Malala Yousafzai tiene sólo 17 años, y acaba de ganar, de forma compartida junto a Kailash Satyarthi, el premio Nobel de la Paz 2014 por su lucha por la educación infantil. Nació en Míngora, Pakistán, y es una de las figuras más reconocidas a nivel mundial por su activismo (también en versión digital) a favor de los derechos de la mujer, sobre todo en el campo educativo. Su fama comenzó hace más de cinco años, cuando aún no había cumplido los 12 y empezó a escribir un blog para la BBC, bajo el pseudónimo de Gul Makai. En aquel blog hablaba de su día a día en el valle del río Swat, y el de otras tantas mujeres y niñas como ella. El sufrimiento cotidiano, la opresión. Año y medio antes, el régimen talibán se hizo con la zona mediante el TTP (Tehrik e Taliban Pakistan, grupo terrorista extremista religioso) y cerró todas las escuelas privadas, además de prohibir la educación a las niñas desde 2003 hasta 2009. Todo eso tras provocar una ocupación militar en la zona habitada que provocó la salida de los ciudadanos a las zonas rurales.

En 2009, con Malala ya en el panorama de los medios internacionales, The New York Times grabó un documental sobre el desastre provocado por el régimen talibán en la región. Lo tituló "Pérdida de clases: la muerte de la educación de la mujer". En él se puede ver a Malala y a su padre Ziauddin explicando lo imposible de que las mujeres puedan acceder a la educación en el valle del río Swat:

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Malala volvió a ser noticia, más allá de por su aporte y su activismo, por haber sido disparada por milicianos del TTP tras abordar su autobús escolar. Ocurrió hace justo dos años, el 9 de octubre de 2012. Algunas balas le alcanzaron en cuello y cráneo y tuvo que pasar por el quirófano tras ser trasladada a un hospital militar en helicóptero. Otras dos compañeras de Malala también fueron heridas al volver a sus casas, y cientos de personas salieron a las calles a manifestarse para protestar por el ataque. Poco después, un portavoz del TTP afirmó que planeaban un nuevo intento para asesinarla. Un mes más tarde, el 10 de noviembre, el tiroteador fue identificado.

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Malala recibió el apoyo de personalidades tan reconocidas como Ban Ki-Moon, Desmond Tutu, Hillary Clinton, Susan Rice o Barack Obama, el terriblemente injusto ganador del Nobel de la Paz de 2009. Pero esa discusión, para otro día. Malala tardó más de tres meses en recuperarse, tuvo que pasar por varias operaciones para reconstruir su cara, recibir un implante de titanio y tener que pasar a llevar un dispositivo auditivo.

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Ahora recibe un apoyo aún más grande: el Nobel de la Paz 2014. Es la ganadora más joven de la historia en recibirlo. Y lo que es todavía más importante: este premio consolida una idea y premia, valga la redundancia, una lucha continuada en un territorio que difícilmente podría ser más hostil. Enhorabuena, Malala.