Nuevamente sale a la luz que un integrante de la tripulación de un avión de Aeroméxico es sorprendido en estado etílico durante su trabajo. Ya había sucedido en 2011 cuando autoridades mexicanas suspendieron las licencias de dos pilotos, dos copilotos y un sobrecargo de la compañía por laborar bajo los influjos del alcohol en un vuelo de origen en Puerto Vallarta con destino a la Ciudad de México.

En esta ocasión el copiloto borracho de Aeroméxico hacía el vuelo Ciudad de México a Madrid y fue por un aviso hecho por parte del piloto, desde el avión, que la Guardia Civil española actuó y esperó la llegada de la aeronave para detener al sujeto al cual ya se le ha retirado la licencia para volar.

Pero, ¿cuál es el peligro real de que uno de las personas al mando de una aeronave esté borracho? De acuerdo a Joan de Batlle, piloto privado y autor del blog Landing Short, la normativa Europea y su equivalente Norteamericana no permiten que un piloto se ponga en los mandos de un avión si ha ingerido cualquier cantidad de alcohol por pequeña que sea en las 8 horas anteriores al vuelo.

Joan nos detalló los motivos de dicha normativa:

Estudios recientes sobre el tema han demostrado que incluso cantidades ínfimas de alcohol en sangre pueden reducir la capacidad de un piloto para ejecutar funciones críticas para el vuelo, interfiriendo tanto en la funciones cognitivas (como por ejemplo la memoria, la capacidad de dividir la atención ante varias fuentes de información, o la capacidad de razonar y tomar decisiones necesarias para la seguridad del vuelo), así como en las funciones psicomotoras (necesarias para la ejecución de movimientos coordinados con un alto grado de complejidad y finura, como sería por ejemplo el aterrizaje). Además, los efectos fisiológicos sobre la visión, el sentido del equilibrio, el sueño o la hipoxia se ven agravados por la menor presión atmosférica relativa típica de la cabina de un avión en vuelo.

Estar borracho en la cabina de mando puede significar el fin de la carrera como piloto, una probable denuncia por delito contra la seguridad de vuelo y despido por parte de la compañía aérea. Lamentablemente, la mayoría de los controles de alcoholemia a pilotos se realizan porque los propios pasajeros u otros miembros de la tripulación, como sucedió en este último caso, alertan a las autoridades ante un piloto que muestra síntomas evidentes de ebriedad, y no porque haya una revisión rutinaria en aeropuertos, explica de Batlle.