Hoy es 19 de abril de 2011, el día que Skynet se hace consciente de sí misma. Es el día del robotcalípsis, el inicio del fin del mundo tal como lo conocemos. Al menos lo es en el universo creado por James Cameron en la saga Terminator, en particular para Terminator: The Sarah Connor Chronicles.
(Cada Terminator lleva líneas de tiempo distintas. La fecha más aceptada es el 29 de agosto de 1997, de las primeras películas. Pero qué importa, tomemos la fecha de The Sarah Connor Chronicles nada más porque se trata de hoy. Continuemos con esta historia.)
Skynet es un dechado de Inteligencia Artificial, una capaz de evolucionar al grado de superar a su creador. Es un Frankenstein hecho de datos, un Gólem vaciado en Internet, un HAL9000 distribuido, un ejército de robots de la serie T. Skynet es la inteligencia artificial máxima que, no sobra decirlo, no hace sino defender su "vida" frente a una humanidad que la quiere desconectar.
Cyberdyne fue la empresa que ideó e implementó Skynet en Synnyvale, California. La idea original era utilizarla para reemplazar seres humanos por robots como pilotos en vuelos comerciales y milatares. No tardó mucho en adquirir poder, en alzarse como empresa líder en una nueva generación de armas inteligentes. Fue la empresa que por negligencia dio pie al Día del Juicio Final, el día que no pudo retomar el control de Skynet y ésta reaccionó lanzando bombas nucleares.
Sucede que Skynet no tienen cuerpo ni rostro --salvo el de la Dra. Serena Kogan en Terminator Salvation--. Es un monstruo algorítmico fuera de control, cuyo brazos son robots y otras inteligencias sumadas en un ejército programado para terminar con su enemigo. Todo eso convierte a Skynet en unos de los principales paradigmas del terror tecnológico, uno que tiene origen en un poder sobrehumano, más allá de políticas, éticas o ideologías.
No sabemos si la singularidad tecnológica traerá consigo una superinteligencia artificial tipo Skynet, por lo pronto el tema sí que echa a volar nuestra imaginación. En este sentido, creo que James Cameron lo ha hecho muy bien. De hecho es brillante cuando de contar historias se trata. A esto debemos sumar su capacidad para integrar efectos especiales de vanguardia en la narrativa de todas sus películas, y hacerlo de tal forma que al final del espectáculo quedemos más asombrados-aterrorizados por las ideas que por la tecnología. Allí es donde encuentro el valor de su trabajo.
Como quiera que sea, Feliz Día del Juicio Final para todos.