Las manipulaciones a las imágenes fotográficas digitales suelen tener un umbral de aceptación y un umbral de rechazo. Una foto sacada directamente de la cámara por alguna razón es considerada más "fiel" y por lo tanto mejor apreciada, mientras que aquella que ha tenido un ligero ajuste de colores y contraste, por ejemplo, puede ser descalificada. Pero aquellas que exceden la manipulación que convierten una imagen común en una irreal, pero aun así creíble, son ampliamente aceptadas. Thomas Barbèy es uno de estos ejemplos, que a través de un enorme talento, crea composiciones de alto vuelo imaginativo y un poderoso tinte surrealista, pero con el detalle que trabaja solo en analógico.
Oriundo de Ginegra Suiza, Thomas Barbèy comenzó su carrera a los 13 años a través de la pintura. Tras 17 de trabajar realizando posters de bandas de música se mudó a Italia, donde vivió 15 años en Milan como fotógrafo de modas. Hoy reside en Las Vegas, sin trabajar para clientes específicos sino que vendiendo sus propias obras de arte.
Su equipo se compone de una Canon AE1S, en el caso de utilizar 35mm, o una RB67 al utilizar formato medio. Cortando negativos, dibujando sobre estos y manipulando el film es la manera que tiene de crear mundos alternativos y realmente lo hace muy bien. No hay trazos de esos recortes, ni problemas en las uniones y todos los componentes parecen haber sido fotografiados en ese momento, sin que el retoque a mano haya intervenido. Claro que no podemos dejar de especular que algo de retoque digital puede haber allí, pero es más interesante si pensamos que no.
A continuación podrás ver una pequeña galería, pero como siempre es recomendable que veas toda su colección en su sitio web.