Hace una semana, Angry Birds Epic llegó a las diferentes tiendas de aplicaciones como lo nuevo de Rovio para, manteniendo a sus icónicos personajes, adentrarse en el género del RPG. Viendo lo que ocurrió con Angry Birds GO!, que lo tenía todo para ser un juegazo y pasó al olvido más pronto que tarde, me temía lo peor con Epic. Y el desastre se ha consumado: Rovio ha vuelto a estropear un gran juego por su forma de entender el free-to-play. Sencillamente, se ha cargado una buena experiencia de juego.
Y es que los títulos de Rovio ya cantan. Pero empecemos por el principio: Angry Birds Epic comienza con los habituales "toca aquí", "pulsa aquí para comenzar", gráficos divertidos y sobre todo, una mecánica de juego sencillísima para ganar fácilmente. Pero pronto nos damos cuenta de que en un RPG por turnos, con toques de artesanía y unos pajaritos que llevamos viendo desde 2010, no es exactamente "épico". Pero parece más que suficiente para tenernos entretenidos unas cuantas horas de juego casual para ratos muertos. "Parece". Porque la realidad es otra.
Unas cuantas batallas facilonas para ir haciéndonos a la mecánica del juego. Por supuesto, pájaros contra cerdos para no perder la esencia, y huevos dorados de por medio. Las selvas y los desiertos predominan como escenario de fondo, y ciertamente cada vez me fue pareciendo más un juego idóneo para ratos muertos, como decía. Hasta el mapamundi está mucho mejor ejecutado que en la mayoría de juegos del estilo en pantallas pequeñas como la de un smartphone (5 pulgadas en mi caso), y la banda sonora y efectos acústicos están muy cuidados. Hasta hay sonidos particulares para cada pájaro. Si los detalles marcan la diferencia, Angry Birds Epic lo tendría todo para ser uno de los mejores juegos del año. Pero...
Poderoso caballero es don dinero
¿Recuerdan el primer Angry Birds? Yo sí. Era un bonito juego casual, garantizaba bastantes horas de entretenimiento, y costaba aproximadamente un dólar. Y nunca más volvía a pedir dinero. Era otra época. Ahora Rovio ha abrazado el free-to-play y se ha encaramado a él para no dar señal alguna de querer bajarse. Epic es el último síntoma. Porque el gran problema de Angry Birds Epic es su alta dependencia y desviación hacia los micropagos.
Para avanzar de forma aceptable en el juego y sin frustración, hay que pasar por caja. Sí o sí.
En el juego hay tres tipos de monedas. Monedas de la suerte, oincs (por la onomatopeya del cerdo) y aromas de la amistad. Cada una sirve para diferentes propósitos en el juego, en general para mejorar al personaje y a su equipamiento y añadir atributos y sortear tiempos de espera. Un poco confuso esto, ya que las monedas podrían estar unificadas perfectamente, pero sobre todo porque con las monedas de la suerte compradas con dinero real es posible comprar más oincs y aromas de la amistad. Pero hay un motivo para ello, y va en el siguiente párrafo.
Las monedas de la suerte pueden comprarse con dinero real, por 0.99 dólares por 15 monedas como pack básico, y por 89.99 dólares por 3.000 monedas como pack más avanzado. Para canjear estas monedas por oinks y aromas de la amistad vemos que hay diferentes tipos de cambio al alza. En palabras sencillas, con tres tipos de moneda, Rovio se ha asegurado de cazar mejor al usuario para que entre en una espiral fácil de compras dentro de la app, aderezado con el clásico sistema de máquina tragaperras / ruleta para conseguir premios. Aquí es donde Angry Birds Epic es donde empezó a cabrearme según avanzaba en el juego. Un free-to-play bien planteado es una muy buena propuesta, pero uno como el de Angry Birds Epic es una vergüenza.
Por si fuera poco... la publicidad online
Uno de las ratos muertos por excelencia para jugar a este tipo de juegos es el de los trayectos en metro. Concretamente, en las zonas sin cobertura. Así que acomodado en butaca, auriculares en orejas y pulgares calentados, abrí Angry Birds Epic. Entonces me salió este aviso. Vamos, que sin conexión a internet, el juego no carga, no abre, no deja hacer nada.
No me explicaba el motivo hasta que caí en que el culpable de que el juego no funcione sin internet es la constante e intrusiva publicidad que muestra a pantalla completa, devoradora de datos móviles, a cambio de unas pocas monedas. Ahí fue cuando lancé objetos de diversa contundencia contra el HTC One M8, sermoneé con indignación a mi novia, al gato, al frigorífico y a mi madre, que me llamó para no sé qué, y blasfemé como cuando vi el precio del iPhone 5c.
Porque si con lo de las monedas a cambio de dinero real constante no fuera suficiente, la publicidad es mucho más intrusiva que entregas anteriores de Angry Birds. Y oigan, aplaudo que un juego intente monetizarse cuando es gratuito... Pero así, desde luego no. Soy el primero que está encantado de pagar por un buen contenido, pero no cuando la desarrolladora trata de exprimir al usuario con requisitos de pago constantes a cambio de no ofrecer una experiencia frustrante.