Instagram

De vez en cuando, Internet vive un drama. A veces con motivo, otras por desconocimiento y otras, como hoy, por no saber leer las condiciones de un servicio y porque una amplia cantidad de lloricas se ponen de acuerdo. La realidad es que nadie nunca lee las condiciones de uso de un software, incluso cuando son tan bonitas como las de 500px, así que cuando la igorancia se alinea con el alarmismo la receta es un combo breaker infalibe. Y es que no, Instagram no venderá tus fotos.

No es sólo que Instagram no venderá tus fotos o las de ningún otro dado el caso sino que además y paradójicamente estas están aún más seguras de lo que estaban antes. Otra cosa es que pertenezcan (y desde hace unos meses ya, no estamos hablando de nada nuevo) a una de las compañías de el ancho y largo de los Internets que más vilipendia la información personal, Facebook. Y otra cosa, también muy distinta, es que si tienes un problema con las condiciones de uso de un servicio cualquiera lo más sensato es dejar de utilizarlo, y no aburrir hasta el hartazgo.

Instagram no venderá tus fotos por un motivo muy simple: no puede. Y donde pone "Hola no puedes vender mis fotos, no puedes usarlas ni modificarlas en modo alguno" es precisamente en esas mismas condiciones de servicio sobre las que medio Internet ha vertido lágrimas de ira y de venganza. En esas condiciones, la frase de la desdicha dice así:

To help us deliver interesting paid or sponsored content or promotions, you agree that a business or other entity may pay us to display your username, likeness, photos (along with any associated metadata), and/or actions you take, in connection with paid or sponsored content or promotions, without any compensation to you.

Que traducido:

Para ayudarnos a ofrecer contenido o promociones de pago que sean de interés, consientes que un negocio o cualquiera otra entidad pueda pagarnos para mostrar tu nombre de usario, gustos, fotos (junto con cualquier tipo de metadatos), y/o acciones que realices, en conexión con contenido o promociones pagados o promocionados, sin compensación alguna para tu parte.

En esa frase, escrita en insoportable jerga legal y que ya han anunciado que será matizada, hay una única palabra importante, un verbo: mostrar. Y mostrar es precisamente lo único que puede Instagram (y por ende Facebook) hacer con tus fotos. No pueden modificar, ni vender, ni hacer un corta, pinta y colorea con ellas, algo que bien pensado tampoco está tan mal. Instagram no es dueña de tus fotos, y si tus fotos son privadas, nadie podrá verlas.

Dicho de otro modo, puede reunir un grupo de fotos sobre un tema y promocionarlo de alguna manera. Puede ser útil en el caso de eventos (un concierto, un festival de música), una marca concreta (fotos que la gente tome de sus zapatillas Nike, por ejemplo) o cualquier otro tipo de actividad. Puede coger tus fotos y mostrarlas (sólo y tan sólo mostrarlas) para ganar dinero. Nada más, nada menos.

Pretender por el contrario que el hecho de que Instagram no venderá tus fotos es todo de color rosa es al mismo tiempo completamente ingenuo. Abre una puerta a ciertos huecos legales que podrían producirse por ejemplo en el caso de que un famoso entre en una tienda de ropa y que la foto tomada del famoso entrando sea utilizada por esa misma tienda para implicar cualquier tipo de relación con el mismo.

O que una foto tomada en un servicio público de pésima calidad (hola, Renfe) criticándolo, sea usada por la misma para justo lo contrario acompañándola de un eslógan más favorecedor. Hay incontables maneras en las que ese "mostrar fotos" puede ser usado con fines dudosos, pero en ninguna de ellas entra la posibilidad de que se vendan, se modifiquen o que una foto de cuando te tomas unas cervezas con los amigos acabe en un cartel gigante de Coronita.

Luego está el tema de jurar y perjurar que vas a dar de baja tu cuenta de Instagram, algo tan viejo y repetido tantas veces (lleva pasando con Facebook desde hace años), que a estas alturas ya da ternura. El alarmismo es otra cosa distinta, y sobre todo cuando parece que todo el mundo vive con las ganas de que alguien rompa el archiconocido "Don't be evil de Google en cualquiera de sus acepciones sólo para montar el drama y quejarse de la infinita maldad de las grandes corporaciones.

Instagram hace tiempo que dejó de jugar en el jardín de infancia de las startups y esta es una jugada que les ha salido cara y completamente por la culata, algo que bajo ciertas circunstancias se podría haber previsto. Puede que tenga apenas dos años de existencia, pero mil millones de dólares y otros tantos usuarios más tarde queda claro que en Internet se crece bastante rápido. Ese mismo Internet que prefiere, antes que hacer una crítica sopesada y bien fundamentada, sacar el machete contra aquel que va a vender lo que probablemente sea la foto de su gato al lado de los macarrones que se comió anoche.

Imagen: Jason A Howie