Imagina que llegas a un planeta que no conoces. No conoces sus normas sociales, sus convenciones, los acuerdos tácitos que todo el mundo da por supuestos y que tú eres incapaz de comprender, y mucho menos actuar en consecuencia. No tienes posibilidad alguna de adaptarte, no lo entiendes. Simplemente no puedes integrarte por ti mismo, necesitas la ayuda de otro. Si no, terminas excluido de la sociedad. Básicamente, esto es lo que le ocurre en nuestro planeta a cualquier persona con síndrome de Asperger. A cualquiera de las 15 millones de personas (diagnosticadas) con esta patología.

Una persona con Asperger es, básicamente, una persona asocial. Por sí misma no tiene la habilidad que todos asumimos como básica. No pueden controlar su falta de empatía, su falta de sensibilidad hacia los otros. Por ejemplo, no son conscientes del daño que hacen a alguien cuando le dicen con sinceridad extrema lo que opinan sobre él. No tienen problema alguno en decirle a una persona que les aprecia que es realmente fea y quizás nunca encuentre pareja, o que su aliento apesta.

Incluso pueden ir a una entrevista de trabajo y hacerle correcciones a la persona de Recursos Humanos que podría contratarle (y que por supuesto, no lo hace). Tener Asperger implica tener una especia de ceguera emocional hacia los demás, ya que hacia sí mismos sí sufren, sí se sienten incomprendidos. Además, el contacto físico puede resultar insoportable.

El principal síntoma: ceguera emocional absoluta hacia los demás. Empatía nula que deriva en sufrimiento por la incomprensión que reciben de la sociedad.

¿En qué deriva esto? Desde la infancia temprana, cuando empiezan a forjarse las primeras relaciones sociales en los primeros días de clase, el resto de niños dan la espalda al que tiene el síndrome de Asperger. Prefieren no relacionarse con él. En algunos casos incluso pueden responder con violencia. Imagina un niño de 9 años que le dice a un compañero de clase con absoluta sinceridad lo que opina de él. Por eso, en general el síndrome de Asperger provoca que los niños afectados por él estén aislados en la escuela y sean objeto de burlas y abusos por parte del resto. Además, comienzan a demostrar un alto egocentrismo y egoísmo. Su voz es monótona y plana y suelen hablar con expresiones pomposas, siempre con significado literal, y cierto nivel pedante.

El sarcasmo y la ironía, el lenguaje no verbal, las convenciones sociales. Imposibles de asimilar y entender.Conforme avanzamos a edades cada vez más adultas, figuras habituales que pasan desapercibidas para el resto de la sociedad, como la ironía o el sarcasmo, tampoco pueden ser comprendidas por alguien con Asperger. No pueden relacionar ideas, no pueden conectarlas entre ellas. Para entenderlo mejor, un ejemplo concreto: el Asperger propone comprar brócoli para comer. Su amiga responde con lenguaje corporal de evidente sarcasmo que "sí, claro, no tengo yo ganas de comer algo que no sea brócoli". Es incapaz de comprender ese sarcasmo y aparece con brócoli. La amiga únicamente entiende que el chico ha querido fastidiarla. O no ha querido entenderla. Esto puede ser algo anecdótico, pero a gran escala puede derivar en problemas sociales de por vida con algunas personas. Los trámites burocráticos también son un drama: no entienden tener que esperar y los procesos que ocurren en segundo plano.

Al mismo tiempo, conforme llega la adolescencia se evidencia el deseo habitual de tener pareja pero la imposibilidad de encontrarla. ¿Qué adolescente entiende a un Asperger? Esto continúa en la vida adulta. La comprensión hacia este síndrome tampoco mejora con el paso de los años. Si acarrea problemas de relaciones sociales, es complicadísimo pasar al siguiente estado de relaciones personales.

Hay casos algo extremos. Una persona con síndrome de Asperger severo puede ir a un supermercado si tiene mucha sed, coger una botella de agua, y bebérsela allí mismo sin pagarla, o llevársela igualmente sin pagarla. No tiene la conciencia de la obligación de pagar por un producto en un comercio si tiene la necesidad de consumirlo. Por si fuera poco, son alérgicos a los cambios y la espontaneidad, son esclavos del orden y las rutinas predefinidas que se cumplen escrupulosamente. Los peores cambios para alguien con Asperger es el de vivienda o el de ciudad, o incluso clima. Pueden pasar bastantes años hasta que la aclimatación es completa. Hay otras obsesiones menores pero que también hacen sufrir a la persona: algunos ruidos concretos, algunos tipos de iluminación... estímulos nulos para personas sin el síndrome que para alguien con él pueden ser insoportables.

La vida de un Asperger es difícil, y sin buenos apoyos externos cada vez se hace más difícil. No tienen un sistema socializador, así que les viene bien en muchos momentos uno externo. Un padre, una madre, un hermano, un amigo. Alguien que les guíe socialmente, que les advierta de cuándo están sobrepasando los límites que ellos no pueden ver, de cuándo están desviándose hacia la conducta que les va a acarrear consecuencias negativas.

"Eres mi piedra de toque"

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Caminando en el desierto" width="800" height="506" class="size-large wp-image-276595" />Un atleta ciego con su guía. Imagen: Caminando en el desierto.

O "necesito que seas mi piedra de toque conductual". Son frases de un concepto en el libro El temor de un hombre sabio que evocan muy bien el concepto de guía social. Imagina una persona ciega, que no pueda ver nada. Sobre todo en determinadas situaciones necesitará de una persona que le guíe, que le avise de cuando hay un agujero en el suelo, de cuándo tiene que evitar un excremento de perro dejado en el asfalto, o dónde está exactamente una puerta. O cuál es el botón del ascensor que necesita pulsar. A un ciego nunca le engañarías, nunca le dejarías caerse para divertirte, porque es cruel.

Igual que un ciego puede necesitar un perro-guía o un guía humano en algunas situaciones, un Asperger no "ve" emociones ajenas.Lo mismo se puede aplicar a un Asperger. Su "guía" se encargará de golpearle la pierna bajo la mesa para hacerle notar que está hablando de más y debe callarse o cambiar el tema, o de cortarle la conversación para que entienda que ha de parar. O explicarle que nadie va a entender que se beba un refresco sin pagarlo, y le traerá consecuencias negativas. En ocasiones puede sonar divertido para algunos la idea de no actuar y dejar que la otra persona haga comentarios hirientes sin frenarle, pero es tan cruel como la idea de dejar que un ciego caiga por unas escaleras porque contaba con que íbamos a avisarle de su presencia.

Recomiendo bastante el libro del que hablaba, El temor de un hombre sabio, así como Una mente diferente: Comprender a los niños con autismo y síndrome de Asperger. Para conocer algunos casos reales en un vídeo de apenas cinco minutos, un hermoso documental: Planeta Asperger:

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