Son muchos los detalles del nuevo Windows 8 los que ya han transcendido, y de hecho la propia Microsoft puso hace unas semanas a disposición de los desarrolladores una versión de demostración que pretendía dar a la comunidad una primera impresión y presentar algunas de las nuevas características de una versión que promete romper con gran parte de las tradiciones que hemos ido viendo en Windows según pasaban los años.
Lejos de ser un producto terminado, los de Redmond aún se esfuerzan por pulir un producto que promete mucho, después de la buena acogida que tuvo Windows 7, sistema operativo que actualmente es líder en los ordenadores de escritorio. Prueba de ello es que están escuchando a la comunidad de usuarios y demostrándolo con hechos, como los cambios que os presentaba el otro día que afectaban entre otras cosas a la lanzadera de aplicaciones y a la pantalla de bloqueo.
Una de las cosas sobre las que mas se ha hablado últimamente es el nuevo Task Manager o administrador de tareas. Como todos sabéis, se trata de esa aplicación tan útil que usamos casi por inercia y que nos permite acceder a una lista de los programas y servicios que hay en ejecución, detenerlos si es necesario, y además revisar el estado del sistema mirando la carga del procesador o viendo la memoria RAM y virtual disponibles.
Task Manager es un programa que lleva presente en Windows desde hace bastante, aunque no siempre tuvo ese nombre. En Windows 3 sencillamente era una lista de tareas –Task List-- que básicamente nos permitía cambiar entre ventanas y finalizar los componentes de lo que todavía no se podía considerar un sistema operativo, sino una interfaz gráfica para MS-DOS.
Con el tiempo y con el lanzamiento de Windows 95 y de Windows NT, nos encontrábamos con un programa que ya se parecía mas a lo que hoy en día tenemos en mente, y que básicamente era el esqueleto de la aplicación que esta presente en Windows XP y en Windows 7, pasando por Vista. Dicho esqueleto esta muy bien, aunque sus añadidos nunca han terminado de convencer a parte de sus usuarios, que habían visto como un gestor de tareas y proceso se convertía en una aplicación con multitud de opciones de la que rara vez se usaban otras características que no fueran las básicas.
Tal vez por ello, Microsoft ha vuelto a escuchar a sus usuarios y se ha replanteado por completo lo que debería ser, y parece que será, el Administrador de Tareas de Windows 8. Tras realizar un estudio, se ha determinado cuales son las opciones a las que los usuarios accedían en la mayoría de los casos, y parece ser que estas han sido la pestaña de procesos y también la de aplicaciones. El estudio dice que el 85% de las veces que abrimos el Task Manager lo hacemos para cerrar o ver procesos, y el resto de porcentaje se reparte entre el resto de opciones.
Por ello, la nueva versión para Windows 8 tendrá varias vistas que podremos configurar, pero por defecto mostrará un gestor tan minimalista como el que podéis ver a continuación:
No será hasta que no pulsemos el botón de detalles cuando despleguemos la versión completa –en la siguiente imagen--, que de nuevo contiene las opciones ordenadas según las preferencias de la mayoría de usuarios, pero que nos da muchos más detalles sobre cada proceso, como la CPU consumida, porcentaje de uso de disco o memoria RAM ocupada.
Todas las novedades están detalladas en un artículo publicado hace unas horas en el blog Building Windows 8, donde los de Redmond tratan de ir dando a conocer las noticias en cuanto al desarrollo del nuevo sistema.
No sé que opináis vosotros, pero a mi me parece una buena idea. Simplicidad al poder, aunque si preferimos la vista avanzada, siempre estamos en nuestro derecho de configurarla como predeterminada.