y actuará en consecuencia reduciendo las velocidades, avisándonos cuando sea oportuno, etc. También se comunicará con “centrales de tráfico” que analizarán los flujos de movimiento para distribuir el tráfico de la forma más eficiente posible evitando atascos.

Ejemplo de Internet de las Cosas con vistas a casas inteligentes - Panasonic
Ejemplo de Internet de las Cosas con vistas a casas inteligentes - Panasonic

Por su parte, el Cloud Computing ya ha cambiado muchos de nuestros hábitos desde hace años. Uno de los ejemplo más sencillos es Dropbox y OneDrive, un disco duro virtual en el que podemos guardar nuestros archivos y acceder a ellos independientemente del dispositivo que usemos. Pero el Cloud Computing cada vez va más allá, irrumpiendo en sectores como los videojuegos, donde encontramos propuestas como PlayStation Now, que permite jugar a videojuegos de PS3 en streaming desde diversos dispositivos.

De hecho, la utopía del Cloud Computing es que en un futuro ni siquiera nosotros seamos poseedores de gran parte del hardware. Nuestros dispositivos pasarían a ser simples espejos, limitándose a mostrar la imagen y dejando todo el procesamiento a servidores externos conectados a Internet. Propuestas como Chrome OS ya van en ese camino: ordenadores sencillos con conexión a Internet que dejan la gran parte del procesamiento y del peso a servidores externos como los de Adobe o Microsoft Office.

Para obtener mucha más información sobre las tendencias que revolucionarán la forma en la que interactuamos con la tecnología, podéis visitar la biblioteca de e-book gratuitos que ha realizado el Centro de Innovación BBVA.

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