La reserva cognitiva es la capacidad de minimizar el deterioro mental asociado a la edad en enfermedades como el Alzheimer. La reserva cognitiva se adquiere ejercitando el cerebro. Un componente esencial es tener hábitos mentales saludables.
El Alzheimer es la enfermedad del siglo XXI. Conforme aumenta la esperanza de vida aumentan el número de casos afectados por esta terrible demencia. No hay curación actualmente, aunque la investigación es constante. Ni siquiera sabemos si es una forma extrema de un deterioro normal o es una enfermedad distinta. En determinados casos aparece en torno a los 40 años, aunque lo normal es que se manifieste al final de la vida. Las consecuencias son devastadoras para la persona, para sus familiares y para la sociedad en la que vive. A falta de curación, los hábitos saludables y en especial la reserva cognitiva parecen ser la mejor prevención.
Llamamos reserva cognitiva a la diferencia entre el daño cerebral y su manifestación clínica. Podemos resumirla en una ecuación:
Demencia observable = daño cerebral - reserva cognitiva
o Daño cerebral = demencia observable + reserva cognitiva
.
Es decir, en dos personas con el mismo daño cerebral, aquella con mayor reserva cognitiva tiene menos demencia observable, se encuentra mejor. Inversamente, en dos personas con la misma demencia observable, el daño cerebral es mayor cuanto mayor reserva cognitiva.
La reserva cognitiva protege del daño cerebral. Las personas a las que se les supone una mayor reserva cognitiva (mejores entrenamiento mental) manifiestan signos de demencia más tarde.
Pero la evaluación definitiva del daño cerebral en la enfermedad de Alzheimer es post mortem: el estudio del cerebro después de muerto.
En 2005 la revista Neurocase publicó un caso notable. Un jugador de ajedrez presentaba síntomas leves de Alzheimer. Poco después murió por otras razones. Tras examinar su cerebro, descubrieron que estaba mucho más dañado de lo que era de suponer. Su Alzheimer era muy avanzado, pero apenas se notaba. Como jugador de ajedrez, su reserva cognitiva era muy alta.
Un caso similar se ha descrito con pacientes bilingües. Los cerebros de los bilingües manifiestan mucho más daño cerebral del esperado por sus síntomas.
El número de casos crece y la reserva cognitiva se ha convertido en el santo grial de la lucha contra el deterioro mental asociado a la edad.
Hace años conocí a un cojo. Le habían amputado una pierna, pero con la otra hacía más cosas que muchos con dos, como jugar al tenis. La reserva cognitiva es algo parecido. Mueren muchas neuronas, pero las que quedan tienen muchas conexiones y suplen la falta de las muertas.
¿Cómo se consigue aumentar la reserva cognitiva?
Existe una abundante información sobre los hábitos corporales saludables o la higiene física. Una dieta equilibrada, ejercicio moderado, no fumar, no beber en exceso... Su eficacia está ampliamente demostrada. Los obesos viven menos, los fumadores viven menos, la vida sedentaria es perjudicial ... No existen dudas sobre cómo tratar el cuerpo.
¿Existen hábitos saludables para la mente? Sí, los hábitos mentales saludables, la higiene mental es tan necesaria como la corporal.
La vida moderna está repleta de posibilidades para lograr una buena higiene mental, pero también está llena de riesgos.
En el equilibrio está el secreto. Comer grasa no es malo. Tomarla en exceso sí. Igual ocurre con los dulces o la comida basura. Tomar un día patatas fritas no conlleva riesgo. Hacerlo a diario es letal. El ejercicio es saludable, pero el deporte profesional tiene riesgos.
Igual ocurre con la vida mental. La televisión es positiva, en ocasiones maravillosa. Ver 3 horas diarias de televisión es muy desaconsejable. Los videojuegos estimulan la mente, pero jugar 20 horas semanales no ayuda mucho.
Las posibilidades que están a nuestro alcance son muy numerosas. Internet, practicar la lectura, jugar casi a cualquier cosa, hacer deporte, ver cine, conversar.
La vida social es un capítulo muy importante. Somos seres sociales. Encerrarnos en casa es limitar nuestra vida. Precisamente, uno de los problemas de los ancianos (y más acentuado en los hombres) es su limitada vida social. Salir, conversar, relacionarse es clave.
El ejercicio físico también aumenta la reserva cognitiva. Por ejemplo bailar. ¿Bailar? Sí, requiere una enorme demanda de recursos cognitivos. Si no me crees, pruébalo: busca una coreografía de cualquier programa de televisión e intenta repetirla. Tienes que colocar el cuerpo en una posición muy precisa. Tienes que cambiar a la siguiente posición, tienes que hacerlo en el tiempo adecuado, es decir, manteniendo el ritmo. Y tienes que acordarte de toda la secuencia. Bailar es un excelente ejercicio mental.
Mención especial requiere una lacra social de nuestro tiempo: el paro, el desempleo. Estoy parado, me siento inútil, también me siento culpable (estoy desempleado porque no merezco el empleo), no busco trabajo porque he perdido la esperanza, me quedo en casa, veo la televisión, trasnocho, bebo, no me relaciono... Desde luego, estoy exponiendo un caso extremo, pero posible.
Estar desempleado es negativo, pero no debería ser incompatible con la felicidad. Unos hábitos saludables ayudan mucho. Aumenta tu autoestima. Ten un pensamiento positivo. Piensa en los problemas para resolverlos, no para atormentarte. De vez en cuando sal de la zona de confort. Plantéate retos a tu alcance, deja lo imposible para los que quieren salvar el mundo. Duerme bien. Come bien. Haz ejercicio. Valora lo que tienes. Aunque no te sirva para encontrar empleo, estudia algo solo porque te gusta. Cuida tus amistades. Sal de casa, relaciónate. Disfruta.
¿El dinero da la felicidad? Parece que en buena medida es así. Pero lo sorprendente es que lo contrario también parece cierto. La felicidad da el dinero. Las personas más felices tienen más oportunidades en la vida y a la larga ganan más dinero.
Los hábitos mentales saludables son imprescindibles. Si no tienes problemas. Si los tienes. Si eres joven. Si eres adulto. Si eres anciano.