Suele ser costumbre que los lanzamientos más esperados que crean hype durante años lleguen al mercado rodeados de polémica. Pese a ello, el caso de The Witcher 3 es especialmente llamativo por varios motivos. Principalmente, yendo más allá de lo obvio y que todo el mundo conoce, merece la pena analizar qué y cómo ha comunicado CD Projekt durante los últimos meses. No es difícil encontrar ciertas afirmaciones que no coinciden en absoluto con lo que nos hemos encontrado en el producto final.
No creo que la crítica deba ir hacia el downgrade si no a la comunicación del estudio
Pero empecemos por el principio: ¿Qué ha ocurrido? ¿A qué viene tanto revuelo? Es posible que recordéis la presentación en sociedad de Watch Dogs, durante el E3 de 2012, en la que el juego dejó a todo el mundo con la boca abierta. Y, seguro, recordáis lo que distó el resultado final de aquella impresionante demostración. Con The Witcher 3 ha pasado algo semejante.
El tráiler de presentación que incluía escenas de gameplay mostrado en los VGX de 2013 nos dejó a todos con la boca abierta ya que todo lo visto, modelados y animaciones, efectos de partículas, filtros y demás, rayaba a un nivel excepcional. Poco a poco, en los dos años transcurridos, el resultado ha ido a peor y lo que nos hemos encontrado en el proyecto final dista enormemente de lo mostrado en origen.
No creo que entrar a debatir el motivo de este downgrade sea lo adecuado pero, pese a lo obvio (1, 2, 3), sí se debe recalcar que hay un recorte agresivo respecto a lo visto el pasado 2013. En mi caso, me es indiferente que haya sido la escasa potencia de las consolas lo que ha obligado a recortar o que el downgrade no sea tal y la diferencia sea a causa de la ausencia de filtros de imagen y retoques menores, como argumentan en CD Projekt Red. Sí que creo, como último apunte en este sentido, que el volver al sendero de la paleta de colores saturados que ya vimos en The Witcher 2 y alejarse de los tonos más vívidos y verosímiles del primer del tráiler es un error garrafal.
Pero más allá de eso, la polémica ha afectado la reputación de CD Projekt, un estudio al que todo el mundo parecía admirar debido a sus políticas en contra del DRM, los DLC excesivos y demás movimientos abusivos para con el jugador. Ya en tiempos recientes anunciaron su política de DLC, regalando 16 pequeños descargables durante las semanas posteriores al lanzamiento; un movimiento digno de agradecer y elogiar pero que también lleva de la mano cierto populismo debido a que, a buen seguro, la inmensa mayoría de dicho contenido podría haber venido incluído en el disco. Ahí empezó la polémica.
Pero quizá lo más achacable sean ciertas declaraciones relacionadas con características del título. Desde CD Projekt se afirmó que, en The Witcher 3, todo aquel punto que pudiéramos ver en el horizonte podría alcancarse y, a su vez, que nos moveríamos en un mundo sin ningún tiempo de carga. Y nada más lejos de la realidad: las zonas que recorremos tienen limites que, una vez alcanzados, nos instan a dar la vuelta si no queremos encontrarnos con dragones. La ausencia de tiempos de carga puede considerarse una media verdad debido a que la estructura del juego divide el mapa en tres grandes zonas y dos algo más pequeñas entre las que viajar previa pantalla de carga pero, de nuevo, se aleja de lo prometido en plena fase de promoción.
Pese a la polémica, The Witcher 3 es uno de los mejores juegos de rol de los últimos años
Y, cabe recalcar, la comunicación del estudio polaco no fue la mejor en lo tocante al downgrade y las características técnicas del título. Sorprendía a aquellos jugadores de PC no haber podido ver en movimiento la versión ultra de ordenador y desde el estudio se afirmó que no la mostraban con el objetivo de que el jugador se sorprendiera con la versión final. A su vez, fueron repetidas veces las que se afirmó incontestablemente que el juego no había sufrido ningún downgrade durante su desarrollo. Algo que no cuesta más de dos segundos comprobar, por otro lado.
Todas estas cuestionables decisiones no quitan que el estudio quede lejos de los movimientos y maniobras de negocio de las grandes compañías del sector y no hay que olvidar que hablamos de los creadores de GOG y, de nuevo, uno de los principales baluartes anti-DRM en el mundo del PC. A su vez, el cuidado al usuario que suelen profesar se atisba de nuevo en la edición de The Witcher 3 que ha llegado a las tiendas: por el mismo precio de cualquier producto de corte semejante nos encontramos con una edición mucho más completa que incluye extras como un mapa, una banda sonora, dos pegatinas o un pequeño libro resumiendo el universo del brujo.
Guste o no, la industria del videojuego es un negocio como cualquier otro y lo que cualquier empresa busca – y más una con más de 200 empleados – es obtener la mayor rentabilidad posible. Es por ello que encontrarse con este tipo de maniobras puede no ser de nuestro agrado pero, por suerte o por desgracia, debería ser algo a lo que estar acostumbrados. Ese halo de misticismo y justicia que rodeaba a la empresa era algo que, en un momento u otro, tendría que quedarse atrás.
Pese a ello, creo que no hace falta recalcar que lo que debería importar a la postre es la calidad del producto ofrecido. Me apena ver cómo en foros y redes sociales corren ríos de tinta sobre aspectos técnicos y no sobre que estamos ante uno de los mejores y más completos juegos de rol de la última década sin asomo de duda. CD Projekt Red no ha seguido la mejor estrategia comunicativa durante el desarrollo e igual que se ha hecho con otras, se debe incidir en ello. Pero, pese a todo, The Witcher 3 es un auténtico imprescindible para los aficionados del personaje y/o del género.