Ya sea si leyeron la novela de Roald Dahl, o si vieron la reciente adaptación de Tim Burton, o la clásica con Gene Wilder, seguramente recordarán al excéntrico Willy Wonka y su fábrica de chocolates y dulces varios. Uno de estos dulces era una goma de mascar de tres sabores, con la cual podríamos disfrutar una entrada, un plato principal y el postre. Parece que una vez más la ciencia viene a recrear lo que se inventó en la ficción, ya que un grupo de científicos perfecciona una tecnología que perite capturar diferentes sabores dentro de microcápsulas.
Según informa The Telegraph, este tipo de tecnología realmente se utiliza para administrar drogas gradualmente, permitiendo que un sólo comprimido contenga diferentes sustancias que se vayan liberando según la intensidad con la que se mastica o se digiere el material que la recubre. Ahora científicos del Institute of Food Research en Norwich quieren usar la técnica iniciada por el pionero en este campo Tony Dinsmore, profesor de la Universidad de Massachusetts para recrear la goma de mascar de tres platos de Wonka. La ciencia detrás de esto, según Dave Hart uno de los profesores del instituto:
Pequeñísimas nanoestructuras dentro de la goma de mascar contienen cada uno de los diferentes sabores. Estos se romperían y liberarían al contacto con la saliva, o luego de cierta cantidad de masticado, proporcionando una explosión secuencial de sabor a medida que masticamos más fuerte.
Así las cápsulas se podrían llenar con sabor a sopa de tomates, que se activaría al ponerse en contacto con la saliva, luego al masticar, las cápsulas más duras con sabor a carne asada se romperían, y finalmente con masticar aún más rápido, liberaríamos el sabor a pastel de arándanos de postre.
El profesor Hart trabaja con la National Science and Engineering Competition, que incntiva a los estudiantes a desarrollar ideas innovadoras. Pero salvo que se pongan a trabajar en una que sea como lo que realmente buscaba Wonka, que además del sabor brindara la nutrición de una comida de tres platos, y acabara con el hambre del mundo, este me parece un uso bastante irrelevante de la ciencia, aunque uno bastante divertido.
Por suerte además, seguramente los efectos secundarios del experimento no tengan los resultados que imaginó Dahl (porque hay ciencia detrás, y no mágicos oompa loompas) y ninguna niñita irritante se infle cual arándano azul, sino que simplemente si algo sale mal, nos encontraríamos con una goma de mascar bastante desagradable.