Aquellos que amamos hacer **listas sabemos que son indispensables en nuestra rutina diaria, puesto que una vez que nos acostumbramos a utilizarlas para manejar nuestras vidas, se convierten, no sólo en una herramienta necesaria, sino en una fuente importante de descompresión y de manejo del estrés. Pero más allá de la mera neurosis de enumerar interminablemente todas nuestras cosas por hacer, el hábito de hacer listas tiene grandes beneficios en nuestras vidas**.
Una forma de ordenar el caos
De acuerdo con los psicólogos, hacer listas puede contribuir a aliviar los trastornos de ansiedad, estimular la creatividad y canalizar de manera adecuada y productiva los impulsos obsesivos. Las listas estimulan la capacidad de organizar, establecer prioridades, y determinar los pasos necesarios para lograr una meta, lo que con frecuencia suele ser el factor que bloquea nuestro camino para hacerla realidad. La falta de claridad en cuanto a qué acciones son necesarias y cuál es el siguiente paso inmediato puede producir grandes impedimentos para la acción, que se resolverían de la manera más sencilla e indolora si nos aproximáramos al asunto papel y lápiz en mano.
"Enumeratio", la figura retórica consistente en dividir algo detallando sus partes, ha sido ampliamente usada a través de la historia y la literatura con finalidades estéticas, explicativas y argumentativas. En Zen en el arte de escribir, Ray Bradbury alaba el acto de crear listas como disparador de energía creativa, y nos cuenta que un ejercicio que solía hacer para generar historias consistía en hacer listas de palabras sin aparente relación entre sí, y luego unirlas, como quien genera fuego frotando dos piedras:
> Estas listas eran la provocación, finalmente, que causaba que mis mejores cosas salieran a la superficie. Estaba sintiendo algo honesto, oculto bajo la trampilla de la parte superior de mi cráneo.
El ejercicio explicado por Bradbury pone en manifiesto uno de los grandes beneficios de hacer listas, que es ayudarnos a ver patrones donde antes no éramos capaces de verlos, encontrar relaciones entre cosas aparentemente no relacionadas, y a través de esto, controlar la información y de este modo encontrar nuevas ideas.
En una era de sobrecarga de información, las listas se vuelven cada vez más importantes como forma de lidiar con el mundo que nos rodea y hacerlo parecer manejable: de ahí que los artículos de BuzzFeed generen tanta tracción en la red y que el listicle se haya vuelto el tipo de artículo más leído y compartido en internet. Sin embargo, el impulso de hacer listas es mucho más antiguo: los primeros conjuntos de signos secuenciales que los arqueólogos han descubierto estaban tallados en piedra y datan de alrededor del año 3200 a.C.
Un fenómeno llamado el **efecto Zeigarnik, por la psicóloga rusa Bliuma Zeigarnik, indica nuestra tendencia a pensar una y otra vez sobre aquellas cosas que hemos comenzado pero que aún no hemos completado, esa lista de tareas que llevamos en la cabeza. Las listas lo hacen manejable: el acto de escribir las tareas nos impulsará a llevarlas a cabo, pero más importante, el conocimiento de que están anotadas nos hará dejar de pensarlas de manera constante, puesto que perdemos el temor de olvidar.
Hacer listas, pues, nos ayuda a sentir que el mundo es susceptible de ser controlado, que podemos dividirlo en una cantidad de piezas y contenerlo en un papel. Usar tu lista como un mapa de acciones a tomar te ayudará a mantener la concentración, y en consecuencia a lograr más tareas durante tu jornada y a disminuir la procrastinación, que con frecuencia deriva del desconocimiento de la siguiente tarea o de cómo exactamente llevarla a cabo. Por último, la sensación que genera el acto de tachar algo de tu lista una vez que lo has hecho produce un estímulo de logro que te impulsará a continuar trabajando.
Sin importar si las haces en aplicaciones digitales o en papel, nunca debes subestimar el poder de una lista para ayudarte a poner tu vida en orden** y a motivarte a ser más creativo y productivo.