Se dice que existen dos tipos de escritores; los que trabajan día tras día en su obra, los que crean una rutina de trabajo y dedican casi todo su tiempo a sus escritos. Este primer tipo lleva una vida tranquila, incluso anodina, en muchos casos. Luego está el segundo tipo, los escritores cuyas vidas son toda una aventura, vidas que bien podrían merecer ser inmortalizadas en un libro como la de Jack London o Ernest Hemingway. Y lo cierto es que hay literatos que parecen sacados de alguna novela o película.

Hace unos días recordé a Anne Perry. Esta exitosa escritora de novelas políciacas nació en Londres en 1938. Su nombre de nacimiento era Juliet Hulme. Fue una niña enfermiza que padeció tuberculosis, por ello su padre decidió enviarla al Caribe y Sudáfrica para que se recuperase. Con trece años se trasladó a Nueva Zelanda, donde su padre consiguió el puesto de rector en una universidad. Fue allí donde conoció a Pauline Parker. Ambas chiquillas se hicieron amigas íntimas y esa relación cambió sus vidas para siempre pues entre las dos, asesinaron a la madre de Pauline, Honora Rieper, para que nadie las separase y poder fugarse juntas a los Estados Unidos.

Esta historia fue llevada al cine en 1994 por Peter Jackson en "Heavenly Creatures", Kate Winslet interpretó el papel del Juliet/Anne Perry.

El asesinato de Honora fue brutal, la golpearon 45 veces en la cabeza con un ladrillo envuelto en una media. Todo sucedió el 22 de junio de 1954. Las niñas, tras acabar con la mujer, salieron corriendo a pedir ayuda. Su historia era que la señora Rieper había resbalado y se había golpeado la cabeza contra el suelo. Sin embargo, las pruebas contradecían el testimonio de las jóvenes. El juicio se celebró rápidamente y el caso fue seguido con mucho interés por la opinión pública. A finales de agosto se las condenó a cinco años de prisión y a que una vez liberadas, no volvieran a verse nunca más. Algo que parece que han cumplido a rajatabla.

Tras ser puesta en libertad, Juliet regresó a Inglaterra, también vivió un tiempo en Estados Unidos, pasó por múltiples trabajos y se cambió el nombre. En 1979 publicaron su primera novela The Cater Street Hangman. La inspiración le llegó un poco tarde, contaba con 41 años cuando empezó a escribir, pero ha demostrado poseer una increíble capacidad para la novela policíaca ya que ha escrito más de cincuenta desde entonces. La autora no es muy amiga de hablar sobre ese oscuro episodio de su pasado pero reconoce que se arrepiente profundamente de aquel macabro hecho y de su participación en él. Una historia escalofriante, digna de las novelas de Perry.

Esta mujer no es la única escritora que tiene las manos manchadas de sangre, otros de los asesinos escritores que han existido son mucho más escalofriantes que Anne.

Jesse Hill Ford (1928–1996)

Escritor americano criado en el sur del país. Su mayor logro literario fue la novela The Liberation or Lord Byron Jones. Este autor, que tenía fama de liberal, se encontró a un hombre negro en su jardín, así que lo mató de un tiro. Ford salió absuelto del crimen, en su declaración alegó que temía por su vida y por la de su familia.

Hans Fallada (1893-1947)

Escritor alemán. Durante su juventud acordó con su amigo Hanss Dietrich von Necker cometer un duelo suicida doble. Corría el año 1911, Fallada sobrevivió pero Hanns no, así que fue arrestado e ingresado en un hospital psiquiátrico. Poco tiempo después fue liberado al no poder ser imputado por asesinato. Durante el resto de su vida tuvo serios problemas con el alcohol y las drogas. Solía cometer pequeñas estafas y desfalcos para poder financiar sus vicios. En 1944 se le arresta por intento de asesinato, ya que disparó un arma durante una pelea con su ex-mujer. Volvió al psiquiátrico y allí conoció a una mujer mucho más joven que él, con problemas similares a los suyos, con la que acabó casándose.

Krystian Bala (1974)

En el 2000 apareció el cadáver de Dariusz Janiszewski, flotando en el río Oder. Durante tres años la policía intentó, en vano, resolver el crímen de este agente de publicidad pero terminaron cerrando el caso. Por casualidades de la vida llegó hasta los investigadores la primera novela de Bala, Amok (2003) donde había una minuciosa descripción de un crímen idéntico al de Janiszewski. La policía empezó a investigar al autor y terminaron demostrando que se trataba del asesino. Bala fue condenado a 25 años de prisión.

Jack Unterweger (1951-1994)

Fue un asesino en serie austríaco que mataba prostitutas estrangulándolas con un cinturón. Una vez capturado y puesto entre rejas empezó a escribir. Una de sus obras tuvo un relativo éxito. Gracias a eso, un grupo de intelectuales del país. empezaron un movimiento por la liberación de Unterweger ya que le consideraban un ejemplo de rehabilitación. Y así, en 1990, dejó la prisión y se convirtió en una estrella. Tal era su fama que una revista de los Estados Unidos le contrató para cubrir una serie de asesinatos similares a los suyos que se estaban produciendo en Los Angeles. En la ciudad californiana, Unterweger volvió a las andadas y acabó con la vida de tres mujeres. Llevaba menos de un año en libertad. Mató a otras tres mujeres más antes de que volviese a ser detenido en 1994. El día que fue sentenciado a cadena perpetua se ahorcó en su celda usando un cinturón, su arma favorita.

Vlado Tanevski (1952–2008)

Este periodista macedonio quiso pasarse de listo. Escribía sobre sucesos para el períodico y novelas de suspense en su tiempo libre. Se le acusó de haber matado a tres prostitutas estrangulándolas. La policía empezó a sospechar de él debido a que sus artículos contenían detalles que sólo el asesino podía conocer. Siendo escritor podía haber intentado adornar más sus historias para que no resultase tan evidente. Tanevski murió en su celda, apareció con la cabeza en un cubo de agua. Tenía 58 años.


Y esto son sólo algunos de los casos hay muchos más como el de William Burroughs que jugando a Guillermo Tell con su mujer le metió una bala en la cabeza, Louis Althusser que estranguló a su esposa y acabó en un psiquiátrico o Issei Sagawa que mató a una joven para comérsela. Algunas de estas historias resultan de lo más tétricas y macabras.

Foto: Heraldo