Puede que los fallecimientos de ciclistas en accidentes de tráfico, dentro y fuera de poblado, sean los que menos visibilidad tienen cuando los organismos gubernamentales y los medios de comunicación abordan el asunto, del mismo modo que **los usuarios de bicicletas son los que tienen siempre las de perder en un siniestro, pues se encuentran más físicamente desprotegidos y son más vulnerables. Por ello, hubo a quien se le ocurrió una curiosa forma de homenajear a estas víctimas del tráfico, que ha acabado sirviendo también como denuncia en más de un sentido.
Monumentos pintados de blanco
Las bicicletas fantasma, bicicletas blancas o bicianimitas, como las llaman en Chile, son uno de estos vehículos de dos ruedas, coloreado de blanco y al que se instala en un lugar en que ha muerto un ciclista*, fijándolo a un poste o a un árbol y quizá con un cartel que lo recuerda para que se tome conciencia del hecho y que así se eviten otros similares en el futuro. Y no es exagerado llamarlas “monumentos”, puesto que tal término no se refiere sólo a “construcciones con valor artístico, arqueológico o histórico”, sino también a “obras públicas y patentes en memoria de alguien o de algo”, y no es preciso que ese alguien sea un héroe nacional.
Según el periódico británico The Guardian*, esta idea surgió en Estados Unidos: Patrick van der Tuin, que fue testigo de una colisión entre un coche y una ciclista que murió en un carril bici de San Luis, ciudad de Missouri, colocó en 2003 una bicicleta pintada de blanco en el lugar del suceso con el siguiente mensaje: “Ciclista golpeado aquí”. Al parecer, la presencia de esa bicicleta afectó a los conductores, así que Van der Tuin se propuso colocar al menos otras quince bicicletas, visiblemente dañadas, en sitios relevantes de la ciudad donde se había producido accidentes con ciclistas.
No obstante, el concepto no se lo debemos a Van der Tuin: un artista de San Francisco llamado Jo Slota puso en marcha su proyecto Ghost Bike en 2002, que consistía en pintar de blanco las bicicletas abandonadas y desmembradas con las que se tropezaba por la ciudad, fotografiarlas y colgar el resultado en su página web. Cuenta el propio Slota que, al principio, cuando se enteró de que se habían apropiado de su idea, no le hizo mucha gracia; pero se puso en contacto con los que distribuían bicicletas fantasmas por Seattle y Nueva York, y se dio cuenta de que apreciaban lo que él había estado haciendo. “Estoy muy entusiasmado con el proyecto Ghost Bike”, dijo después. “Tiene una vida propia, y espero que salve y mejore las vidas de los ciclistas de todo el mundo. Ser incluso una pequeña parte de eso es muy gratificante y satisfactorio para mí”. No hay que olvidar que Slota también es ciclista.
Sin embargo, hay que decir que los primeros que repartieron bicicletas blancas por una ciudad fueron los anarquistas de Ámsterdam en los años 60, y se dedicaron a ello con el objetivo de liberar el uso de los vehículos de dos ruedas, de modo que las personas utilizaran estas bicicletas pintadas de blanco y que luego las dejaran también en la calle para que otros hiciesen lo mismo. Pero está claro que el componente conceptual del monumento no se encuentra en esta dinámica.
Las bicicletas fantasma en el mundo
Este movimiento de homenaje y denuncia se ha extendido por el planeta gracias a la interconexión cultural, y hoy se han colocado bicicletas blancas en unas 123 ciudades estadounidenses, en 13 británicas y, por ejemplo, en la brasileña São Paulo, en la ecuatoriana Quito, en la capital mexicana y en Culiacán y Guadalajara, y en las españolas Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Gerona.
Pero no sólo hay bicicletas fantasma para ciclistas muertos en accidentes: en julio de 2014, un joven llamado Pablo Tonello fue asesinado a tiros por unos ladrones que pretendían robarle la bicicleta con la que estaba circulando por las calles de Buenos Aires; y varios días después, medio millar de ciclistas se concentraron en la avenida del Libertador y Federico Lacroze, lugar de los hechos, para colocar la primera bicicleta fantasma de toda Argentina en memoria de Tonello.
A día de hoy, **existen más de 500 de estos monumentos repartidos por más de 180 ciudades de todo el mundo**. La globalización tiene sus cosas buenas y sus cosas malas y, por supuesto, la generalización de una conciencia contra las muertes evitables de un colectivo como el de los ciclistas y en defensa de la seguridad a lo largo del planeta es una de las buenas. Recordadlo si en algún momento os encontráis con alguna de estas bicicletas fantasma.