Hace algunos días, un redditor conocido como obviousplant se ocupó de reordenar los libros en una de las librerías de su ciudad utilizando categorías alternativas. Ciencia ficción, romance, ficción histórica... todas estas categorías, que responden a una clave genérica, desaparecieron para darle lugar a algunas otras como “Hombres sin remeras”, “Mujeres con cortes de pelo profesional, bien corto” o “Platos que te gustaría cocinar pero nunca los vas a hacer”.
Más allá del carácter anecdótico de la noticia, el tema me sirve como excusa para exponer algunas opiniones y reflexiones sobre el mundo editorial. Desde hace tiempo se habla de la muerte del libro físico en manos del eBook. Olvidándonos de presagios apocalípticos (todos sabemos que los libros pueden convivir y conviven en sus diferentes formatos) existe un punto que la humorada de obviousplant toca y que me interesa compartir: el papel de las librerías y los libreros.
Las librerías son los espacios donde el lector se encuentra con libros que todavía no leyó, un universo de lecturas posibles con distintos clásicos y novedades. En la librería, las etiquetas en un anaquel son el primer llamado de atención al lector respecto a un libro. El primer contacto. (La experiencia de compra de un eBook es diferente pero no por eso menos interesante: el hipervínculo, la recomendación, Goodreads, puntajes, reseñas de lectores, blogs especializados, etc.)
Es por eso que se recurre a la clasificación genérica (si te gustó un libro de x género, es probable que te guste otro libro del mismo género). ¿Y qué ocurre con una clasificación alternativa como la de la noticia? “Mujeres con cortes de pelo profesional, bien corto”, por ejemplo, mete en una misma bolsa textos de no-ficción, biografías, etc. Lo que importa es el criterio del que ordena: el librero.
Y acá quería llegar. La tarea del librero es importante porque ayuda al lector, recomienda, guía, habla. El librero hace de la experiencia de comprar libros una conversación. Y por otro lado, aporta un elemento más al valor vivencial de visitar una librería (¿cuántos habrán ido a la librería en la que reordenaron los títulos después de enterarse de la noticia?). Recuerdo el caso de la librería que presentó la sección de “Misterio” dando vuelta todos los ejemplares. Gran idea.
Sé que para algunos serán acciones de marketing sin sentido o caprichos de lectores. Pero en un mundo donde hay cada vez más posibilidades de quedarse en casa (teletrabajo, contenido virtualmente infinito, deliveries de todo tipo, etc.), este tipo de acciones agrega valor a la experiencia de salir y meterse en una librería a buscar un próximo título.