Los recientes acontecimientos en la planta nuclear de Fukushima han llevado a varios países a cuestionarse el estado de sus propias instalaciones. En este caso, en México se ha desatado un debate social en torno a la planta de Laguna Verde. Rápidamente (?), la canciller Patricia Espinosa salió pronta a anunciar que el país no extendería su programa nuclear, sino que se centrarían en la explotación de otras fuentes de energía renovable.

Se trata de un anuncio oportunista y hasta contradictorio. En noviembre de 2010, la Secretaría de Energía dijo, con bombo y platillo, que se construirían dos terminales más en Laguna Verde, que se sumarían a los dos con los que ya cuenta la planta termonuclear. Compañías como Toshiba y General Electric se ofrecieron para obtener la licitación, la cual se obtendría en 2011. Ahora, el temor ante una situación como la de Japón ha puesto freno a esta iniciativa.

Es un secreto a voces que la instalación de Laguna Verde tiene bastantes deficiencias. En junio del año pasado, la Comisión Federal de Electricidad --encargada de la central-- admitió que representa un riesgo considerable. La dependencia admitió que la planta opera con equipo obsoleto, dañado o en malas condiciones. En ese momento, la CFE envió a Hacienda una solicitud por 17.1 millones de pesos para cambiar casi la totalidad de los equipos de pruebas radiológicas, algunos con más de 14 años en operación. De esos 30 aparatos, 22 se encuentran dañados y ocho ya son obsoletos.

Este problema en los equipos se suma a los malos antecedentes que tiene México en el tratamiento de desechos tóxicos, como reveló su más reciente violación a la Convención de Basilea al exportar estos materiales a China e India. Ahora se suma el problema de la seguridad ante desastres, pues Laguna Verde está situado en una zona que también es susceptible de actividad telúrica y colindante con el mar.

Por esta razón, varios funcionarios --encabezados por el recién nombrado secretario de Energía, Juan Antonio Meade-- realizan un recorrido por las instalaciones para asegurarse que Laguna Verde esté operando correctamente. No son pocas las voces que (por demagogia o convicción real) claman que se atienda la central termonuclear, que actualmente abastece 3% de la energía del país. Por desgracia, acostumbrados más a la improvisación que a la planeación, es probable que se trate --una vez más-- sólo de curarse en salud con un discurso de cambio sin fondo.

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