Ayer nos llego un comentario de uno de nuestros lectores, Fabio, que nos sugería que hablemos de una cámara en particular, la Holga. Quizás hayan leído sobre ella, es una de las más conocidas dentro de las llamadas "cámaras de juguete" o "toy cameras", una de las ramas fotográficas que más me atraen y que más posibilidades de experimentación nos permiten. Así que ¿Porqué no hablar un poco sobre Holga?

Hagamos un poco de historia y vayamos a los comienzos. Las primeras Holgas se fabricaron en China a principios de la década del 80. Lo que se buscaban era una alternativa barata y sencilla para estudiantes, que pudieran retratar el día a día sin necesidad de grandes y costosos equipos. El nombre que le dieron a la nueva cámara fue "ho gwang" que significa muy luminoso. Luego cuando se comenzó a comercializar en Occidente tuvieron que cambiar su nombre a Holga. A partir de ahí se convirtió en un movimiento en sí, la gente comienza a admirar la sencillez y los resultados de la cámara y se convierte en un boom.

Es a partir del año 2000, cuando la Holga comienza a formar parte de la familia de cámaras Lomográficas, que se populariza en todo el mundo. Ya hemos hablado del movimiento lomográfico en otra oportunidad y les contamos de las características que tienen las fotos tomadas con estas cámaras.

Ahora bien, veamos las particularidades de la Holga. Se trata de una cámara de formato medio (120 mm pero con posibilidad de adaptar a 35 mm). Está construida íntegramente en plástico (por eso es que se asemeja mucho a un juguete), incluso por su propio lente con lo cual las imágenes tomadas con ella dan ciertas distorsiones muy particulares y características como los focos suaves y la aberración cromática, que es un efecto por el cual las imágenes aparecen con un borde de color.

Una buena recomendación para lograr las clásicas fotografías Holga es usar películas de diapositivas, pero revelarlas mediante el proceso cruzado (C-41 o CN-16) esto quiere decir que la película de diapositivas va a ser revelada como una película negativa. Las imágenes entonces van a tener una saturación de colores increíble y con mucho más contraste, además de que se va a acentuar muchísimo más el viñetado característico (las esquinas de la imagen queda mucho más oscuras que el centro de la foto ya que la pequeña Holga no puede distribuir completamente la luz en el fotograma).

Como verán tener una Holga es poder experimentar incansablemente. Otra de las posibilidades que nos da es la de doble (o triple) exposición. Como somos nosotros los que tenemos que pasar el fotograma de la película podemos hacer dos o tres tomas en un solo fotograma y lograr composiciones muy atractivas y extrañas.

Lo bueno (además de todo lo que les conté) es que hay miles de modelos de Holga que se fueron fabricando a través de los años. La clásica es la Holga CFN 120, que ahora trae flash de colores incorporado, pequeños filtros giratorios que le dan más personalidad a las tomas. La misma vienen en verde, rojo o multicolor. Incluso si nos ponemos más sofisticados podemos encontrar la Holga estenopéica, o pinhole, la Holga estereoscópica, o la Holga de doble lente, entre muchas más.

¿No me digan que no les dan ganas de volver a lo analógico aunque sea por un ratito?

Les dejo algunos grupos interesantes de Flickr dedicados a esta cámara, Holga, Holgagraphy y Holga Black and White, donde hay solo fotos tomadas con película blanco y negro con resultados más que interesantes.

Y ustedes ¿tienen sus sets de fotos con sus Holgas? ¡Queremos verlas!

Fotos: Thiago Ramos, Matt Harpper