Si hay un argentino que debería pasar a la Historia, no debería ser Maradona ni Leo Messi. Que me perdonen los aficionados al fútbol, pero millones de mujeres en el mundo deben hoy su vida a un genial científico argentino: César Milstein. El mismo que revolucionó el tratamiento contra el cáncer mediante su trabajo con los anticuerpos monoclonales.
¿Quién era César Milstein? ¿Por qué se fue de Argentina? ¿Cuáles fueron las razones que le llevaron a permanecer en Reino Unido durante su carrera profesional? Y por último, ¿por qué su trabajo científico fue y sigue siendo tan importante en el campo de la medicina?
El fueguito de Milstein
Cuando se habla de la biografía de alguna persona importante, se suele comenzar narrando sus inicios: la infancia, su juventud y su entrada en la etapa adulta. En el caso de César Milstein, lo haremos al revés. Y es que un fragmento del cuento de Un mar de fueguitos del genial Eduardo Galeano, fue el elegido por su sobrina nieta, Ana Fraile, para describir la personalidad de este genial científico durante su funeral:
"Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.- El mundo es eso - reveló-. un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con la luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay gente de fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas; algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende."
Precisamente sería su sobrina nieta la que grabaría la película que narra la historia de César Milstein, titulada Un fueguito, la que mejor reflejaría la personalidad del científico argentino. Un investigador que comenzó su carrera en la Universidad de Buenos Aires, donde se licenciaría en Ciencias Químicas y donde completaría su tesis doctoral, premiada por la Sociedad Bioquímica Argentina.
Su marcha a Cambridge (Reino Unido) vino motivada por las "ganas de seguir estudiando" del propio Milstein. Allí, becado por la prestigiosa Universidad de Cambridge, realizaría su segunda tesis doctoral bajo la dirección de uno de los científicos más importantes de la época, Frederick Sanger.
Un año después de completar su doctorado, regresaría a Argentina. Por desgracia, su contribución científica allí no duró demasiado. A pesar de dirigir con éxito la división de Biología Molecular del Instituto Nacional de Microbiología, el golpe de estado de 1962 le llevó a abandonar definitivamente su país natal. Él mismo lo explica en la película de Ana Fraile, "en Argentina me dijeron que no tenía futuro, por ser una persona con demasiado nivel científico":
Al volver a Inglaterra, regresa a Cambridge, ciudad donde realizaría su contribución más pionera, junto a G. Köhler: los anticuerpos monoclonales. Conocidos en inglés por las siglas mAB, estas proteínas son usados hoy de manera rutinaria en el tratamiento del cáncer de manera personalizada. Uno de los medicamentos que más éxito ha tenido, el Herceptin, no es más que el anticuerpo monoclonal trastuzumab, que se usa principalmente en pacientes con cáncer de mama.
La importancia de los anticuerpos monoclonales es clave. Al tratarse de proteínas idénticas, ya que son originadas por un único tipo de célula inmune, todos los clones de ese anticuerpo vendrán de la misma célula de origen. Y debido a ello, y a las características generales de los anticuerpos, son capaces de reconocer y unirse específicamente a una molécula específica que presente carácter antigénico.
El uso de estos anticuerpos monoclonales en la lucha contra el cáncer ha sido uno de los mayores éxitos en medicina. Esto es debido a que reconocen específicamente moléculas de la superficie de las células tumorales, de forma que el tratamiento no es generalizado, como ocurre por ejemplo con la quimioterapia o la radioterapia, sino que solo atacamos a las células malignas. Esto permite que los pacientes sufran menos efectos secundarios durante la terapia oncológica.
El trabajo de Milstein supuso, sin lugar a dudas, un antes y un después en la historia de la medicina. De hecho, recibió el Premio Nobel de Medicina o Fisiología de 1984 por sus contribuciones científicas. Un argentino que revolucionó el tratamiento contra el cáncer, y que pasará a la historia por ello. Un fueguito, por último, que ardió la vida con tantas ganas que no se puede mirar su biografía sin parpadear.