Deinococcus_radiodurans

¿Podríamos colonizar otros planetas? Esa es una gran pregunta que el hombre lleva años plateándose mediante diversos experimentos como el famoso Biosfera 2. Teniendo en cuenta que el origen de la vida en la Tierra está en los organismos microscópicos, ¿por qué no plantearse el envío de "semillas" a otros planetas que permitan el desarrollo de condiciones propicias para la vida? Lanzar desde la tierra cápsulas o meteoritos con bacterias y microorganismos podría ser una manera de propiciar la vida en otros planetas o, concretamente, en Europa uno de los satélites de Júpiter que, según algunos astrónomos, podría albergar bajo su capa helada un océano de agua salada.

Puede sonar raro pero según algunos astrobiólogos, este método podría ser una forma de "provocar" la generación de las condiciones idóneas para la vida en otros planetas y, en un futuro, propiciar el establecimiento de seres humanos para avanzar mucho más en la exploración espacial. De hecho, la Universidad de Buenos Aires (Argentina) está realizando simulaciones y pruebas con microorganismos terrestres para ver si serían capaces de soportar las condiciones que se dan en Europa (el satélite de Júpiter) y así evaluar la viabilidad de esta idea.

La idea de "exportar" vida a lugares ajenos a la Tierra, únicamente tiene sentido si los seres vivos enviados pueden sobrevivir al vacío y a la radiación existente en el espacio, por eso los investigadores están trabajando con bacterias, hongos, virus o, incluso, con biomoléculas como el ADN que han sido capaces de sobrevivir a un viaje de ida y vuelta a la Luna. Ximena Abrevaya en la Universidad de Buenos Aires y sus colegas crearon un vacío similar al existente en la superficie del satélite Europa y colocaron tres organismos en él: Natrialba magadii (que se desarrolla en medios salinos), Haloferax volcanii y una bacteria resistente a la radiación, Deinococcus radiodurans. El siguiente paso fue bombardear estos organismos con los mismos niveles de radiación ultravioleta que se pueden dar en la superficie de Europa para ver qué pasaba y los resultados fueron bastante interesantes.

Life Seeding

Ningún Haloferax volcanii sobrevivió al bombardeo, sin embargo, pequeñas cantidades del Deinococcus radiodurans y la Natrialba magadii sí que lo hicieron. El resultado, por un lado, no sorprendió mucho porque el Deinococcus radiodurans es capaz de aguantarlo todo y sobrevivir en entornos muy hostiles (radiación, vacío, ácidos, helados o deshidratados) y, más o menos, se tenía claro que era el mejor candidato a "explorar" la galaxia y hacer de avanzadilla. Pero, lo más interesante de la prueba fue que el Deinococcus radiodurans podría tener un compañero de viaje, el Natrialba magadii, un organismo único que se logró aislar de las aguas saladas del Lago Magadi en Kenia en 1984 y, precisamente, ahí radica su importancia porque se supone que en Europa existe todo un océano de agua salada.

De todas formas, los investigadores se muestran bastante cautos con estos resultados porque las pruebas realizadas (el bombardeo de rayos ultravioleta en condiciones de vacío) tan sólo duraron 3 horas y el viaje desde la Tierra podría durar años sometidos a estas condiciones. Aún así hay una conclusión que los investigadores sí que han sacado con todo esto: la importancia de la esterilización de los vehículos y sondas espaciales porque, por lo que se ha podido ver, alguna de nuestras bacterias podrían sobrevivir a un viaje espacial y, por tanto, podrían ser susceptibles de desarrollarse fuera de la Tierra.

Quién sabe si alguna colonia de Deinococcus radiodurans o de Natrialba magadii se está desarrollando en alguno de las sondas enviadas a Marte...

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